La cuenta de Trump y el poder de las empresas tecnológicas

Ene 10, 2021

Trump ha sido sancionado por Twitter y mientras que muchos están de acuerdo con la decisión, la derecha más dura habla de totalitarismo y "represión orwelliana". ¿Pero qué podemos aprender de esto?

La cuenta de Trump y el poder de las empresas tecnológicas

Voy a empezar diciendo algo de manera tajante: el hecho en sí, de que las empresas tecnológicas hayan suspendido las cuentas de Trump, me parece un acierto: por el contexto en el que ocurre y por el peligro que representa el discurso de Trump en estos momentos. Podemos entrar en discusiones semánticas sobre si a ese acto se le puede llamar censura o no, pero recordemos que cuando una persona se registra en Twitter (empresa privada) acepta los términos y condiciones que Donald Trump no acató y por tanto Twitter está en su derecho de suspender su cuenta.

Que el acto sea el correcto no significa que de aquí no se puedan desprender algunas cuestiones e incluso algunas preocupaciones que tienen que ver con el poder que pueden acumular las empresas tecnológicas como Facebook, Twitter, Amazon y demás, que si bien hasta hoy nos han traído herramientas valiosísimas y de calidad, el poder económico y social que acumulan puede traducirse en una gran cantidad de poder político.

Es curioso porque era la izquierda la que había hecho un mayor énfasis en este tema, pero esa bandera ha sido tomada por el ultraconservadurismo al ver a su líder político ser sancionado, incluso contra sus propios ideales de libre empresa y, en algunos casos, deseando intervención gubernamental.

Entre las muchas contradicciones en las que han caído la derecha y los libertarios estos últimos días, tal vez no se equivoquen (dejando de lado sus énfasis conspiranoides) cuando hablan sobre un sesgo de estas empresas hacia el progresismo: son empresas californianas y generalmente los perfiles progresistas funcionan mejor dentro de las empresas tecnológicas. Vaya, ninguna entidad puede ser realmente neutra ideológicamente y de alguna manera ese sesgo se va a notar en la forma en que se desempeñan.

¿Habrían actuado igual si el líder político que no reconoce resultados y d a incentivos a los violentos hubiese sido demócrata? Es una buena pregunta que sería complicado responder hasta poder tener un contrafáctico. ¿Por qué Twitter no suspende las cuentas de Nicolás Maduro o Kim Jung?

Controlar una red tan amplia como Twitter es algo muy complicado, discursos de odio ahí abundan y solo pueden ser controlados cuando son muchas las personas las que denuncian las cuentas. Dicho esto, a muchas personas las han suspendido por mucho menos que lo que han dicho otras personas que siguen libres. Los incentivos de una red como Twitter son evidentemente comerciales y seguramente la sanción a Trump responde, en parte, a ello, sobre todo cuando las empresas tecnológicas fueron severamente cuestionadas en el pasado por dejar circular un sinfín de fake news y discursos de odio.

Seguramente ello responde a la segunda pregunta. Twitter es una empresa estadounidense y un Presidente que ataca a las instituciones democráticas e incentiva actos violentos trastoca más sus intereses que lo que dice algún Ayatolá al otro lado del mundo. Es cierto también que en este caso Donald Trump debió haber sido sancionado desde antes y posiblemente no se sancionó sino hasta ahora porque Twitter, ya que Trump está a punto de dejar el poder, no va a sufrir las consecuencias de haberse «metido con el Presidente».

Que las sanciones que aplica Twitter o no son parejas o si tienen algún sesgo ideológico me parece que es algo sano de preguntarse y habla también sobre la necesidad de que las grandes compañías tecnológicas puedan ser capaces de crear un reglamento (junto con su aplicación) que sea lo más efectivo posible y que genere la menor controversia posible. Es algo difícil de hacer, más cuando estas empresas tecnológicas apenas están en medio de una curva de aprendizaje: son pocos años los que se ha debatido sobre cómo manejar este tipo de conflictos, sobre la desinformación y los discursos de odio.

Que haya un sesgo ideológico (a mi parecer bastante menos marcado del que sugieren los ultraconservadores, pero que existe) es un problema si se pretende que Twitter sea un espacio donde personas que piensen distinto puedan convivir. Es cierto que en Twitter tanto liberales, progresistas, conservadores y religiosos pueden participar libremente, pero una cuestión a preguntarse es si las sanciones a quienes evidentemente faltaron al reglamento son medidas con la misma vara, o si algunas conductas inapropiadas se dejan pasar más que otras.

El ultraconservadurismo, de forma evidente y deliberada, ha buscado sobredimensionar este sesgo para así poder crear una narrativa de ustedes contra nosotros, y por ello es que el árbitro de la plataforma debe buscar ser lo más neutral posible. Si bien, una plataforma, como entidad privada, podría tener derecho a tener un sesgo ideológico deliberado, ello no sería deseable. Por ejemplo, si los ultraconservadores junto con parte de la derecha se van a otras redes como Parler, ahí se va a crear un nido de extremistas (como ya parece estar ocurriendo) y Twitter se va a inclinar más a la izquierda, lo cual potenciará aún más el problema de las cámaras de eco. Los pocos vasos comunicantes que habían entre las distintas visiones ideológicas van a terminar rompiéndose y eso es muy peligroso.

Pero esto no significa que la anarquía sea la solución: la realidad es que es sano y deseable que las redes sociales tengan un reglamento para fomentar, en la medida de lo posible, el buen uso de la plataforma. Que las plataformas tengan un reglamento no significa un atentado a la libertad de expresión a menos que éste tenga como fin último acallar a las personas que piensan de una forma (lo cual no creo que sea el caso, con lo anteriormente dicho). Así como hay existe un reglamento donde en un concierto no puedo aventar botellas al escenario o así como puedo ser retirado de un salón si hago escándalo en medio de una conferencia, así también las redes sociales pueden reglamentar su uso sin que eso implique un ataque a la libertad de expresión.

La cuestión no es si es injusto que se sancione a Trump, evidentemente no lo es por más que algunos insistan, la cuestión es si Twitter es coherente o no al aplicar las sanciones o si su modelo termina de ser eficiente. El problema es que estos pequeños detalles dentro de compañías tecnológicas que adquieren cada vez un mayor poder económico, social y político, sí pueden marcar una diferencia.