Jordan Peterson y su chamba en una sociedad polarizada

Jun 26, 2019

Jordan Peterson es un psicólogo canadiense conservador que ha generado mucho revuelo y ha recibido críticas de la izquierda. Sin embargo, su fama ha ayudado a más de una persona a no caer en las garras de la ultraderecha.

Jordan Peterson es un psicólogo canadiense conservador que ha generado mucho revuelo y ha recibido críticas de la izquierda. Sin embargo, su fama ha ayudado a más de una persona a no caer en las garras de la ultraderecha.

Se volvió famoso en las redes sociales al oponerse al uso de pronombres neutros en Canadá. A partir de ahí, el psicólogo clínico canadiense Jordan Peterson se convirtió en una suerte de influencer sobre todo para los libertarios y los conservadores. Sus videos empezaron a circular a través de distintos canales de Youtube. Sus libros se empezaron a vender como pan caliente. Muchas de las personas que estaban descontentas con los excesos de los progresistas, vieron en él un refugio.

Pero Jordan Peterson no es un conservador cualquiera, es uno más bien sui géneris. Podemos decir que es un conservador porque prioriza la tradición sobre la innovación, porque sin presentarse como alguien explícitamente religioso, gusta de estudiar a las religiones mismas y tratar de interpretar al ser humano con base en ellas. Pero podemos decir que es sui géneris porque su postura sobre la desigualdad no es precisamente la que uno esperaría de un conservador o un libertario. Su influencia ideológica también es un tanto peculiar, no solo por las lecturas religiosas, sino por la fuerte influencia que Carl Jung o Friedrich Nietzsche han ejercido sobre su pensamiento.

Jordan Peterson es un crítico acérrimo de las corrientes posmodernas y de los excesos de corrección política que afloran en nuestra sociedad contemporánea, pero a diferencia de la gran mayoría de los conservadores, en general no se opone al matrimonio igualitario ni a la adopción por parte de parejas del mismo sexo.

Peterson flaquea cuando hace análisis políticos o filosóficos que van más allá de su especialidad, ello se notó en el debate que sostuvo con Zlavoj Zizek. Comete el grave error de confundir las corrientes posmodernas con el marxismo, aunque esto no es producto de un discurso premeditadamente falaz como el de Agustín Laje o Nicolás Márquez, sino de su falta de conocimiento sobre ciencia política combinada por su interés en el comunismo y sus nefastas consecuencias pero no en el marxismo filosófico (tal vez algo aprendió de ello cuando reconoció la originalidad del pensamiento del marxista Zizek).

No puedes esperar de Jordan Peterson a un filósofo de carrera, no tiene un pensamiento tan completo para considerarlo como tal, aunque sí ha llegado a mostrar algunas chispas de genialidad como en su libro Maps of Meaning. Pero lo interesante de él es que esta peculiar postura que tiene es un alivio dentro de una sociedad cada vez más polarizada entre progresistas y conservadores que se orillan cada vez más a una derecha reaccionaria y, en algunos casos, hasta supremacista.

No es un secreto que no solo conservadores, sino algunos libertarios, se están viendo seducidos por estas corrientes reaccionarias y nacionalistas que no en pocos casos contienen un mensaje supremacista. El discurso de Jordan Peterson es en su mayor parte conservador, y gran parte de su público es ese mismo que podría estar en riesgo de verse seducidos por estas corrientes de ultraderecha. En este sentido, Jordan Peterson sirve como un muro de contención para ayudarlos a mantenerse en una postura más de centro o centro derecha.

A pesar de que Jordan Peterson arremete contra el discurso progresista, su postura en realidad no afecta en mucho a la comunidad gay, incluso parece ocurrir lo contrario.

Como lo mencioné antes, sucede que Jordan Peterson está a favor del matrimonio igualitario y la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Peterson dice que la homosexualidad es algo que ha acompañado a nuestra especie a lo largo de la historia. Cree que el matrimonio igualitario puede ser una buena oportunidad para integrar a los gays a la estructura social y todo lo que eso conlleva. Dice que si bien no conocemos a ciencia cierta los efectos de la adopción por parte de una pareja homoparental, considera que vale la pena dar ese paso.

Si bien no coincido en varias cosas con Jordan Peterson (sobre todo aquellas relacionadas con el análisis político), reconozco que es una de las personas que ha sabido conciliar mejor los derechos por los que los gays han estado luchando con la procuración de las estructuras sociales y la institución de la familia en la cual hacen énfasis los conservadores. La suya es una postura que parecería tener cierta influencia de filósofos conservadores como Edmund Burke quien en sus escritos insistía en que los cambios sociales deberían hacerse respetando una estructura social ya existente y las tradiciones de un pueblo dado en cuestión.

Este intento de conciliación es positiva, ya que de esta forma podría lograr meter un tema como es el de las peticiones de los gays a reflexión dentro de parte de su público (conservador) que de alguna u otra forma se habría mantenido reacio a discutir el tema debido a la progresiva falta de puentes entre conservadores y progresistas.

A pesar de las muchas críticas que Jordan Peterson recibe desde la izquierda y a pesar de algunas críticas que pudiéramos hacer sobre algunas cuestiones de su pensamiento, la figura de Peterson se vuelve muy saludable en este contexto político y social que estamos viviendo. Su persona se vuelve muy útil para evitar que muchas personas caigan en las garras de las ultraderecha y el supremacismo blanco, y en vez de ello, tomen una postura un tanto más centrada (análogo a lo que podría estar haciendo Slavoj Zizek desde la izquierda).

Y no olvidar que, de alguna otra forma, el interés que Zizek y él generaron en el debate que sostuvieron es algo de reconocerse. En un mundo que nos podría llegar a parecer frívolo, en el cual un pleito entre Carlos Trejo y Gilberto Adame o entre actrices hollywoodenses se propaga mediáticamente con gran facilidad, el que se haya generado expectativa sobre el debate que sostuvieron en abril es algo de aplaudir y es muestra de que las discusiones intelectuales, de alguna u otra forma, no han desaparecido del colectivo.