En política, hay ciclos que llegan a su fin.
No todos llegan de igual forma. Un ciclo puede cerrarse cuando algo se consolida y se inicia otro nuevo, o bien, puede cerrarse cuando aquello no logró consolidarse y terminó sucumbiendo.
Esto último parece haber pasado con Futuro.
No porque el partido-movimiento desaparezca, sino porque, al decidir aliarse con MORENA y demás partidos que buscarán hacer frente a Movimiento Ciudadano, han dejado de ser una entidad independiente que ofreciera una alternativa a lo establecido (lo cual marcaba la esencia del movimiento que inició con el inesperado triunfo de 2015) para pasar a ser un partido más del sistema: de un movimiento que comenzó con una postura muy crítica a la partidocracia a uno que está dispuesto a hacer coalición con el Partido Verde. ¡El Partido Verde!
No desaparecen, pero ya son otra cosa.
Este movimiento independiente que cimbró la política nacional como una alternativa a los partidos tradicionales decide aferrarse a ellos para sobrevivir. Pero ¿cómo pasó esto?
Allá por 2015, Pedro Kumamoto y los suyos habían irrumpido en la escena política. En una coyuntura favorable donde la sociedad estaba harta y enojada con los partidos y, en especial, con el gobierno de Peña Nieto, este movimiento creció como la espuma.
De forma inédita y por primera vez en la historia para un independiente, los wikis ocuparon un escaño en el Congreso local. Hicieron una buena campaña que les permitió aprovechar la coyuntura, muchos voluntarios se sumaron y lograron encumbrar a Kumamoto. Se convirtió en un referente nacional para muchos.
Ese triunfo, sin embargo, fue su punto más alto. A partir de ahí, de forma muy progresiva, todo empezó a ir cuesta abajo precisamente porque no comprendieron que la política es muy coyuntural.
En 2018 lanzaron a Pedro Kumamoto para el Senado de la República así como otras candidaturas para diputaciones federales y locales. Probaron por primera vez el trago amargo de la derrota que no esperaban. La apuesta había sido muy arriesgada.
A pesar de la derrota, sus números no fueron malos y se mostraron competitivos. Eran electoralmente relevantes y ello les daba oportunidad de replantearse las cosas y llegar con nuevos bríos para el 2021. Para ello, decidieron conformar un partido: Futuro.
A varias personas les pareció una mala idea: ¡ya son lo que criticaban, un partido! Sin embargo, yo lo vi como un acierto ya que difícilmente iba a ser sostenible mantenerse como independientes a lo largo del tiempo y era necesaria una estructura para consolidar el movimiento. A la fecha, no creo que ese haya sido el error.
Lo que pasó más bien fue un cúmulo de errores que les hicieron pasar de ser una fuerza muy competitiva a un partido pequeño que lucha por mantener su registro. Desde el pésimo manejo mediático de acusaciones de abuso sexual a uno de sus integrantes, inexperiencia política (la cual ya era imperdonable en la tercera elección) o que no hayan comprendido que la coyuntura política había cambiado y a la cual no supieron cómo adaptarse.
Algo así ocurrió en el 2021 donde la campaña fue desastrosa. En un contexto donde no abundaba la indignación con la clase política como en 2015 sino el miedo y el rechazo a MORENA, no terminaron de comprender el papel que podían o debían jugar. Ante la indignación, la gente suele sentirse atraída por los outsiders y las alternativas novedosas. Ante el miedo, por el contrario, la gente busca aferrarse a lo conocido, y en MC lo supieron muy bien. En Futuro no lo entendieron.
Así, los estrategas de Movimiento Ciudadano, con su máquina bien aceitada y sus agencias especializadas, lograron destruirlos desde el principio: corrieron el mensaje de que un voto por Kumamoto era un voto por MORENA, desplegaron encuestas apócrifas para transmitir esa sensación al electorado y manipular la intención de voto. En Futuro no supieron cómo reaccionar a esa campaña y ni siquiera terminaron por distanciarse discursivamente de MORENA para confrontar la narrativa que les habían impuesto.
A esto se sumaron otros errores. Si a los partidos tradicionales se les suele criticar por su indefinición ideológica con el fin de atrapar el número mayor de votos posible, Futuro hizo lo opuesto: se centró tanto en «construir una ideología» de una forma un tanto idealista que olvidó que necesitaba atender las necesidades de la gente: ponían más atención a las campañas de Podemos o Sumar en España o a la izquierda chilena y trataban de influenciarse de ellas que en dar respuestas a los problemas que aquejaban a su electorado.
¿Cuál era la propuesta para la economía de las y los zapopanos? ¿Cuál es tu propuesta para resolver el problema de la inseguridad? Pudieron ligar sus convicciones ideológicas a la construcción de respuestas a estas preguntas, pero no lo terminaron de hacer.
¿Qué futuro me ofrece Futuro?
Debido a esto, Futuro quedó atorado y no logró tejer más un discurso consistente, terminaron viviendo del éxito del 2015 cada vez más lejano. En sus inicios mantenían una posición de centro-izquierda moderada que les permitía ofrecer una agenda transversal y acercarse al votante mediano tapatío y terminaron ofreciendo una plataforma más ideologizada que pareció no salir más allá de los planteamientos teóricos e ideales y que no respondía a los problemas más inmediatos de los zapopanos.
Esto los condujo casi a la irrelevancia. A pesar de los nobles esfuerzos de integrantes como Susana de la Rosa que llegó al Congreso local de forma plurinominal, Futuro no logró reposicionarse.
Algunas personas ven la alianza con MORENA como una «terrible decisión», como una suerte de traición. En realidad esta alianza es la consecuencia de un cúmulo de errores que no permitieron que un movimiento que inspiró a muchos lograra trascender.
Desde que emergió Pedro Kumamoto y su movimiento pensé que, si se consolidaba, lo más probable era que con el tiempo adoptaran algunos de los vicios de la política mexicana (son humanos como todos nosotros, no angelitos caídos del cielo) y, sin embargo, tenía una expectativa de que fuera algo mejor a lo que ya había y así se convirtieran en un revulsivo para la política del país capturado por los partidos tradicionales.
Me parecía natural que, en algún momento de la historia, el movimiento independiente o alternativo ya no lo fuera tanto. Ello es parte de la historia humana, lo novedoso que crece y trasciende termina por conformar una suerte de statu quo o mimetizarse con éste. Pasa con los movimientos políticos (el mismo MC es un ejemplo), con las corrientes filosóficas (como el postestructuralismo) o incluso con las empresas innovadoras que todo el mundo admira y luego detesta (véase a Meta, Google o Amazon), pero la existencia de esas transiciones explican en gran medida el progreso humano (claro, con algunas pifias incluidas).
Es eso mismo lo que está pasando. Futuro se ha vuelto «menos alternativo»: ya, como cualquier político, teje alianzas con partidos cuestionable, cede, llega a acuerdos e intercambios: vaya, hacen esa política de la cual renegaban. El problema para Futuro es que esta transición está ocurriendo sin que terminaran de trascender. Es más, ocurre como respuesta a una profunda crisis dentro de su movimiento donde buscan sobrevivir a como dé lugar.
MORENA parecía ser el lugar más natural donde podían caer los integrantes de Futuro en caso de que el barco se hundiera (Rodrigo Cornejo migrando a ese partido en 2018 fue un viso de ello), aunque bien es cierto que Movimiento Ciudadano habría podido ser otra alternativa ideológica para los más moderados.
Futuro puede coincidir con MORENA y el régimen en algunos planteamientos ideológicos, sobre todo el sector más «duro» de Futuro, pero en realidad coinciden menos de lo que ellos mismos aseguran para justificar su alianza.
Ambas facciones ciertamente se dicen de izquierda, pero también es cierto que en otras facetas (tal vez las que daban más identidad a este movimiento) había notables diferencias: Futuro apostaba a ser un movimiento conciliador, deliberativo, horizontal (que contrasta con la verticalidad del régimen), democrático (contrastado con el autoritarismo del régimen) con aires e ideas nuevas (que contrastan con el estatismo viejo y obsoleto del régimen) que «incluyera a todos» en vez de polarizar entre pueblo bueno y conservadores malos.
Las diferencias no terminan ahí: MORENA es militarista, de mentalidad rancia, indiferente al cambio climático. MORENA es más propio del PRI hegemónico que de una alternativa progresista de avanzada. Ello simplemente es antitético con los valores que ellos mismos dicen defender.
Y aquí entra el problema de la alianza. Futuro ha decidido aliarse con un partido donde la pluralidad y el disenso son vistos con mucho recelo, un partido vertical y autoritario que exige sumisión al líder.
Esto se agrava si tomamos en cuenta la asimetría de poder entre MORENA y Futuro. MORENA es el partido en el poder a nivel federal, concentra mucho poder en las cámaras y sigue siendo popular entre la gente. Futuro, en cambio, lucha por su supervivencia. Además, MORENA tiene más oficio político y menos escrúpulos que Futuro. Así, MORENA es quien tiene las cartas a su favor.
Naturalmente, la plataforma que ofrece MORENA con la alianza es una ventaja electoralmente para Pedro Kumamoto en Zapopan, pero esa alianza le hará perder varios que ya tenía en la bolsa y que se decepcionarán por esta decisión. Es probable que sean más los votos que ofrezca la alianza que los que pierda. Aún así, el triunfo está lejos de quedar garantizado.
El problema es que los votos perdidos serán de los suyos y los ganados de MORENA, lo cual compromete profundamente la independencia de Futuro. Si Kumamoto lograra ganar (lo cual se antoja complicado), él y su grupo tendrían más espacios de poder que nunca, pero tendrían menor independencia política e ideológica.
El peor escenario es aquel en el que Kumamoto pierda. Los espacios de poder serían mucho menores y la independencia y reputación del partido quedaría igualmente comprometida.
Es cierto: existe la posibilidad de que sin alianza Futuro pierda el registro y Kumamoto y los suyos queden fuera de la política jalisciense, y si la mantuviera tendrían que replantear a su movimiento y al partido desde abajo, cosa que no hicieron en los últimos años. Además, uno podría preguntarse si no es ya demasiado tarde.
Sin embargo, podría ser más honorable «desaparecer» sin haberse comprometido con nadie que hacerlo después de perder la elección en alianza con MORENA y demás partidos.
Es más, sospecho que el cálculo político es erróneo de nuevo. El electorado de Futuro, que es un remanente del que obtuvieron en 2015, se concentra en clases medias y altas compuestos tanto por progresistas hasta por «señoras copetudas de Providencia». La mayoría de esas personas no simpatiza en lo absoluto con MORENA. Es decir, gran parte de ese voto lo van a perder.
Y en Zapopan, el voto de MORENA y demás partidos difícilmente será suficiente para ganar la elección. MC no es excesivamente popular en Jalisco y la aprobación de sus gobernantes es mediana. Sin embargo, como ocurrió en 2021, en Zapopan mucha gente preferirá al «malo por conocido» que a un candidato que hoy está arropado por las fuerzas políticas que más detesta.
Uno de los argumentos de la alianza es la oposición a un Movimiento Ciudadano que tiene a la ciudad sumida en la inseguridad. El problema es que MORENA ofrece algo igual o peor. Ellos parecen asumir que lo que ellos creen y piensan es lo mismo que piensa toda la gente.
¿Qué es lo que va a ofrecer Futuro estando aliado con MORENA? ¿Cómo se van a acercar con las clases populares que son las más cercanas a MORENA y a los que ellos prácticamente desconocen y donde obtuvieron pocos votos en elecciones pasadas?
Podría parecer que aceptar la alianza tiene algo de lógica y desde la realpolitik puede verse hasta como consecuente: MORENA es muy fuerte, no solo está en el poder sino que es el poder. Es más fácil volverse irrelevante cuando el foco de las elecciones se concentra en la presidencial que en las intermedias, donde las elecciones locales llegan a tener más difusión. El problema es que todo eso es a cambio de lo que hizo de los wikis (Futuro) una opción para la gente.
También podría verse lógica si su intención es, eventualmente, brincar a MORENA. Sin embargo, esta alianza marcará el fin de aquello que le dio esencia a su movimiento que entusiasmó al círculo rojo a nivel nacional. Vaya, mis maestros en la maestría del CIDE recordaban el fenómeno Kumamoto con cierta alegría. Todo eso dejará de existir. No sabemos si Kuma y los suyos serán relevantes en el futuro, pero difícilmente lo será bajo la esencia y los principios que definieron a aquel movimiento que irrumpió en la política mexicana.
Así, con el anuncio de la coalición por parte de un Pedro Kumamoto visiblemente incómodo, termina una etapa en la historia de la política en Jalisco, y para ellos comienza una nueva.