Kumamoto, AMLO, Xóchitl Gálvez, el poder, el sistema y la condición humana

Nov 11, 2023

Reflexiones sobre la decisión política de Kumamoto y su partido Futuro, su impacto a largo plazo y cómo esto se relaciona con la naturaleza de los políticos y la condición humana.

Amigas y amigos.

La decisión que Kumamoto y su partido Futuro tomaron me hizo reflexionar muchas cosas.

No fui de aquellos que mentó madres una y otra vez decepcionado por la decisión, ni fui de aquellos que se sintió particularmente traicionado aunque dicha decisión me haya dolido e insista que incluso desde la realpolitik el suyo ha sido un muy mal cálculo, que puede bien llegar a traerles algunos beneficios al corto plazo (y ni siquiera eso es seguro) pero que será muy fatal a largo plazo.

Esto me hizo reflexionar de otra forma. Me hizo reflexionar sobre la condición humana y la naturaleza de un político.

He llegado a conocer personalmente al propio Pedro Kumamoto, a Susana de la Rosa, Susana Ochoa y otros liderazgos que son o fueron parte del partido. No a profundidad, pero he cruzado palabra con ellos alguna que otra vez (con unos más que con otros, con alguno de ellos he debatido sobre temas políticos), y pues me parecieron, a mi parecer, personas normales. Su personalidad me parece distante del arquetipo del político corrupto y mañoso que te genera una profunda desconfianza.

Y esas personas «normales», que eran la alternativa a la partidocracia que «no nos representaba», los independientes, hoy deciden integrarse a las propias dinámicas de ésta.

Recibieron, sobre todo Kumamoto, muchas mentadas de madre. No solo de los bots de MC, sino de mucha gente que genuinamente se sintió muy indignada por la decisión. Esta se agravó cuando, acto seguido, comenzaron a replicar la propia retórica militante y partidista. ¡Se pasaron al lado oscuro!

Llama la atención que hayan recibido muchas más mentadas de madre que políticos que hacen cosas mucho más graves. El único «pecado«, per sé, de esta decisión, fue haber traicionado sus ideales primigenios.

No es cualquier cosa, claro, pero naturalmente no estamos hablando de un escándalo de corrupción, ni de políticas que comprometieron la vida de muchas personas. Hicieron lo que hacen los políticos, entrar a la dinámica política. Todo lo que hacen Peña Nieto, Xóchitl Gálvez o Mario Delgado. Porque la política tiene sus dinámicas propias.

¿Ha cambiado la percepción personal que tengo de ellos? No, en lo absoluto. Siguen siendo las mismas personas, nada más que ahora están en otro contexto.

Lo que la gente no suele reparar es lo siguiente: el fin último del político es acumular poder.

Así, en la definición weberiana:

El poder es la capacidad de un individuo o un grupo de individuos de influir en la conducta de otros.

Y esto se refrenda con la definición shumpeteriana que afirma que:

Los partidos políticos son grupos organizados cuyo principal objetivo es alcanzar el poder político y mantenerlo.

Creen que el buen político es aquel que desdeña el poder. Y no, no es así.

Acumular poder es el fin de Pedro Kumamoto, de Nelson Mandela, de Elba Esther Gordillo, de Joe Biden o Javier Milei. Claro, hay muchas diferencias en cuanto a los usos que se le da a ese poder, pero el político busca maximizar la cantidad de poder en sus manos porque a través de este es que pueden llevar a cabo cambios o transformaciones: ya sea fines nobles o enriquecimiento ilícito.

Así siempre ha sido la política, así es y así será.

Y se olvida. En el idealismo en el que los jóvenes de Wikipolítica aparecieron, muchos creyeron que no iban a estar sujetos a esta dinámica. Es más, muy probablemente ellos mismos lo creyeron.

Muchos creyeron que «no eran políticos», pero sí lo eran. A la hora que comienzas a hacer política te conviertes en un político.

Es más, en nuestro ámbito, sin involucrarnos en la política formal, todos hacemos política y, para ello, buscamos acumular la suficiente cantidad de poder para lograr nuestros fines: algunos de forma ética y con fines nobles y otros con fines perversos.

Es parte de la condición humana.

Pero el político, el que entra a la política formal, ya tiene como fin último de su profesión acumular poder. La acumulación de poder es al político lo que la acumulación de dinero es al empresario (al que, en cuanto acumula más, empieza a ver la acumulación de poder per sé como algo atractivo).

El cambio de discurso de Kumamoto y Futuro va en función a ello. Dentro de su lógica creyeron que la vía independiente ya no era un mecanismo viable para acumular poder y para ello decidieron ir en alianza.

Reconocer ello es, más que una traición, tal vez hasta una manifestación de madurez producto del aprendizaje de su interacción con el sistema político.

Comprendes que en el contexto actual, con el sistema de normas y reglas que tenemos y con la idiosincrasia política limitarte a ser independiente es un craso error para su fin último: acumular poder.

Y si no tienen poder, no pueden lograr cambios.

Por eso fundaron su propio partido (lo cual sí me pareció un acierto) y por ello se aliaron con MORENA (lo cual me parece un error). Por ello comienzan a adoptar un discurso oficialista impensable hace algunos años. Y son los mismos cabrones, no se volvieron locos ni más perversos.

Pero es que me parece un mal cálculo el suyo. Uno terrible y tal vez hasta fatal.

Mal cálculo porque en esa movida básicamente dilapidaron todo el capital político que tenían: tanto los votantes locales como las simpatías a nivel nacional que les ayudaba a reforzarse como movimiento y partido. Al perder eso, les queda sujetarse a las simpatías de los morenistas y ello crea una relación muy asimétrica de poder entre MORENA y Futuro.

Es decir, la premisas eran relativamente correctas:

«Somos un movimiento independiente de los partidos».

«Es imposible, como independientes, ganar poder y trascender en el sistema político actual»

Pero la conclusión no necesariamente se sigue de ahí:

«Ergo, me alio con MORENA y el Verde».

No repararon en que su capital político se basaba en la idea de que ellos representaban una alternativa a la partidocracia. Podían tejer alianzas de otro tipo de tal forma que no asustaran o incomodaran mucho a sus seguidores, pero se aliaron con lo más antitético: el partido en el poder, autoritario y antidemocrático, siendo ellos un partido cuyo grueso de votantes así como el círculo rojo a nivel nacional que lo apoya no simpatiza con AMLO ni con MORENA.

Y pìenso, como escribí anteriormente, que el error crucial de Futuro no fue este, sino un cúmulo de errores pasados que no les ayudó a trascender (a lo cual se suma, claro, un sistema político caduco e inoperante que castiga a los independientes). Este podcast de Álvaro Quintero ahonda en ello muy bien.

Futuro pudo trascender y provocar cierta sacudida en el sistema político, su circunstancia propia en su búsqueda propia de poder les daba esa posibilidad. Sin embargo, tampoco puedo asegurar que ellos, estando en condiciones óptimas, lo hubieran logrado. El sistema actual no es muy generoso al respecto.

Y no lo lograron, pero, como sea, en algún momento iban a terminar formando parte del sistema.

Es lo lógico asumiendo lo que ya dije: los políticos buscan el poder, y dudo que configurarse como eternos outsiders sea el camino más fácil.

Y siglos y siglos de historia lo reafirman. Todo lo disruptivo, con el tiempo, termina integrándose en el statu quo. Lo importante es lo que logran sacudir en el camino.

Lo que a mí me pesa no es la «traición», sino que fue un movimiento que no terminó de dar esa sacudida que pensé iban a alcanzar a dar. Creí hace algunos años que serían capaces de ello.

No solo es eso, es que con esto se cierra una etapa en una ola de participación ciudadana en Guadalajara que inició hace unos 15 años y que terminó, progresivamente, incorporándose al sistema político habiendo podido trascender más en el camino. Activistas muy valiosos se fueron a MC, MORENA y otros partidos.

Regresando a lo primero. La gente pensó que los wikis no eran políticos, sino ciudadanos comunes y corrientes que iban a provocar un terremoto en el sistema de partidos. Una buena ilustración de este acto de ingenuidad es el video de Chumel Torres:

Pero sí lo son.

Y los políticos también son ciudadanos. Son personas comunes.

No son entidades separadas. Son personas comunes y corrientes desempeñándose en un ámbito.

Son personas normales, ergo, políticos normales.

Así como lo son Xóchitl Gálvez o Claudia Sheinbaum o AMLO. Unos, claro, más presentables o decentes que otros, pero todos sujetos a la misma dinámica que los hace operar de acuerdo a cierto orden de incentivos.

Así que más que hablar de traiciones, es importante comenzar a hablar de lo mal que funciona el sistema político y preguntarse por qué funciona mal.

Porque el problema es sistémico. Los wikis querían sacudir eso, con el tiempo se sintieron imposibilitados y prefirieron incorporarse a este.

Y Kumamoto no es el único independiente que ha caído. Han caído todos, porque el sistema político establece unas barreras de entrada muy altas.

Por eso la estrategia común en México es parecer outsiders sin necesariamente serlo. Los outsiders son atractivos, sobre todo en estos tiempos en que la gente no se siente representada, pero el sistema impide que lleguen.

AMLO es un hijo del sistema político y se vende como outsider. Xóchitl Gálvez, tal vez lo sea menos que AMLO, pero lleva los suficientes años dentro de éste y también se presenta como una «externa» aunque, al mismo tiempo, se toma fotos con los líderes de su alianza.

Y entonces uno se pregunta si se puede cambiar al sistema político cuando este propio sistema impide la entrada a aquellos outsiders que quieren cambiarlo.

¿Ven la paradoja? Si queremos cambiar el sistema político necesitaríamos, para ello, que éste ya hubiese cambiado.

Yo creo, sin embargo, que no es condición necesaria «entrar la política» como lo hizo Kumamoto, aunque sí se debe «hacer política». La participación ciudadana puede ser útil para ejercer presión para que ello ocurra.

De hecho ya ha ocurrido, aunque con cambios todavía muy insuficientes pero acertados. La figura todavía insuficiente de los independientes o algunos de los mecanismos de transparencia se explican gracias a la presión de la ciudadanía organizada.

Tampoco es imposible que alguien, desde dentro del sistema, haga cambios si tiene incentivos para ello. Esto incluso se puede conectar con la vía de la sociedad civil. El político escucha a la sociedad civil e impulsa cambios.

Pero claro, todo sigue pareciendo insuficiente, y más con un régimen que, en su aspiración a la hegemonía, busca dar marcha atrás a los avances relacionado con la democracia, la transparencia y la rendición de cuentas.

Y tristemente, vemos como ese anhelo de crear un sistema político más representativo, parece más lejos de lo que llegamos a pensar.