El fin de 2023 y la muerte

Ene 1, 2024

Una breve reflexión sobre el año nuevo y cómo en el 2023 cambió radicalmente mi idea sobre la muerte.

El fin de 2023 y la muerte

Memento mori.

Me ha gustado mucho el poco tiempo que llevo en el cuarto piso (los 40’s). A pesar de que el statu quo suele privilegiar a los más jóvenes y, a pesar de que muchas personas cambian llegan a los 20, a los 30 y a los 40 con angustia, sintiéndose viejos, yo la he pasado bien.

Tal vez porque he logrado encontrar alguna suerte de equilibrio emocional que hasta hace poco tiempo no había tenido, tal vez porque conforme uno crece ve cómo su carácter se vuelve más templado y menos impulsivo, lo cual, junto con la acumulación de la experiencia, me ha ayudado a ver muchos detalles de la vida desde una perspectiva algo distinta, como más completa y holística.

La idea de la muerte no me angustia porque la he aceptado. Me voy a morir, y no sé cuándo, no sé si en 40 años o mañana. Lo único que espero es que esa transición sea lo menos dolorosa posible, y que, cuando me vaya de esta tierra, lo haga sintiéndome orgulloso de mi persona y de lo que dejé mientras estuve vivo.

Tal vez muchas cosas de las que hoy hago y me motivan en la vida tienen que ver con eso. Llegar al lecho de mi muerte de la forma más apacible posible, saber que dejé algo, que logré trascender como persona. No es necesario que todo el mundo lo sepa o me «erijan estatuas por ello» (que hasta esas, en ocasiones, pueden llegar a ser poco merecidas), solo que lo reconozca mi consciencia.

En ningún año habían partido tantos familiares. En poco más de un año partieron dos tíos, una tía, mi última abuela y un primo. Saber que se van y, aunque ellos ya están descansando arriba, abajo se siente el vacío. Me pregunto cómo están los familiares a quienes dejó, mis tíos y mis primos. A veces me corre una lágrima del hecho de acordarme de ello, de que mi psique a veces no asimila que ya no están, pero ello no es algo que podamos evitar, todos nos vamos a ir.

Mi papá ha batallado con problemas de salud desde hace algunos años, pero siempre ha salido adelante como un guerrero haciendo lo que le gusta: trabajar, ser productivo y estar con sus nietos. Él me ha mostrado lo que son las ganas de vivir. Hay amigos y conocidos que tal vez no tienen el privilegio de tener la salud de la que hoy gozo, pero ni la buena alimentación, ni las idas al gym, pueden garantizarme que esta siempre va a estar ahí. Uno solo procura estar lo más sano posible y ya.

Pero a todos nos llega la hora. Mi perspectiva sobre la muerte cambió de forma radical en este año y tal vez sea lo más relevante del 2023, más allá de logros, alegrías o tristezas. Es ese reconocimiento de que no estoy aquí para siempre, de que incluso es probable que ya viví más tiempo del que me falta vivir, que el reloj regresivo (cuyos dígitos desconozco) sigue corriendo.

Tal vez por eso no le tengo miedo a la muerte. Tengo miedo a ver a mis seres queridos sufrir, a que yo mismo sufra, que yo o ellos caigan en la pobreza, que a mí o a mis seres queridos nos hagan daño, que seamos víctimas de una profunda injusticia, a los ataques de ansiedad que no han regresado desde hace algunos años, le tengo miedo a muchas cosas, tal vez algunas cosas que puedan rodear a la muerte (dolor, sufrimiento) pero no a la muerte en sí.

Tal vez es ahora, que la veo un poco más cerca, que veo que a la gente le llega y que he logrado reconocer la finitud de la vida, cuyo tiempo pareciera transcurrir más rápido, que me he logrado reconciliar con la idea de la muerte.

Y esa reconciliación es la que aviva mis ganas de vivir.