¿Es Xóchitl? La primera vez que la oposición logró entusiasmar un poco

Jun 29, 2023

La oposición por fin mostró a una candidata que ha generado algo de entusiasmo y que tiene un perfil interesante. Sin embargo, todavía no es tiempo de echar las campanas al vuelo.

¿Es Xóchitl? La primera vez que la oposición logró entusiasmar un poco

Hasta hace pocos días, la oposición tenía una cartera variopinta de aspirantes a la candidatura de Va por México: algunos más capaces y otros no tanto, pero ninguno de estos perfiles lograba despertar el más mínimo entusiasmo.

Pero un político que quiera aspirar por la grande no solo debe ser un buen administrador, técnico, político o representante de la voluntad ciudadana, sino que debe ser un buen candidato. Esto se hace más necesario en tiempos polarizados, donde una figura tibia y pusilánime poco tendrá que hacer ante el vendaval oficialista.

Hasta la fecha, quien había logrado romper un poco esa dinámica era Lilly Téllez, quien se bajó de la contienda aduciendo graves defectos en el proceso (posiblemente no carezca de razón en ese sentido). Como expliqué hace algunos días, ella había logrado construir un discurso un tanto más consistente, pero poco más. La senadora lograba atraer los reflectores cuando hacía algún comentario polémico, pero como que después se apagaba. Por momentos quería ser polémica a la Trump para luego querer presentarse como una Merkel que no iba a dar marcha atrás a los avances sociales aunque no estuviese de acuerdo con ellos.

Pero, de la nada, surgió Xóchitl Gálvez, quien parecía autodescartada porque sus aspiraciones estaban en la CDMX. En solo dos días, logró generar un entusiasmo mayor al de todas las candidaturas juntas. De pronto, al ver este sorprendente ascenso, varios se bajaron.

No estoy hablando, claro está, de un entusiasmo del tamaño que generaron el Maquío Clouthier o Vicente Fox en su tiempo, pero sí de uno suficiente como para mostrarse más competitiva que el resto de los candidatos.

Las encuestas inmediatamente la pusieron como la mejor posicionada de la oposición. La gente comenzó a hablar de ella, su presencia comenzó a generar nervio en el oficialismo, el cual se expresó por los ataques de los bots e influencers orgánicos del régimen.

Algo se movió.

Es curioso, porque aunque milita en el PAN, Xóchitl es más bien de izquierda: una, claro está, diferente a la típica izquierda latinoamericana que profesa la 4T: una más bien de avanzada, moderada, más inclinada a la socialdemocracia y a los valores de la democracia liberal. A pesar de que se le ubique, como al régimen, en el lado izquierdo del espectro político, Xóchitl tiene con qué contrastar con el régimen: sobre todo, tiene con qué contrastar con aquellos rasgos que los opositores deploran más del régimen.

La concepción de Gálvez sobre la realidad política y económica, así como su historia de vida, bien puede servirle para persuadir a parte de la derecha económica. Su historia de vida le permite tejer una historia de mérito, de alguien que empezó desde abajo. A su vez, su presencia es incómoda para la narrativa oficialista porque ella tiene orígenes indígenas y nació en la pobreza: no la pueden llamar fifí ni privilegiada. Ella no es un «animalito al que hay que cuidar» (como diría AMLO) sino uno más fuerte y aguerrido que se valió por sí mismo.

Su izquierda no cree en el paternalismo ni en el Estado que abarca y dirige todo, sino más bien en una concepción un tanto más rawlsiana donde el tema consiste en dotar de oportunidades y capacidades al individuo para que pueda salir adelante por sí mismo. Ello le puede permitir situarse más cerca del votante mediano: puede darle más razones a los arrepentidos de haber votado por AMLO y a los jóvenes (que votan menos y están desencantados del sistema político) de darle su voto en tanto que puede conservar a aquellas personas un tanto más conservadoras que están más movilizadas contra el régimen y que salen a votar en masa cada que hay oportunidad.

Por último, a pesar de militar en el PAN, se le percibe como una outsider (rasgo que también compartía Lilly Téllez). Gálvez está menos manchada del descrédito partidista que los insiders como Santiago Creel o Alito Moreno.

Esto la convierte en una candidata más atractiva que el resto: claro está, ello no garantiza desde luego la victoria ni tampoco que haga una buena presidencia si llega al poder.

Porque siendo realistas, la distancia entre una candidata que por fín generó cierto entusiasmo de quien todavía no conocemos el desarrollo que va a tener a una que logre dar la campanada y derrotar a MORENA sigue habiendo una gran distancia. Sería un gravísimo error caer en chaquetas mentales y echar las campanas al vuelo. Podría ser un buen inicio, pero hace falta un gran camino por recorrer.

La oposición sigue estando en franca desventaja y las probabilidades de que MORENA repita en la presidencia siguen siendo muy grandes. No sabemos qué desarrollo vaya a tener la figura de Xóchitl. No sabemos si se va a consolidar como «la candidata» o va a quedar en un mero entusiasmo inicial.

También habría que notar que este entusiasmo se expresó mayoritariamente en redes sociales y espacios de opinión, los cuales no representan a la sociedad por completo. ¿Existirá este entusiasmo fuera de estos lugares? ¿Se replicará ahí? ¿O es que las redes nos están creando una percepción falsa o sesgada? Con el tiempo lo iremos descubriendo.

Lo que sabemos es que ha empezado bien, con spots que se comparten en redes y dan de qué hablar, de una reacción importante en medios y hasta en el oficialismo que ningún otro precandidato había podido presumir.

¿Es Xóchitl? Lo sabremos con el tiempo. Sin embargo, las señales parecieran indicar que sí.