Algo así como seis millones de mexicanos salieron a votar.
Seis millones puede no parecer un número despreciable, es una cantidad mayor a la población de la Zona Metropolitana de Guadalajara o la de Monterrey.
Pero cuando esa cifra se pone en contexto todo cambia.
Si decimos que seis millones de los cerca de noventa millones que conforman el padrón electoral fueron a votar, entonces sabemos que cerca de ochenta y cuatro millones de personas decidieron no ir a votar.
Si el 7% fue a votar, el 93% no lo hizo. En la elección intermedia, el 53% fue a votar y el 47% no lo hizo. La diferencia es muy grosera.
Si ese 7% se pone en el contexto del 40% requerido para que la consulta sea vinculante, entonces es un fracaso descomunal. El éxito significaba haber rebasado esa cifra, que quedó allá muy lejos.
Si bien, puede ser engañoso el argumento de la oposición que dice que si el 7% votó ello implica que el 93% votó en contra del ejercicio (mucha gente no acude a votar por apatía, porque no le interesa el acontecer político o porque ni se enteró), el rechazo a este ejercicio sí es considerable si se contrasta con los datos de las elecciones intermedias y ello debería preocupar al oficialismo.
Uno de los argumentos de los oficialistas es que el sí ganó de forma contundente, pero es que la pregunta de la consulta casi casi se responde por sí misma. Si le preguntas a la gente si quiere ser feliz o si quieres ser millonaria todas te van a responder que sí. Si a la gente le preguntas si quiere que se investigue a los ex presidentes todos te van a decir que sí, incluso los mismos ex presidentes que consideren que no hay razón por la que pudieran ser procesados votarían por el sí.
El «triunfo» del sí no revela el éxito de la consulta. Que el sí se haya quedado muy lejos de poder ser vinculante revela su fracaso, porque nos quedamos donde mismo y porque no va a tener ningún efecto. Que una consulta no sea vinculante es lo mismo que si no se hubiera hecho: la única diferencia son todos los recursos que se invirtieron para poder llevarla a cabo.
Ante el evidente fracaso, el oficialismo busca construir una narrativa para aminorar el impacto del resultado, o bien, con otros propósitos políticos como descalificar al INE.
El régimen se ha dado a la tarea de construir una narrativa que, de alguna u otra forma, le beneficie. La verdad es que cualquier narrativa en este sentido no tiene sustento a partir de los resultados.
Por ello, si la consulta fue un fracaso es por culpa de «alguien más». En el banquillo de los acusados se encuentra el INE, a quien acusan (sin pruebas) de estorbar, de poner trabas, organizar boicots y demás. Pero también están quienes decidieron no participar.
Por ello es que el oficialismo también se ha dado a la tarea de recriminar a quienes no votaron en la consulta: algunos influencers y usuarios adheridos al régimen han afirmado que los que no votaron han sido insensibles con las «víctimas», como sugiriendo que su negativa a votar es una suerte de apoyo a los regímenes anteriores. Pero nada más falso, mucha gente no fue a votar bajo la premisa de que la ley no se consulta. Muchos otros no lo hicieron porque no consideran que la consulta vaya a hacer una diferencia y la perciben como una suerte de engaño al régimen.
Sin embargo, esa recriminación puede ser muy contraproducente ya que, bajo su supuesto, la mayoría de los mexicanos apoyaría a los regímenes pasados en detrimento del régimen actual.
Lo que sí sugiere este ejercicio es que el voto duro del lopezobradorismo es más pequeño que en 2018 y que el alcance e impacto de su narrativa se ha mermado a lo largo del tiempo en el que AMLO ha estado en el poder (lo cual también se reflejó en las elecciones intermedias). También nos muestra que el voto duro del lopezobradorismo se concentra en el centro y el sur del país:
Es posible que esta consulta se haya propuesto para hacer olvidar el compromiso de AMLO para someterse a una revocación de mandato, pero el ejercicio no salió bien. Por eso los argumentos suenan muy forzados.
Es la oposición quien tiene el escenario a su favor para crear una narrativa donde muestre que el poder discursivo del lopezobradorismo está menguando y no tiene el alcance de antaño. Es cierto también que la poca credibilidad que tiene la oposición partidista puede hacer que esta narrativa no termine teniendo el alcance esperado.
Pero los resultados de la consulta ahí están, los datos son claros, por más que puedan confrontar a algunos.