En los viejos tiempos, la única alternativa a la patadita de Raúl Velasco para poder tener los reflectores encima era tener una posición de privilegio en el poder, como bien lo sabía Carmen Romano, la esposa de José López Portillo.
En el 2012 yo había pensado que Beatriz Gutiérrez Müller sería un activo en favor de López Obrador. Una señora que ciertamente goza de cierta cultura y que parecía de carácter templado contrastaba con La Gaviota, una actriz frívola de la cual muchos pensamos que devaluaría y hasta denigraría la figura presidencial hasta convertirla en un circo. Afortunadamente, a excepción de su lamentable video recriminándonos a todos por criticar el asunto de la Casa Blanca, mantuvo un perfil muy bajo. Mi tesis era esa: que en cuestión de primeras damas, Müller sería un activo en favor de AMLO, en tanto que la Gaviota sería un problema para el gobierno de Peña Nieto.
Pero parece que me he equivocado. No porque niegue que Beatriz goce de cierta cultura, sino porque, en lugar de que desde su posición de poder hiciera algo para impulsar la cultura en el país, ha aprovechado ese privilegio para promocionarse ella misma como una mujer culta e intelectual. No solo se trata de la exposición que le da el mero hecho de ser la esposa del Presidente de la República, sino que ha echado mano de las instituciones para promocionarse. No se puede explicar de otra forma que Notimex, la agencia de noticias del gobierno, haya presumido los views que lleva su video en Youtube con Tania Libertad y Armando Manzanero.
La verdad es que eso de la cantada no se le da a nuestra querida Beatriz, en el video que tanto ha presumido (en Youtube y Spotify) desafina más de una vez. Tal vez esto pueda sonar frívolo e irrelevante, pero no lo suena tanto si tomamos en cuenta que en México hay cantantes mucho mejores que tal vez se vean afectados por los recortes de su gobierno a Cultura.
Las pretensiones de Beatriz Gutiérrez Müller, quien también se dio el lujo de publicar un libro en el que el Presidente López Obrador escribió el prólogo, me recuerdan al sexenio de López Portillo y, en cierta medida, al sexenio de Vicente Fox (aunque Martha Sahagún no pretendía destacar intelectualmente) donde las primeras damas aprovechaban su postura de privilegio para beneficiarse a sí mismas.
No es que una primera dama se deba «quedar calladita» como decía Margarita Zavala e incluso no me parece nada mal que tengan un papel más activo como el que tuvo Michelle Obama dentro de la presidencia de Barack, pero sí me parece criticable que aproveche su posición de privilegio para beneficiarse personalmente.
Y ciertamente, Michelle Obama escribió un libro en 2012 cuando Barack era Presidente de los Estados Unidos, pero este estaba relacionado íntimamente con su papel de Primera Dama en la Casa Blanca. En cambio, en el caso de Beatriz, sí hay una pretensión que va más allá de la Presidencia y de su papel, que usa a las instituciones (a diferencia de Michelle), y que tiene que ver la autopromoción de su persona.
Está bien que Beatriz quiera promocionar la cultura y poner su conocimiento y capacidades al servicio de los ciudadanos, pero debe saber que la tarea de una Primera Dama (o un Primer Caballero en caso de que el presidente sea mujer), al igual que la del Presidente de la República: debería ir encaminada al beneficio de los gobernados, no al de su persona, y menos cuando se utilizan a las instituciones o recursos públicos para ese fin.