Me dijeron que escribiera sobre la infidelidad.

Ene 6, 2010

Los hombres infieles somos golfistas, y las mujeres infieles son, golfas. Tiger Woods.

Este es un post Vox Populi, porque el pueblo, bueno, una persona (un amigo mío) me ha solicitado escribir sobre la infidelidad. Y bueno, este es un blog donde el 99.9% de las veces yo escribo cosas que se me pegan la gana, pero ahora seré un poquitito más democrático, y a petición popular hablaré sobre un tema escabroso, algo que de pensarlo da como mello. -¿Fta, y si mi novia me está poniendo el cuerno?, ¿y si le está poniendo Jorge al niño, o si le está poniendo Juan, o si le está poniendo Arturo, Arturo?, Valgame Dios, ¡va a salir tan maricón que no se va a atrever a matar una gallina.!

La infidelidad es algo de lo más común. De la encuesta que le hice a las mujeres, casi la mitad admiten haber puesto el cuerno alguna vez. Malditas. Pero casi la mitad afirma que el hombre le ha puesto el cuerno a la mujer y otra fracción no lo sabe. Ah, pues también el hombre es mas cabrón, de hecho históricamente lo ha sido más, pero con eso del feminismo las mujeres se nos están revelando, y estadísticamente ya nos están empatando (y parece que en algun momento las dos gráficas van a converger y las mujeres nos van a rebasar).

Que si se están perdiendo los valores, que si la gente ya no va al templo, que si no se que. Pero la infidelidad siempre ha existido, es cuestión de leer un poco los libros de historia. Inclusive antes la mujer toleraba las infidelidades del hombre porque era muy mal visto que se quedara sola, la pobre no se sabía defender. Hasta personajes históricos como Frida Kalho que se caracterizaban por tener su caracter, le llegó a tolerar infidelidades a Diego Rivera, aunque esta luego se dió sus agasajones con Trotsky. Ve tu a saber si esos oyotes de rifle que están en la pared de la casa del ex-soviético fueron mandados a hacer por Stalin, o por algún recelo de Don Diego. En realidad fué por lo primero.

Pero independientemente de todo eso, si hay algo que es muy feo, es que a uno le pongan el cuerno (afortunadamente no es mi caso, todavía). No solo es el saber que ese lazo afectivo que tenías con la otra persona se ha deteriorado (y en muchos casos destruído), sino que muchas veces el o la afectada siente que pierde su reputación y su orgullo (masculino o femenino). El tener un cuerno en la cabeza (lo digo en sentido figurado), no es de lo más agradable, y a uno no le gusta escuchar. -Oye mira, Amígdala le puso el cuerno a Cerebro. Mientras el escribía su artículo, ella se estaba dando sus agasajones con el bulbo raquideo. Pobre Cerebro. (Claro si esto hubiera sido realidad ya le hubiera atravesado un cuchillo al tal bulbo hijo de su madre).

Pero el infiel no se queda atrás. A menos que se trate de una persona tan hija de su puta madre, el, o la infiel, termina deteriorando su honor. ¿O quien se va a atrever a entregar su corazón a una persona que tiene fama de ser infiel? (a menos de que lo que quiera dar, no sea su corazón). De hecho el infiel termina siendo más mal visto por la comunidad que el cornudo, porque si bien, por este último la gente sentirá compasión, por el infiel sentirán desprecio. Aunque bien, también hay formas de disfrazar las infidelidades para que las cosas no parezcan como en realidad son.

Por eso mis amigos lectores de este blog. Porfas, no traten de ser infieles. Se los pido de corazón, porque ¿saben cuantos suicidios hay por esta causa?. Si un desamor duele muchísimo, imagínense que te pongan el cuerno. Por eso amigos, no sean infieles, mejor, vayan a matar gallinas.