Del odio a la religión

Oct 1, 2009

La otra vez leía un artículo de la revista Letras Libres (en su versión web), un medio claramente liberal (su propio nombre lo dice) donde un autor, cuyo nombre no recuerdo, criticaba a gente como Richard Dawkins (el célebre científico evolucionista que escribiera «El Gen Egoísta) por su posición tan radical contra la religión, y comentaba que ese halo de desprecio ante los cultos era igual de fundamentalista que las propias religiones que se han caracterizado por el fundamentalismo.

Yo nunca he sido precisamente una persona muy religiosa, y desde este punto quiero dar mi opinión sobre esa actitud a veces irracional que se tiene con las religiones.

Una religión es la práctica un conjunto de creencias basadas en algo divino que va más allá de lo que los seres humanos podemos ver. Este conjunto de creencias crea un orden social para las personas que creen en esta divinidad (generalmente un ser supremo), mediante reglas, rituales, tradiciones, etc…

El religioso debe apegarse a este orden social para poder trascender dentro de esta divinidad, cuya base es originada por el pensamiento de algún profeta, algún escrito, alguna revelación, o una derivación de las tres partes; para después ser interpretadas y así establecer las normas que se deben seguir para alcanzar la divinidad.

Lógicamente, este orden social funciona solo para quien cree en la divinidad planteada por las religiones. Entonces para un católico no funciona la de un protestante, y para un ateo o agnóstico no funciona el orden social de religión alguna, aunque bien, se pudiera adaptar algún conjunto de normas por su eficacia y no por el fin trascendental que tiene.

¿Entonces por qué hay quienes odian las religiones, si simplemente al no ser parte de ellas no deben seguir sus normas?. Yo estoy de acuerdo en que es natural la crítica cuando vemos posiciones radicales como el islamismo, o bien, corrientes ortodoxas de ciertas religiones (el Opus Dei al catolicismo por ejemplo), porque están compuestas de creencias demasiado cerradas y son mas proclives a buscar controlar a los súbditos con un fín diferente a la divinidad, e incluso llegar a dañar a quienes no pertenecen a ella (terrorismo islámico). Pero creo que cuando se sataniza a una religión o a un practicante de cierta religión, se cae en el otro extremo. Muchos de esos críticos dicen llamarse liberales, pero uno de los principios del liberalismo es la libertad de culto y el respeto a las demás creencias.

Se puede no creer en un Dios, y quien no crea, puede tener razones válidas y respetables para no creer, y por lo tanto decidir no practicar ninguna religión. Pero también las personas creyentes tienen razones válidas y respetables para creer. Buscar comprobar la existencia o no existencia de Dios para decirle al otro que está equivocado, es una pérdida del tiempo. Porque mientas un ateo tiene razones racionales para no creer, un religioso tiene razones espirituales para sí creer; y el problema es que la razón y la espiritualidad son dos cosas totalmente diferentes. No se sustituyen entre sí, más bien se complementan.

Por ej, la religión católica ha logrado aceptar la teoría evolutiva con cada vez mas facilidad, porque han descubierto que la razón (la teoría de Darwin) y la espiritualidad (basada en la creencia de que un Dios creó el universo) no chocan, como se creía antes, sino que al estar basados en dos fundamentos totalmente diferentes, no tienen que repelerse, sino que se pueden complementar, y las dos creencias pueden coexistir. Cosa que no ha pasado con algunas iglesias protestantes, las cuales siguen creyendo en el creacionismo, porque no han sabido hacer la distinción entre la razón y la espiritualidad.

Es cierto, también sería una mentira decir que un ateo o un agnóstico, al no ser religioso, no tiene eso llamado espiritualidad. Simplemente ellos la encuentran en otra parte, puede ser en los libros, en las investigaciones, en los debates, etc… Pero no se puede debatir con el espíritu algo racional, ni algo espiritual con la razón.

Es por esto, que así como es totalmente válido y respetable, optar por una religión o por la abstención a practicar alguna. También es un deber respetar la elección de los demás, y el fundamentalismo es romper con esa línea de respeto. Por eso pueden existir tanto fundamentalistas musulmanes o católico, como fundamentalistas ateos.

Es correcto señalar a las religiones cuando caigan en un acto de doble moral, cometan un error, o algún daño. Pero no hay ninguna razón por la cual odiar a las religiones. Más bien las dos partes debemos aprender a respetarnos mutuamente, y así tanto los religiosos, como los ateos, seremos más coherentes con lo que creemos.

Por que a fin de cuentas, todos somos seres humanos, y los seres humanos valemos por lo que somos, no por lo que creemos.