A partir de la semana pasada, las y los precandidatos de MORENA comenzaron una campaña para llevarse la candidatura que, por lo visto, representa una gran posibilidad para llegar a la silla presidencial.
Habrá incluso quien, teniendo una visión pesimista de la oposición, afirme que esta se trata de una «final adelantada».
Esta es una precampaña sui géneris. Primero, porque es a todas luces ilegal. Segundo, porque es lo más parecido que hemos tenido a unas elecciones primarias en México (al menos en la teoría, no tanto en la práctica). Tercero, porque también constituye algo así como un «post-dedazo»: tiene varias similitudes con el dedazo presidencial del PRI hegemónico, pero también representa una suerte de evolución de este ya que las y los candidatos de alguna forma competirán abiertamente por la voluntad del Presidente.
Para comprender la dinámica de esta precampaña tenemos que comprender dos cosas:
- Quien va a tomar la decisión final es López Obrador y no las encuestas que sólo servirán para medir el potencial de las candidaturas.
- Esto significa que la pre-campaña va a girar en dos vertientes
- Mostrar lealtad al proyecto «transformador» de López Obrador
- Mostrar capacidad para garantizar votos y, así, el triunfo electoral en la elección presidencial.
AMLO busca garantizar la continuidad de su proyecto, y para ello espera que quien lo haga sea lo más leal a éste y tenga más posibilidades de ganar. Sin embargo, es posible que la persona más leal es quien tenga menos posibilidades y que quien tenga más posibilidades es quien menos le garantice lealtad.
Y, como en la práctica este dilema parece existir, López Obrador necesitaría encontrar el punto óptimo para satisfacer sus ambiciones.
Con base en los careos que se han hecho de los candidatos y al comportamiento mostrado en este sexenio, podría atreverme a decir que las corcholatas de la siguiente forma (incluyo a Ebrard, Sheinbaum y Adán Augusto en tanto que dejo fuera a Monreal, Noroña y Velasco, porque me parece que, al día de hoy, los tres primeros tienen posibilidades reales y los otros tres son prácticamente testimoniales, a menos de que ocurra algo imprevisto):
Claudia Sheinbaum:
Claudia es la persona que, al día de hoy, tiene una mayor ventaja y por algo se dice que es la «favorita del Presidente». Hoy es quien más posibilidades tiene ganar la elección presidencial ya que así lo muestran los diversos careos que se han hecho.
Contrario a lo que muchos afirman, no es quien más garantiza la continuidad del obradorismo. Si bien, como Jefa de Gobierno mostró cierta lealtad al régimen en diversos aspectos y discursivamente se ha tratado de mostrar muy leal al Presidente, también es cierto que en algunos temas tomó «su propio camino» como ocurrió con las políticas en torno a la pandemia (más responsables las de ella que las de él). El pragmatismo de Claudia no debe desdeñarse.
El problema de Claudia es que es una persona con muy poco carisma y ha estado en los reflectores y frente al escrutinio público con mayor frecuencia y no necesariamente de forma positiva. Posiblemente la decisión más inteligente como primer lugar en estas circunstancias sea «nadar de muertita».
Marcelo Ebrard:
En teoría, es quien se encuentra más desaventajado porque hoy garantiza menos votos que Claudia (aunque la diferencia es relativamente pequeña) pero, sobre todo, es quien me parece que garantiza menos lealtad a la continuación del proyecto de AMLO. De los tres, Marcelo es quien es más distinto ideológicamente de López Obrador y quien tendría más posibilidades de llevar su presidencia por otro camino.
Aunque no la tiene fácil, esto no quiere decir que Marcelo no tenga posibilidades. Si Claudia pierde popularidad en el proceso (cosa que no es imposible) y Adán no levanta (cosa que tampoco), posiblemente AMLO podría decidir por él para garantizar la continuidad, aunque no de forma tan precisa, y no arriesgarse a perder con la oposición.
Adán Augusto:
Estoy seguro de que López Obrador quisiera que Adán fuera su próximo sucesor: es el más leal de todos, es su amigo, idiosincráticamente es el más similar (incluso comparten orígenes) y hasta se parecen físicamente. El problema es que Adán aparece muy abajo en los careos y ello implicaría arriesgar demasiado.
La tarea de Adán consiste en levantar desde abajo. A diferencia de los otros dos, Adán se está esforzando en darse a conocer porque de los tres es el menos conocido. Por ello es que ha «tapizado» las ciudades principales con espectaculares que muestran su rostro y que reafirman la lealtad a López Obrador.
La precampaña
El inicio de las campañas va en esta tesitura. Los tres insisten ser leales a López Obrador, basta ver la propaganda que están desplegando o las decisiones que pueden bien ser muy polémicas pero que parecieran tener una estrategia bien pensada como la de Marcelo Ebrard al proponer la «Secretaría de la 4T» para que la dirija el hijo de AMLO.
Otra cosa a tomar en cuenta es el público al que se dirigen. Todos buscan espacios en medios, pero es notorio que Marcelo Ebrard y Adán Augusto buscan darse baños de pueblo: el primero utilizando un «vochito» tal cual Pepe Mujica. Y, aunque a muchos nos pueda parecer un acto de frivolidad, saben que tienen que ganarse al electorado afín a López Obrador al cual le tienen que prometer la continuidad de un proyecto que «ve por ellos» (hago énfasis en las comillas).
En la siguiente entrega les presentaré un análisis de datos que estoy haciendo sobre las reacciones hacia las corcholatas en Twitter, el alcance que tienen, quienes están tratando de amplificar su mensaje y qué es lo que la gente opina de quienes aspiran a ser la opción de MORENA en la elección presidencial.
Y vuelvo a recordar sobre la ilegalidad de esta pre-campaña.