Defender al CIDE del acoso y el estigma

Nov 18, 2021

El CIDE es asediado y estigmatizado por el régimen. ¿El error? Que el presidente considera que no sirve a sus intereses políticos, así como ocurre con el INE y demás instituciones autónomas constantemente atacadas.

Defender al CIDE en tiempos difíciles

Lo que le está pasando al CIDE es algo que debería preocuparnos a todas las ciudadanas y ciudadanos de este país.

Y debe de preocuparnos no solo por la importancia que tiene esta institución en nuestro país, sino porque está sufriendo el mismo acoso que sufren las instituciones autónomas por parte del régimen actual que, en un acto autoritario, busca imponer una forma de pensamiento único que le sea beneficioso al régimen.

El régimen actual ha buscado estigmatizar a la institución (hasta ha recibido varias menciones en las mañaneras), ha hecho lo propio con las y los profesores así como con quienes estudiamos ahí. El encuentro que tuvimos hoy por Zoom los alumnos con el director interino José Antonio Romero Tellaeche, que fue colocado en esa posición por el régimen, lo dejó muy claro: de alguna forma sugirió que quienes estudiamos ahí estamos manipulados ideológicamente, que no tenemos pensamiento crítico, que no servimos al país y que nuestras mentes están moldeadas por profesores que estudiaron en Estados Unidos (el propio Romero Tellaeche estudió ahí, pero se justificó diciendo que en nuestro país no había doctorados y que tiene pensamiento propio). Además, en este mismo encuentro también afirmó que los medios de comunicación orquestaron una campaña de desprestigio en su contra.

Sin conocer a su comunidad ni las dinámicas de la institución, el director interino se atrevió a hacer aseveraciones estigmatizantes de forma categórica, además, claro, de destituir arbitrariamente a personas que ostentaban posiciones directivas. Algunas alumnas y alumnos que intervinieron en esta sesión le pidieron que conociera más a la comunidad y la institución, pero siguió haciendo lo mismo hasta que terminó la entrevista.

Lo que vivimos ahí fue básicamente una extensión del régimen, de una mañanera: el tono del discurso era exactamente el mismo. Acusó al CIDE de neoliberal e ideologizante. Todo esto fue insultante. Por ello, yo quiero contar mi experiencia en esta institución para desmentir los estigmas que el régimen ha tratado de hacer caer sobre la institución de la que formamos parte.

Mi experiencia

Primero, lo que caracteriza al CIDE es su orientación metodológica y de investigación. En el año y medio yo nunca he visto imposición ideológica alguna. Entre mis compañeras y compañeros tenemos distintas orientaciones ideológicas: algunos son de izquierda, otros de centro y otros de derecha, y nadie nos ha dicho cómo tenemos que pensar. Nadie me ha corregido algún texto porque usé o no usé lenguaje inclusivo ni me dijeron que mi forma de pensar está mal o es una tontería. Yo me siento aceptado tal y como pienso.

Es cierto, por ejemplo, que la ciencia política que nosotros estudiamos está influida por la ciencia política americana (american politics), pero ello no implica que sea neoliberal: nadie nos dice que tenemos que apoyar al capitalismo o el socialismo. Más bien el CIDE nos otorga herramientas metodológicas para que nosotros, que estudiamos ahí, los apliquemos a nuestras convicciones ideológicas. Las herramientas de investigación las puede usar tanto una persona que es de derecha para estudiar, por decir, el conservadurismo en tal país, o las puede usar una feminista para estudiar la violencia contra la mujer. Si eres comunista o marxista, nadie te dice que debes dejar de serlo. También hay (aunque, por lo ocurrido, parece que ya son realmente pocos) simpatizantes de López Obrador. A ninguna de las personas que simpatizan con el Presidente se les estigma y su postura se respeta.

Segundo. cuando fui aceptado en la institución, llegué con tres temas que eran candidatos para investigación. En el proceso de la selección y desarrollo del tema no hubo nunca algún condicionamiento ideológico ni nadie me sugirió alguna «perspectiva ideológica». Lo que mis profesores de investigación, mi tutor, el profesor Gerardo Maldonado y mi asesora de tesina, la profesora Amalia Pulido, me han pedido es rigor metodológico: que la investigación esté bien sustentada teóricamente, que las variables estén bien conceptualizadas y operacionalizadas, pero la pregunta de investigación es producto de mis propias convicciones y no de la intervención ideológica de la institución.

Tercero, no recuerdo que las preguntas de investigación de quienes estudian conmigo sean «neoliberales». Algunas estudian el autoritarismo, el voto, partidos políticos y demás. Las preguntas de investigación son muy variadas, tienen distintas posturas y abordan distintos temas.

Cuarto. si los profesores «moldearan nuestras mentes sin criterio», entonces podría esperarse que las y los estudiantes pensemos igual, que somos una masa ideológicamente homogénea, y la realidad es que no es así en lo absoluto. Por el contrario, mi grupo de clase es muy diverso. Dicen que el CIDE es «neoliberal» pero varias de las personas que estudian conmigo (no todas) son de izquierda y siguen siendo de izquierda.

Pero esta diversidad no ocurre solo con los estudiantes sino con los profesores, muchos de ellos tienen formas de pensar distintos y sus temas de interés son distintos. Es justa esta pluralidad la que nos da un conocimiento más rico y amplio. Es cierto que muchos (aunque no todos) estudiaron en Estados Unidos, pero ello no implica que piensen igual en lo absoluto ni mucho menos que sean ideológicamente homogéneos. Es cierto, como dice Romero Tellaeche, que tener profesores que estudiaron en otros lados es una buena idea, pero de ahí no se sigue que como muchos profesores estudiaron en Estados Unidos, entonces nos quieren adoctrinar ideológicamente.

Quinto, la diversidad no solo debe ocurrir dentro de la institución sino fuera de ella. Es deseable una institución orientada metodológicamente como es el CIDE exista, al tiempo que exista el COLMEX que tiene otra orientación o la UNAM. Homogeneizar la oferta académica tan solo empobrecerá el conocimiento (ya de por sí limitado) que se genera en el país.

Sexto, el CIDE no es un centro de «blancos privilegiados» como también se pareció sugerir. Tal vez yo sí venga de una posición relativamente acomodada clasemediera, pero no es el caso de todas las personas que estudian conmigo. Tal vez las personas que vengan «desde abajo» no sean mayoría, pero eso es así no por problema del CIDE sino de toda la estructura educativa del país que da una educación paupérrima a los que menos tienen. El gobierno debería procurar que las personas que nacieron en condiciones difíciles puedan recibir una educación desde los niveles básico lo suficiente decente para que puedan acceder a estudiar en centros como el CIDE, eso no ocurre porque una y otra vez nos han mostrado que no es su prioridad.

Seguramente el CIDE tiene cosas por mejorar, pero no es ahorcando a su comunidad e imponiendo una forma de pensar que puede mejorar como institución.

Resistir

La situación del CIDE es complicada. Mucha gente no conoce esta institución ni su importancia. El CIDE no es visible como el INE, por poner un ejemplo. López Obrador tiene una popularidad, de acuerdo con Consulta Mitofsky, de más del 60% y ella no reside en los sectores académicos e intelectuales, la cual perdió (sin preocupación alguna) desde un principio. Dicho esto, es evidente que López Obrador considera que deshacerse o «adoctrinar» al CIDE no le va a traer costo político alguno.

También es complicado porque el CIDE no ha recibido empatía por toda la oposición. Si bien es válido invitar a la reflexión a las personas que votaron por López Obrador y se han percatado de que ello fue contraproducente y que los atajos heurísticos no hicieron el mejor papel, las burlas y las frases como «disfruta tu voto» nada ayudan a ese fin y lo único que logran es hacer el favor al régimen. Al final, ejercieron su voto de forma libre (más allá que algunos no tengamos su mismo punto de vista) y seguramente algún aprendizaje quedará de esto.

Pero si la situación es muy complicada, lo cierto es que el CIDE tiene una comunidad muy fuerte. Que la comunidad resista con fuerza y entusiasmo, pero también con inteligencia. Posiblemente será necesario crear lazos con otras instituciones académicas y universitarias para poder ejercer más presión y elevar el costo político para que el acoso ceda.

Si algo me dio esperanza fue la reacción de las y los estudiantes en el diálogo (si se le puede llamar así) con el director interino. Se atrevieron a confrontarlo, a decirle lo que piensan sin tapujos. Él, por su parte, nunca terminó de contestar las preguntas que le hicieron, dio muchas evasivas y nunca dejó el lado del discurso propio del régimen.

Conclusión

Para mí sería fácil desentenderme porque en junio termino mis estudios y las consecuencias posiblemente no me toquen, yo me iré de la institución con educación de alto nivel, pero si el CIDE me ha dado tanto, creo que una forma de retribuir es ayudar, en mis limitadas capacidades, a defender a esta institución de pulsiones autoritarias para que las siguientes generaciones puedan seguir recibiendo educación de alto nivel para que lo pongan al servicio de nuestro país.

La pluralidad y la democracia liberal están en riesgo. El ataque al CIDE es tan solo una de las múltiples manifestaciones de este riesgo. La ciudadanía debe resistir. Las y los estudiantes, profesores y académicos debemos resistir contra el autoritarismo y las amenazas contra la libertad de pensamiento.

Y por cierto, al ser una institución que paga mis estudios, a quien le debo algo no es al gobierno, sino a las personas que pagan sus impuestos. El gobierno es, o debería ser visto, como un mero administrador y no como un «padre» que nos está haciendo algún favor y al cual le debemos pagar con algo.

Para concluir, les comparto un video sobre la fundación del CIDE. Pueden ver todo el hilo del profesor Carlos Bravo Regidor al respecto.

Lo anteriormente escrito representa nada más que mi opinión y solo hablo por mí mismo.