Somos de Netflix. La historia de una masacre en el México más oscuro

Jul 7, 2021

Somos es una serie de Netflix que trae a la pantalla una de las masacres más dolorosas perpetradas por el narcotráfico. Esta es una historia contada por las víctimas, y no por los narcotraficantes.

Somos de Netflix. La historia de una masacre en el México más oscuro
NETFLIX © 2021

México es un país que tiene muchas facetas, muchas realidades distintas. No pocos mexicanos (aunque la minoría, claro está) pueden presumir tener una calidad de vida similar a los de países europeos. Muchos otros viven en realidades muy distintas que muchos no llegamos a experimentar y que conocemos por la nota roja: realidades donde la violencia es pan de cada día, donde la descomposición social, la carencia de recursos y la necesidad de aferrarse a lo que sea para sobrevivir o salir adelante es regla y no excepción.

Dentro de este lastimoso contexto, «Somos«, la serie de Netflix, relata una de las masacres más duras que haya experimentado en nuestro país en los últimos tiempos, una que no necesariamente tuvo la difusión que merecía y en la que posiblemente murieron más de 300 personas en Allende, Coahuila, un poblado de no más de 20,000 habitantes. Poco más de una de cada 100 personas en ese poblado murieron. James Schamus, el creador de esta serie, después de leer el reportaje de Ginger Thompson, llegó a la cuenta de que esa era una historia que tenía que ser contada a través de la pantalla.

¿Por qué Somos es una serie que vale la pena? Por el simple hecho de que, a diferencia de muchas otras producciones de Netflix, la historia está relatada desde la perspectiva de las víctimas. Por eso se llama así la serie. La mayoría de los personajes como tales no existieron, pero la trama como tal está basada en testimonios reales que aparecen en el reportaje de Thompson de tal forma que, aunque los personajes sean ficticios, la historia que circunda la trama no lo es.

Muchos de los actores no eran de carrera. Schamus quería transmitir naturalidad a través de la historia y lo hizo a través de actores «no profesionales», cosa que salió bien. Jesús Sida, quien interpretó a Paquito, es un buen ejemplo de ello ya que hizo un muy buen trabajo en la miniserie.

El desarrollo de la serie es increíble, el arco de los personajes se va desarrollando a través de los distintos capítulos de tal forma que logras empatizar con ellos mientras un ambiente tenso se comienza a hacer poco a poco más presente. No hay una idealización de la víctima, se les presenta como seres imperfectos que pueden tener muchos defectos, lo cual termina de darle más naturalidad a la trama. Así, cuando la tragedia ocurre, aquello que no puede sentirse con las estadísticas termina doliendo mucho después de haber humanizado a quienes terminarán siendo las víctimas de la tragedia.

Somos acierta en relatar las problemáticas que rodean a la tragedia. Allende es, como muchos pueblos mexicanos, relativamente pobre. Parece ser un pueblo de paso, donde no hay mucho que hacer y donde no hay muchas formas de salir adelante: exceptuando a los más acaudalados que pueden huir de vez en cuando, la cantina y el vicio son formas de perder el tiempo para la gran mayoría de la población. Ahí cohabitan la pobreza, la violencia como forma común para resolver conflictos, los abusos de autoridad ejemplificado en los policías que detienen arbitrariamente a Paquito, el machismo que se hace presente en la relación con las mujeres y, sobre todo, con el trato a las prostitutas como meros objetos (desde los narcotraficantes hasta el pusilánime Benjamín), pero también en esa figura del hombre altanero que siente que puede pasar encima de lo que sea y de quien sea: el típico macho mexicano. También cohabitan la colusión de las autoridades con los narcotraficantes que queda patente cuando los Zetas utilizan a los presos como parte del comando que perpetrará la masacre. Bastó un fallo de la DEA al comunicar información sensible al gobierno mexicano que terminó siendo filtrada para que, como venganza, los zetas decidieran masacrar al pueblo destruyendo casas y quemando los automóviles que se encontraran a su paso.

La falta de Estado de derecho y la consecuente fragmentación del Estado propia de las transiciones de regímenes autoritarios (que, en el caso del PRI hegemónico, tenía bajo control la violencia provocada por los cárteles gracias a una suerte de consenso con ellos) a democracias imperfectas con instituciones débiles acompañan la problemática propia del pueblo ya que explican en cierta medida la espiral de violencia que se ha vivido en el país en las últimas dos décadas. El hecho de que se afirme que todo partió de un fallo de la DEA lo refleja: el gobierno mexicano no es confiable, como no es confiable es riesgoso compartir información sensible que pueda ser filtrada al crimen, por lo tanto, la DEA guarda responsabilidad al compartir información sensible al gobierno que fue filtrada a los Zetas quienes, como consecuencia, perpetraron la masacre.

Los últimos treinta minutos de la serie son muy duros, porque ahí los personajes, con los que habíamos empatizado, comienzan a caer uno a otro, y solo pocos se salvan. Los narcotraficantes no tienen piedad para terminar con la vida de mujeres, hombres, jóvenes, sin importar el estrato social del que provienen: los bomberos Chema y Ronaldo, quienes habían vencido a la adversidad en tiempos pasados son ultimados por no ser «leales» a los deseos de los Zetas. Nancy descubre que el papá de su amigo es el líder de los Zetas cuando iba al baño y, ante ello, el papá, el Z-40, le pide a uno de sus guardias que lleve a ella y su novio, quienes no sabían que iban a ser asesinados. A Paquito lo matan cuando trata de huir después de haber tratado de sobrevivir siguiendo las órdenes del cártel. Benjamín y otros miembros de su familia tratan de huir a Estados Unidos, pero, después de una llanta ponchada, son alcanzados por los narcotraficantes que les arrebatan la vida. La película termina con los niños que no fueron ultimados pero sí abandonados en una banca y a quien les arrebatan a su pequeño hermano que se queda con los narcotraficantes.

Ver Somos duele. Duele no solo porque nos muestra el lado más oscuro y terrible del ser humano: el más primitivo y violento, sino porque es real, porque muchos connacionales lo sufren. Duele porque algo que hemos aprendido a normalizar como mecanismo de defensa se nos vuelve a presentar sin piedad y consideración alguna en nuestros ojos. Somos nos hace sentir lo que muchos sienten, nos saca de nuestra área de confort, de nuestra burbuja socioeconómica.

Y duele porque nos hace sentir impotencia. ¿Qué se puede hacer? Las víctimas no se pueden defender, las instituciones no funcionan. Es más, ni los académicos y especialistas saben bien a bien qué tendría que hacerse para que esta problemática termine.