Parasite es muy buena ¿Pero, por qué?

Ene 26, 2020

A mi parecer, Parasite es la cinta del año. Es una obra muy ingeniosa, llena de crítica social y cinismo, que te atrapa y te lleva por una montaña rusa de emociones muy diferentes.

Parasite es muy buena ¿Pero, por qué?

Yo ya tenía a The Joker como mi película del año, como la favorita para ganar el Óscar. Pero luego llegó Parasite…

¡INICIAN SPOILERS!

Tengo que decir que Parasite es una película genial que me atrapó en todo momento. Es genial porque en muchos aspectos es innovadora; porque rompe con los cánones típicos de Hollywood y cuando parece que va a caer en el típico cliché, termina dando un giro tan abrupto e inesperado.

Parasite aborda el tema de la desigualdad, pero no lo hace desde el lugar típico tan propio de las izquierdas occidentales donde se presenta al pobre como víctima y al rico como victimario, sino desde una postura más ambigua mostrando las imperfecciones y las carencias de ambas clases sociales.

El título lo dice todo, Parasite trata de una familia pobre (la familia Kim) de un barrio lúgubre que logra penetrar en la mansión de una familia rica (la familia Park) para convertirse básicamente en parásitos de ella.

La familia Kim, una familia que vive en uno de los barrios más decadentes (de Seúl aparentemente) y que juega el papel de un parásito, logra penetrar a través de Ki-woo, quien se hace pasar por estudiante universitario para dar clases de inglés a Da-hye (a quien enamora, y cuya relación le da la falsa ilusión de ser parte de una clase a la que no pertenece). Ya que ha ingresado, logra de una forma creativa que toda su familia vaya penetrando en la mansión haciéndose pasar por trabajadores calificados que no tienen relación entre sí: hacen despedir al chofer para que contraten a su papá, hacen creer a Yeon-kyo, la señora, que la ama de llaves tiene tuberculosis para que contraten a Chung-sook, la madre de la familia Kim.

La familia Park no es retratada como aquella familia rica arrogante e insensible, sino más bien como una familia ingenua, ingenuidad que es producto, en gran parte, de una profunda desconexión con el resto de la sociedad surcoreana y que sirvió para facilitar la entrada de la familia Kim a su hogar. Ello queda patente cuando Mr Park se percata de que la familia Kim tiene un olor algo extraño sin terminar de entenderlo: «es a lo que la gente huele cuando te subes al metro» le dice a su esposa, quien responde diciendo que desde hace mucho tiempo no se ha subido a ese transporte.

Los Kim son una familia que está casi desposeída, que tiene empleos mediocres que con dificultad alcanzan para los gastos. Sus modales son muy distintos a los de los Park, viven en medio de un fuerte desorden a diferencia del orden pulcro de los Park, conviven con los gases de la calle y lidian con personas que orinan cerca de su ventana. No tienen ningún plan de vida porque sienten que no tienen el futuro en sus manos y que por ello sus planes fallan. Todo consiste en dejarse llevar por el momento, porque como bien dice Ki-taek, si no se tiene ningún plan, entonces no se puede fallar. Y al verse imposibilitados de crear su propio proyecto de vida, deciden convertirse en parásitos de aquellos que sí pueden aspirar a ello.

Las dos familias se explotan una a la otra. Los Park al tratar casi como sirvientes a los Kim, y los propios Kim, al ingresar a su hogar como parásitos que aprovechan su ausencia para utilizar sus tinas, sus botellas de whisky, su jardín y su sala de estar. No hay buenos y malos en esta obra, incluso definir quién es el parásito o quién lo es más es ambiguo, lo que hay es mucho cinismo.

Parasite logra mostrar muy bien el contraste entre las distintas clases que, a pesar de habitar una misma ciudad, están profundamente desconectadas. En este sentido, los símbolos importan mucho, aquellos pequeños detalles que dicen mucho y que explican la genialidad de esta película porque a partir de algo tan simple logran construir una narrativa tan profunda: el olor, los modales, los túneles lúgubres y sombríos (que se convierten en una parodia de sus lugares de origen) etc.

La casa toma un rol simbólico importantísimo en la trama, casi como si fuera parte del reparto. La casa habla por sí sola, el hecho de que haya sido construida por uno de esos «arquitectos estrella», la misma disposición de los elementos que condicionan la narrativa de la película: el jardín, la sala de estar y, sobre todo, el sótano, aquél sótano que tiene un túnel que la familia Park desconocía por completo para usarse en caso de un ataque nuclear de Corea del Norte. No recuerdo, de momento, una película donde el inmueble tome un rol tan activo dentro de la trama.

¿Cómo categorizar a Parasite? Utilizando el argot contemporáneo podría ironizar y decir que es una película de «género fluído». Y en el sentido estricto lo es porque la película por algún momento parece una comedia que de pronto se convierte en una aventura para pasar al suspenso y después a un drama para terminar convirtiéndose en no sé qué. Pero las transiciones de un género a otro son tan naturales y orgánicas que se convierten en un activo de la película. Son cambios abruptos pero no son forzados ni artificiales. De pronto te estás riendo, luego te sientes angustiado. La película lleva a tu psique por una montaña rusa de diferentes emociones sin que ello afecte la narrativa. Todo es consistente.

Y en conjunto con estas transiciones aparece otra de las genialidades de la película. Al principio parecería que la obra no es gran cosa, e incluso puede llegar a parecer un poco plana. Pero tiene todo el sentido que sea así porque ello le da más fuerza a dramáticos giros de trama que vendrán a continuación; porque siempre que parece que está a punto de caer en el típico cliché, hace un giro (plot twist) tan inesperado que de pronto como espectador estás en una situación profundamente diferente, aunque estés dentro de la misma casa con las mismas familias. El contraste entre la escena cómica en la que la familia Kim está emborrachándose en la sala de estar y el descubrimiento de los túneles junto con el esposo de la ama de llaves que llevaba años viviendo ahí como un parásito es abrumador. De pronto, la película es otra, y a la vez sigue siendo la misma.

Y ahí tenemos a una tercera familia: la ama de llaves y su esposo, la que está en la peor situación, a la que realmente le tocan las migajas. Mientras que los Kim pueden llegar a disfrutar la vida de los Park, la «tercera familia» no. Es obvio que el esposo está trastornado, en lamentables condiciones físicas y psicológicas. Su presencia en el túnel habla del abandono social. Tanto, que los Park no saben que la familia como tal existe.

Y el final, donde la «tercera familia» cobra relevancia, al ser el esposo el que inicia la tragedia, tenía que ir por la misma tesitura. No iba a ser un final feliz. Es un final lleno de mucho cinismo en el que todos terminan perdiendo, donde ambas familias quedan severamente fracturadas, donde el padre de los Park es asesinado y la hija de los Kim también. El cinismo queda reflejado, sobre todo, cuando el hijo le promete a su padre, al ver que éste termina viviendo en los túneles para esconderse de la justicia, que va a trabajar duro y va a comprar la casa para que pueda vivir con él y con su mamá. Pero como espectador tú sabes que eso nunca va a ocurrir. El padre así desciende de nivel, de parásito de segunda clase, al de tercera clase. El padre así ocupa el papel que ocupaba antes el esposo de la ama de llaves.

La crítica social en la película es evidente, aunque sale de los cánones tradicionales del cine occidental. Habla de la desigualdad, pero evita caer en romanticismos y, por el contrario, la aborda desde una perspectiva muy cínica, cruda y por momentos políticamente incorrecta. Habla de la fragilidad del tejido social, de la desconexión entre las distintas clases sociales, tan alienadas y ensimismadas entre sí. Habla de la dependencia de los humanos con las tecnologías de una forma muy sutil pero muy poderosa. Bastaron dos escenas: la primera, cuando los hijos de la familia Kim descubren que en la ventana del baño alcanza a llegar el wifi, y en aquél momento en que el botón de «enviar» se convierte en un arma con la que la ama de llaves y su esposo somete a la familia Kim.

Por último, a pesar de que la cinta es surcoreana y que por momentos los contrastes culturales son muy evidentes, en la película se respira un aire de familiaridad tal que podría sin problemas hacerse una versión tropicalizada de la cita en México, en Estados Unidos o cualquier país latinoamericano.

Las actuaciones son muy buenas, ni qué decir de la fotografía. Parasite es realmente una película muy buena que, a mi perecer, debería merecer el Oscar a la mejor película.