Hoy nos despertamos con una puesta en escena tragicómica: AMLO anunció en la mañanera que iba a rifar el avión.
¡Está senil! ¿Ves? ¡AMLO está enfermo! Dice la oposición, pero no entiende lo que está pasando.
AMLO sabe lo que hace, porque bien sabe cuál es el propósito de sus palabras y sabe a quienes van dirigidas.
Si algo conoce muy bien López Obrador son los usos y costumbres de los que menos tienen, los que viven en barrios populares o pueblos y que no tienen acceso a la información que tienen las clases medias y altas. Ellos, en lugar de hacer una fastuosa cena de navidad como las clases altas hacen, cierran las calles de su barrio para ahí festejar la posada. Ellos tiran «cuetes», y también les gustan los juegos tradicionales como las tómbolas, rifas y demás.
A muchos nos puede parecer aberrante (si es que va en serio) que López Obrador decida «rifar» el avión presidencial. Pero ello le funciona muy bien ante sus bases (que no son idiotas e ignorantes como algunos desearían que fueran) quienes tienen una visión muy diferente del gobierno de AMLO porque sus paradigmas y el contexto en el que viven son distintos a los de quienes formamos parte de las clases medias para arriba, porque son beneficiarios de sus programas sociales, por la retórica de las mañaneras que ven y que por todo esto que su vida cotidiana está mejorando.
Y eso es lo que no entiende la oposición, que en su burbuja se indigna y se burla cuando no entiende que el mensaje no va para ellos sino para sus bases, que viven en una realidad distinta y no entienden. De hecho, AMLO seguramente ya dio por descontado que los opositores seguirán oponiéndose.
Con la rifa, AMLO busca no solo darle vuelta ante ellos a los cuestionamientos del avión sino fortalecer su narrativa y su posición ante quienes lo apoyan: «¡ya sé cómo hacerle! ¡Y lo voy hacer de una forma que a ustedes les va a a sonar familiar!
La oposición tendría, en todo caso, que saber cómo comunicarse con todos estos sectores y explicarle por qué, a pesar de que perciben en la vida cotidiana una mejora (que podría llegar a ser ilusoria en caso de que AMLO no corrija el rumbo), López Obrador está cometiendo muchos errores que a la larga les podrá llegar a afectar sobremanera. No lo saben hacer y luego se preguntan por qué López Obrador sigue siendo popular.
Antes que los datos duros, los tecnicismos y demás, es la cotidianeidad bajo la cual la gente evalúa la gestión de un gobierno, y sobre todo lo es cuando la gente no tiene acceso a la educación que las clases medias y altas sí tienen. En su cotidianeidad, las cosas van «requetebien», y como perciben que las cosas van bien, entenderán los errores que sí perciben como parte necesaria de la «transición»: «Sí es un caos lo del Insabi, pero AMLO ya mejoró mi vida en varios aspectos, démosle chanza».
Los opositores deberían entender más a esos sectores, acercarse a ellos y comunicarles lo que ellos ven del gobierno no de una fría y tecnocrática, sino de una forma en que lo entiendan. Menudo dilema, pero no hay de otra .
Y mientras eso no ocurra, AMLO seguirá con sus ocurrencias. Rifará aviones y en una de esas organice el juego de las sillas para decidir a qué miembro del gabinete recortar. Ello le es muy familiar a la gente «del pueblo», ello genera la percepción de un presidente cercano, que sí los entiende. Y en un contexto así, la oposición, tanto en lo cualitativo como en lo cuantitativo, se encuentra en desventaja.
Rifar un avión es aberrante y debe de serlo, pero no es un acto de locura. AMLO sabe lo que hace.