Una sociedad más libre, una sociedad con más normas

Oct 22, 2019

En Occidente, los seres humanos estamos sujetos a más normas que nunca. ¿Entonces por qué, a pesar de ello, somos capaces de afirmar que somos más libres?

Una sociedad más libre, una sociedad con más normas

Aunque no lo parezca, vivimos en una sociedad con muchas regulaciones, normas sociales y leyes. Aún así, nos atrevemos a decir que somos más libres que tiempo atrás. En la mayoría de los países occidentales no nos sentimos oprimidos ni vivimos bajo el yugo de una dictadura o un régimen monárquico, pero es posible que estemos sujetos a más leyes y normas que en aquellos regímenes. ¿Cómo es eso?

Resulta que, cuando alguien adquiere un nuevo derecho, alguien más pierde necesariamente otro. Los derechos no surgen de la nada ni pueden excluirse de esta dinámica. Muchas de las normas y leyes tienen el fin de preservar los derechos de los demás. El Leviatán de Hobbes, con lo grotesco que pueda parecer a nuestros tiempos, es muy ilustrativo: los seres humanos, al abandonar su estado natural y formar parte de una civilización, renuncian al derecho a matar o al derecho a robar de tal forma que puedan vivir en un Estado civilizado.

Pongo un ejemplo: si la esclavitud fue abolida (con lo cual se reafirma el derecho de todo ser humano a ser libre) entonces yo ya no tengo derecho a tener esclavos. Para que los otrora esclavos ganen un derecho, yo, como esclavista, tengo que perder otro.

O uno más actual. Como los LGBT están cada vez más integrados a la sociedad, se vuelve más reprobable que yo me burle de ellos o utilice términos como «ese joto» o «ese maricón».

Cuando se ingresa un nuevo derecho, alguien más pierde otro derecho y que es el que estaba contrapuesto con ese derecho nuevo. Cuando se gana una nueva libertad, alguien pierde otra y que es esa libertad que no permite a la primera manifestarse.

Entonces, si hay más normas y regulaciones que nunca, ¿por qué decimos que somos más libres?

Resulta que los derechos que se ganan otorgan una mayor libertad que aquellos que se pierden. Así, las normas y las leyes cuando son justas, aunque sean mayor en número, otorgan una mayor libertad que la que quitan. Si a mí se me diera el derecho a matar, muchas personas (a quienes yo mataría) perderían el derecho a vivir, en tanto que si yo pierdo el derecho a matar, todas aquellas personas ganan el derecho a vivir. Ellos ganan más «en cantidad y calidad» que lo que yo pierdo, porque si yo pierdo el derecho a matar, yo mantengo mi derecho a vivir, en tanto que si yo gano el derecho a matar, ellos pierden su derecho a vivir además que no tienen el derecho a matar porque no se les concedió.

Por ello tenemos un sinfin de normas (escritas y no escritas) que debemos seguir, pero no consideramos que la mayoría de ellas sean opresivas. Por el contrario, la coerción se diluye en la multiplicidad de normas a las que estamos sujetos ya que muchas de ellas tienen el fin de que nadie más restrinja nuestra libertad.

Hemos perdido el derecho a matar, a agredir, a discriminar a alguien por su raza, a robar. Pero hemos ganado muchos otros derechos que nos hacen más libres que aquellos derechos que hemos perdido, derechos que, a diferencia de los primeros, nos permiten coexistir dentro de una civilización.

El progreso de la sociedad consiste en ello: no en buscar la libertad transgrediendo las normas o liberándonos de ellas, sino precisamente en sustituir unas normas por otras, en retirar algunos derechos para incluir otros. Las normas no desaparecen, por el contrario, se vuelven más sofisticadas.