¡Qué calor hace, Greta!

Sep 24, 2019

Greta, la niña activista que se paró en el estrado para alertar sobre el cambio climático, además de recibir elogios, también ha recibido burlas y ha sido objeto de memes. Pero hace más calor.

El cambio climático es una realidad.

Pruebas sobran del calentamiento global que pueden ser medidas cualitativa y cuantitativamente. También podemos verificarlo empíricamente a través de los cambios bruscos en el medio ambiente: en tan solo dos años varios huracanes devastaron casi todo el Caribe. En Guadalajara, mi ciudad, cayeron granizadas nunca antes vistas que dejaron una capa de hielo digna de una ciudad siberiana.

Y a pesar de todo esto, el problema del cambio climático no está lo suficientemente socializado. No es algo que parezca importar lo suficiente en la vida cotidiana, y cuando alguien hace algún cambio en sus hábitos no faltarán las personas que se burlen.

Pareciera como si el cambio climático nos diera risa, como si fuera algo tan ajeno a nosotros: al cabo los gobiernos verán cómo lo resuelven, igual firman unos protocolos, establecen unas políticas y ¡vualá! (ni hablar de la llegada de mandatarios al poder como Donald Trump, Jair Bolsonaro o Andrés Manuel López Obrador que no parecen tener conciencia alguna sobre el tema). Creen que el cambio climático es una «moda progre» de redes, siendo que lo tenemos frente a nuestras narices.

En este contexto, dentro de un problema que debería merecernos más atención, apareció Greta Thunberg, una niña activista sueca de 16 años que padece Síndrome de Asperger, quien dio en la ONU un discurso caracterizado por ser muy emocional (tal vez de forma excesiva) pronunciando frases tales como «me robaron mis sueños» que causaron polémica.

Muchos reconocieron el gesto, pero otras personas se burlaron de la niña, porque parecía que «nos estaba regañando», porque fue un discurso que apelaba a las emociones, como si no muchos hubiesen apelado a la razón en muchas ocasiones sin encontrar respuesta alguna.

Sí, el discurso de Greta es uno emocional y retórico, pero lo cierto es que en muchas ocasiones es necesario persuadir a la gente por medio de los sentimientos para que entienda qué es lo que está pasando. Sí, el discurso de Greta parece catastrofista, pero en ocasiones se vuelve necesario mantener una postura catastrofista para que la gente siente cabeza. Ejemplos de un catastrofismo bien empleado fueron la contingencia del virus AN1H1 hace algunos años, o el que se promovió con la llegada del Huracán Patricia cuyas dimensiones eran históricas y que incluso en la propia ciudad de Guadalajara obligó a mucha gente a resguardarse e hasta a poner cinta a sus ventanas por si el huracán llegaba (cosa que habría sido inédita). Al final no ocurrió nada, pero fue mejor excederse en las precauciones que caer en exceso de confianza.

Burlarse de Greta suena muy absurdo en el contexto en que se encuentra, ya no solo porque es una niña de 16 años y porque me parece algo cruel burlarse de una niña de 16 años que busca, con todas sus limitaciones, poner su granito de arena, sino porque, con la simplicidad de su mensaje y de sus conocimientos sobre el tema, alerta sobre algo que es real.

Lo real, lo necesario y lo urgente es el cambio climático que estamos viviendo y que si no se toman cartas en la asunto terminará afectando la vida de millones de personas, muchas mas que las que ya se vieron afectadas.