La oposición ciudadana de AMLO y la brecha generacional

Jun 17, 2019

Aparentemente comienza a surgir una oposición civil, todavía incipiente, que parece tomar forma. Pero ésta tiene un gran problema: la brecha generacional. ¿Será capaz un joven liberal de marchar con un adulto conservador por la misma causa?

La oposición ciudadana de AMLO y la brecha generacional

La oposición actual de AMLO es, permítanme hacer la comparación, como un feto, un organismo al cual a duras penas se le empiezan a distinguir sus partes: eso que está ahí parece una cabeza, eso de allá abajo parecen ser las piernas.

La oposición es un organismo todavía un tanto amorfo, pero ya se alcanzan a vislumbrar algunas de sus características. Es decir, sus partes todavía no están muy definidas pero, al parecer, ya podemos ver qué forma están tomando.

Hay un elemento que sí es muy notorio en la forma que está comenzando a tomar la oposición: la brecha generacional. Los jóvenes no piensan igual que los grandes, unos tienden a ser más liberales y otros conservadores, los últimos suelen analizar la política desde paradigmas más propios de la Guerra Fría o el PRI hegemónico en tanto que los jóvenes suelen verla con sus propias particularidades influidas por un mundo cada vez más interconectado y por un mayor intercambio cultural. Ello no quiere decir que no haya jóvenes conservadores o gente mayor liberal, pero sí parece haber cierta consonancia con los procesos sociales que ocurren en los Estados Unidos donde los jóvenes tienden a ser más liberales (aunque no estoy seguro que haya esa consonancia en lo económico, y adelante explicaré por qué).

Los grandes y la derecha dura

Una de las oposiciones hacia AMLO, y que está conformada mayormente por gente grande, toma la forma de una derecha conservadora con algunos tintes nacionalistas, algo más dura que la centro-derecha panista por la cual muchos de ellos solían votar. Ellos tienen una representación considerable en las marchas que se han llevado a cabo en los últimos meses en contra de López Obrador.

Muchos de ellos suelen ver al gobierno de la 4T con los mismos prismas ideológicos típicos de la Guerra Fría: suelen relacionar a López Obrador con el término «comunismo» y son más proclives a verse seducidos por teorías conspirativas que narran una estrategia orquestada por poderes oscuros (Foro Sao Paulo, George Soros o alguna entidad relacionada con el eje bolivariano) para convertir a México al comunismo, teorías a las cuales se agregan preocupaciones de estos sectores sociales, como lo que llaman «ideología de género» o incluso la migración (a la que suelen oponerse).

Este sector también se caracteriza por un mayor apego a los valores tradicionales y busca mantener el estado de las cosas, suelen ser más religiosos y su cosmovisión parte de una doctrina religiosa a la que se apegan. Suelen oponerse a los cambios sociales promovidos por los liberales y/o progresistas. Por ejemplo, una encuesta de Parametría publicada en 2016 arrojó que mientras que el 61% de los jóvenes mexicanos (18 a 29) estaban a favor del matrimonio igualitario, solo el 20% de la gente mayor de 50 años lo estaba.

Por último, ellos también tienden a abrazar posturas nacionalistas, sobre todo en lo relacionado con la migración, lo cual se refleja tanto en las asociaciones de vecinos que no quieren que los migrantes anden por sus colonias como en quienes exigen al gobierno parar por completo el tránsito de los migrantes. Aunque es algo paradójico que la Iglesia Católica, la cual encuentra a los más fieles adeptos en este sector, suela ser más abierta e incluyente, e incluso ayude activamente a los migrantes que circulan por nuestro país.

Los jóvenes libertarios

Mientras que en Estados Unidos los jóvenes esperan que el gobierno tenga un mayor rol en lo público (aunque sin acudir a alguna utopía comunista ni a algún socialismo duro), en México parece que el libertarismo ha ejercido influencia sobre un importante sector de la juventud opositora a AMLO (medido más en términos de influencia que en términos cuantitativos).

Los libertarios fungen, en términos prácticos, como opositores al progresismo mexicano (bañado de las peculiaridades de la izquierda latinoamericana). La libertad (en el sentido de la libertad negativa de Isaiah Berlin) es su bandera y no quieren que «el gobierno se meta con ellos» ni en temas económicos ni sociales. En lo económico suelen ser ultraliberales y por ello insisten en frases como «Don’t tread on me» o «taxation is theft«. El activismo de algunos líderes libertarios como Gloria Álvarez le ha dado mayor difusión a esta corriente que, en nuestro país, suele tener presencia dentro de algunas universidades donde se conforman grupos a los que jóvenes se adhieren, páginas de redes sociales o incluso algunos economistas jóvenes que tienen alguna relevancia en lo público.

En lo social suelen ser liberales (generalmente están a favor del matrimonio igualitario, la legalización de las drogas y, no en pocos casos, del aborto) aunque discrepan del progresismo en todo lo que tiene que ver con la intervención gubernamental para la búsqueda de los derechos sociales (suelen oponerse al lenguaje inclusivo, a las cuotas de género o a los programas sociales que tendrían como fin de velar por ciertos sectores sociales como las mujeres o los homosexuales) así como con algunos de los comportamientos de los colectivos feministas y LGBT. Es decir, comparten varias posturas con el progresismo, pero lo abordan desde otra perspectiva muy distinta, desde el de la libertad negativa: «Nadie puede prohibir a una pareja del mismo sexo que se case» o «el gobierno no puede prohibir el consumo de drogas porque coarta mi libertad», mientras que los progresistas buscan visibilizar a distintos sectores sociales que consideran oprimidos para generar una condición de equidad o igualdad (y para lo cual pueden llegar a esperar la intervención gubernamental): «los gays no pueden ser discriminados» o «la mujer ha sido oprimida y tenemos que lograr que tengan una mayor relevancia».

Es cierto que algunos jóvenes conservadores abordan el ideario libertario solo dentro de lo económico, pero son, en general, un grupo más pequeño que los primeros por lo cual decidí no incluirlos dentro de esta categoría.

https://www.youtube.com/watch?v=1hEt6gpeFE4

¿Hay oposición entre los jóvenes progresistas?

Hay quienes asumen, erróneamente, que quien es progresista (o liberal de acuerdo al término estadounidense) en lo social debe ser izquierdista en lo económico. Hay quienes suelen englobarlos en una sola cosa para así crear un hombre de paja, pero ello es falso. No son pocas las personas que defienden la agenda progresista en lo social mientras que, a la vez, defienden una economía de mercado. Tampoco son pocas aquellas personas que, siendo feministas (incluso de las radicales), se oponen a López Obrador, e incluso dudan de que sea un líder progresista en lo social.

En general, la izquierda socialdemócrata (bajo el cual se podrían englobar varios de estos jóvenes) suele ver con escepticismo a López Obrador e insisten en contrastar la socialdemocracia apegada a las instituciones con la corriente lopezobradorista a la cual suelen relacionar más con el populismo norteamericanos.

No son pocos los que mantienen esta postura, pero tampoco podríamos hablar de una oposición articulada a diferencia de los primeros dos casos. Es posible que con el tiempo ello pueda ocurrir, más aún con las decisiones de este gobierno que no ha dejado muy contento a académicos, artistas o científicos que suelen adherirse a una de estas corrientes.

Conclusión

A diferencia de la categorización binaria que AMLO pretende vendernos, la oposición a la Cuarta Transformación es más bien heterogénea. No es un solo sector privilegiado ni adherido a la «mafia del poder» sino uno diverso que puede albergar grandes diferencias con sus pares: conservadores, libertarios, socialdemócratas distintos entre sí se oponen a un proyecto de nación cuyos simpatizantes tampoco son tan homogéneos como podría pensarse.

Será interesante ver cómo esta oposición a López Obrador, heterogénea y diversa, es capaz de irse articulando. ¿Podrán ir de la mano un señor de 55 años que está muy preocupado por la «ideología de género» con un jóven que está muy molesto con AMLO porque ve con malos ojos sus alianzas con los evangélicos que tienen una postura aún más conservadora que la Iglesia Católica? ¿La oposición podrá trascender esa brecha ideológica que la divide y la separa? Solo el tiempo lo dirá.