AMLO y el desprecio por la técnica y la ciencia

Feb 22, 2019

El problema no es que AMLO sea de izquierda, el problema es el desprecio a la técnica, a la ciencia y a los métodos que su gobierno ha mostrado en estos meses.

Desde la izquierda se ha criticado a la tecnocracia mexicana por su distanciamiento de la realidad. La acusan de prender tratar de analizar el país y diseñar políticas públicas por medio de fórmulas y encerrados dentro de una oficina ubicada en una colonia de clase alta, en vez de salir allá afuera a conocer la realidad con sus propios ojos.

No creo que la acusación sea muy lejana a la realidad. Más aún cuando lo cuantitativo, si bien es muy necesario, no siempre es suficiente para estudiar y entender al ser humano (que es lo que se requiere hacer para poder evaluar la situación de la población y para diseñar políticas públicas).

Pero al gobierno de López Obrador le pasa lo opuesto, y de forma más grosera que el primer caso:

AMLO ha responsabilizado a la tecnocracia de lo que él llama la tragedia nacional. Los tecnócratas, dicen, son parte esencial de la era neoliberal. Por ello, López Obrador ha construido dentro de sí un gran desprecio a la tecnocracia (gobierno de la técnica) y a todo lo que se le parezca. Su pretensión no es «humanizar a la tecnocracia y hacerlos salir al campo para que sus fórmulas tomen como base una hipótesis más real», es literalmente acabar con ella para sustituirla por una clase política más «social y humanista» más enfocada, al parecer, en valores religiosos medianamente laicizados, donde el simbolismo, la representación y el discurso se impone a la metodología, a la técnica y a la misma ciencia.

Y dicha pretensión puede llegar a ser peligrosa ya que es imposible diseñar políticas públicas y tomar decisiones desde el símbolo en vez de hacerlo desde el método. Y tal vez con la excepción de algunos sectores de la economía y alguno que otro rubro donde sí hay algunas figuras con un perfil más tecnocrático (y que han trabajado lo suficientemente bien para que las cuestionables decisiones de López Obrador tengan un impacto negativo menor al esperado), el método y la técnica brillan por su ausencia.

No es un secreto que la izquierda latinoamericana (tal vez con excepción de Chile o Uruguay) adolece de una «tecnocracia de izquierdas», y esto si asumimos que AMLO es realmente de izquierda. Lo suyo es el estrado, apelar a las emociones de la gente, la retórica. La técnica ha terminado casi en el olvido y despreciada por razones ideológicas y retóricas.

Pero la izquierda no debe estar necesariamente peleada con la tecnocracia, ni la tecnocracia es algo característico de las derechas. En muchos países, sobre todo los más desarrollados, coexisten sin problemas, e incluso en países como Estados Unidos, es la derecha la que suele depreciar la técnica y la ciencia cuando determinadas políticas se entrecruzan con sus valores religiosos y dogmáticos. A diferencia de Estados Unidos, es la izquierda lopezobradorista la que ha despreciado y ninguneado a la ciencia misma (paradójico en un gobierno que dice ser de izquierdas). El estado actual del Conacyt es el más claro ejemplo de ello.

Más importante debería de ser una tecnocracia cuando se pretende instaurar un nuevo régimen o una «nueva forma de hacer las cosas». Son más variables las que se tienen que controlar en un entorno de cambio que en uno de continuidad, y si en ese camino la técnica es relegada, no es difícil pronosticar el rotundo fracaso.

En la mesa de AMLO no hay gráficas, ni estudios de impacto ni de retorno de inversión. Tal vez no sea posible ver ahí ni una raíz cuadrada ni mucho menos el Teorema de Bayes. Lo único que hay ahí es el borrador del discurso de la conferencia mañanera siguiente con el cual quiere generar un impacto político y marcar agenda.