Si eres hombre, imagina que tu hija, tu mejor amiga, tu novia o una mujer a quien quieras mucho viaja sola a otro país. Pronto te enteras que ella fue asesinada por unas personas que trataron de asaltarla.
Te encuentras completamente devastado como es de esperarse si eres una persona que no tiene rasgos psicópatas, accedes a tus redes sociales y, en vez de encontrarte con apoyos y gente que, como tú, clama por justicia, te encuentras a una horda de usuarios diciendo que «fue su culpa porque viajó sola» ¿qué es lo que sentirías? No se sentiría bonito ¿verdad? No sólo por tu estado emocional, sino porque por la memoria de ese ser querido que ya no está.
Bueno, eso es lo que pasó con María Trinidad Mathus Tenorio, mexicana que fue asesinada por dos asaltantes en Costa Rica. Muchas de las respuestas decían que: ¿Por qué viaja sola?”, “Es como ir al Polo Sur sin suéter”, “¿Quién la manda a ir sola a un país así?”
¿Qué es lo que tiene que pasar en una cabeza para que sus prejuicios tomen más importancia que la vida de un individuo y la solidaridad que podría tenerse hacia ella y sus cercanos? Algunas de las respuestas cayeron en la ingenuidad, como aquellas que decían que «para qué se mete al infierno, debió tener más cuidado» (aunque, que recuerde, los índices de criminalidad en Costa Rica son considerablemente más bajos que en México) y otras sí tuvieron una connotación abiertamente sexista.
Pero el sexismo no es la única respuesta a estas actitudes, aunque sí está ligado de alguna u otra forma: una mujer es débil, al ser débil tiene que ser cuidada por un hombre, ergo, no puede viajar sola. En realidad este tipo de prejuicios tienen más bien que ver con un sesgo cognitivo llamado la «teoría del mundo justo«.
Esta es una forma de sesgo donde el individuo llega a pensar que a la gente buena le pasan cosas buenas y a la gente mala le pasan cosas malas. Como buenas o malas no solo se me refiero a la calidad moral de las personas, sino también a la gente que, supuestamente, actúa de buena o prudente manera o es irresponsable. Dicho esto, mediante este sesgo la gente piensa que si es buena, que si es responsable y hace todo de forma correcta, nunca le va a pasar nada malo. A María Trinidad, bajo este sesgo, la mataron porque fue irresponsable a la hora de irse a viajar sola. Y naturalmente dicho sesgo combina con el prejuicio a las mujeres: la mujer no puede irse sola porque es débil y desvalida.
Este sesgo es una forma de protección psicológica. Es una forma de protección a la autoestima porque el individuo así creerá que las cosas buenas que le pasan están bajo su control y, por lo tanto, él tiene mérito sobre éstas: a mí no me asesinaron porque yo no viajé sola. Así, el sujeto piensa que cada quien tiene exactamente lo que se merece: frases como «el pobre es pobre porque quiere» también son producto de este sesgo, o también las personas que recriminan a Dios o un ser superior su sufrimiento porque son buenas personas. El que tiene ese sesgo así se siente mentalmente protegido de sufrir lo que sufren los pobres o de un asesinato como el que sufrió María Trinidad, pero eso es tan solo una falsa ilusión.
La realidad es que a las personas buenas les pueden llegar cosas malas y a las personas malas les puede llegar a pasar cosas buenas. Un hombre que va de viaje (quien supuestamente es más fuerte) puede ser asaltado y privado de su vida casi con la misma facilidad si el asaltante tiene un arma. Una persona rica puede comportarse como si qusiera ser pobre y podrá seguir ostentando cierto bienestar económico mientras que un pobre podrá esforzarse mucho y no abandonar su pobreza ya que el entorno no lo permite o porque no tiene los conocimientos suficientes para llevar a cabo una estrategia que lo pueda sacar de la pobreza.
Asumir que la víctima es su propio victimario es un sinsentido. Nadie en su sano juicio quisiera que se atentara contra su integridad personal. El victimario es siempre quien atenta contra la víctima: el que robó, el que mató, el que abusó. Aunque la víctima no haya tomado las debidas precauciones por reducir la posibilidad que se eso ocurra (por ejemplo, que decida irse por la calle oscura), aunque haya sido imprudente, nunca será la persona culpable sino quien haya tomado la decisión de atentar contra ella.
Decirle a una mujer que su asesinato fue su culpa no sólo es una muestra de sexismo, es un acto insensible, ya no tanto por la víctima, sino por las personas que la rodean y que sufren su muerte.