¿Y dónde está la oposición?

Ago 3, 2018

Pareciera que López Obrador ya comenzó a gobernar. Todo se centra en lo que él hace y deja de hacer. Pero lo que brilla por su ausencia es la oposición que parece más bien dividida.

¿Y dónde está la oposición?

Es muy sano y deseable que cualquier gobierno, del tipo que sea, tenga una oposición. Esta es el contrapeso natural que vigilará, evaluará y criticará al gobierno en funciones. 

No sólo es importante que la oposición exista, sino que sea lo suficientemente grande en términos cuantitativos, pero, sobre todo, lo suficientemente fuerte en términos cualitativos. Un sana oposición debe de ser capaz de representar los intereses de quienes mantienen una postura adversa ante el gobierno en funciones, y, naturalmente, se esperaría que piensen en el bien común.

Ahora que AMLO se convertirá en el presidente de este país, habrá que preguntarnos sobre la oposición que él tendrá. Habrá que preguntarnos si es una oposición fuerte, dura o responsable; o bien, si se trata de una oposición débil y apática. 

Peña Nieto contó con una fuerte oposición dentro de la sociedad civil, no así dentro de la política con excepción del propio López Obrador y sus huestes (claro, hasta poco antes de comenzar la campaña donde la postura del tabasqueño hacia Peña Nieto cambió radicalmente). Peña contó con una oposición en el Congreso muy displicente que «dejó pasar» escándalos como los de la Casa Blanca o la Estafa Maestra, pero de parte de la sociedad civil y de organismos privados tuvo una oposición que sin duda se convirtió en manifestaciones callejeras, o bien, en cabildeos, presiones y denuncias de organizaciones de la sociedad civil y think tanks

Parece que la oposición política frente a López Obrador será más bien una muy débil. No sólo porque sus opositores tendrán al oficialismo con mayoría en el Congreso, sino porque están muy desacreditados. Es difícil que, desde una postura moral, el PRI pueda fungir como oposición, ya que no tiene credibilidad. El PAN, si bien tiene algo más de credibilidad que el PRI, ya no es ni de lejos el «partido de oposición» que llegó a ser en los tiempos del PRI. Ahora es un partido dividido, degradado y sumido en pleitos e intereses de unos pocos.

Una oposición política débil es preocupante. La debilidad de su oposición fue una de las razones por las cuales el gobierno de Peña Nieto pudo sumirse en varios escándalos sin que estos hayan tenido consecuencia alguna. Pero en el caso del gobierno de López Obrador, la debilidad de la oposición no sólo será cualitativa sino cuantitativa. 

También es preocupante la poca capacidad crítica de muchas de las personas afines a López Obrador (incluidos algunos académicos, activistas o intelectuales), que si bien se puede entender hasta cierto punto que haya un sesgo cognitivo que opere en favor de sus preferencias, preocupa que justifiquen nombramientos demasiado polémicos como el de Manuel Bartlett. Incluso, dentro de los simpatizantes, debería existir cierta capacidad para tomar posturas críticas ante las decisiones que se tomen. Sólo he visto a Tatiana Clouthier y unos pocos más mostrar alguna suerte de disenso. 

La oposición más firme que podría tener AMLO es la que tiene que ver con los organismos de la sociedad civil y las cámaras empresariales, que si bien han establecido canales de diálogo, también han hecho crítica de varias de sus propuestas. Básicamente se trata del mismo sector que pudo ejercer una presión más fuerte contra el gobierno de Peña Nieto (aquí también podrán incluirse algunos medios digitales y alternativos como Animal Político que hicieron bien su papel en el sexenio pasado), pero si bien la oposición ciudadana es algo muy deseable, no tiene todas las herramientas que la oposición política tiene a la mano. 

Hasta el día de hoy, no vemos a un sector opositor contundente. Vemos críticas aisladas de opinadores y políticos que en muchos de los casos parecen quedar en un segundo plano ante un López Obrador que sigue mostrando su habilidad para marcar la agenda y convertirse en el centro de atención. Él es el director de la orquesta, la oposición apenas levanta tímidamente la mano para señalar algún error, pero poco la escuchan.