Después de tanto tiempo, me molesté en leer lo que se considera la obra magistral de Robert Kiyosaki. Si bien ya conocía algo de su filosofía, quería entender bien por qué existe una suerte de culto a su figura, como si se tratara de un genio, un gran gurú,
Voy a empezar diciendo que la educación financiera es MUY importante. Con la crítica que voy a hacer no quiero desestimar esto. Es importante que todos aprendamos a manejar bien nuestro dinero para que rinda de la mejor forma, que contratemos un plan de ahorros para el futuro, que sepamos invertir y administrar.
Dicho esto, me atrevo a decir que el éxito de Robert Kiyosaki radica en que sabe vender muy bien, es un muy buen vendedor. Yo no creo que nadie llegue alto sin ningún talento, algo tuvo que hacer Kiyosaki para convertirse en una persona sumamente reconocida; la verdad es que sabe vender bien ideas e ilusiones.
Si una persona quiere aprender sobre educación financiera hay miles de libros que son bastante mejores que el Padre Rico, Padre Pobre; que son más útiles para comenzar a saber manejar el dinero y saber dónde invertir. Hay obras que destacan por su simpleza pero funcionan, como el Pequeño Cerdo Capitalista de Sofía Macías, y que son más prácticos para saber manejar el dinero. Lo que tiene la obra de Robert Kiyosaki es que logra conectar con las emociones transmitiendo de forma muy sutil y tácita que, si quieres ser rico, tienes que seguir sus consejos.
En el libro de Kiyosaki hay algunos consejos que bien pueden valer la pena, pero creo que no es nada que no se haya dicho o nada que uno no pueda encontrar en otra obra. Algo que tiene su libro y que no tienen los otros es que Kiyosaki sabe muy bien como vender una ilusión, aunque su argumento no termine de tener sustento: ¡Hazte rico! ¡Hazte rico! ¡Quiero ser rico! Padre Rico, Padre Pobre vende una sutil ilusión de que se puede hacer dinero de una manera mucho más fácil de lo que la gente imagina. Así, aquellos que tienen problemas con sus finanzas o se sienten ahorcados encuentran una escapatoria a sus problemas.
Pero en realidad, los «otros libros» suelen funcionar mejor porque se encargan de ayudar a los individuos a diseñar una estrategia financiera. Mientras que estos últimos se enfocan más en la parte técnica (que es la que sirve), el libro de Robert Kiyosaki aparece como un libro promedio de autoayuda del Sanborns pero enfocado a las finanzas: ¡Tú puedes ser el padre rico! ¡Sé libre! ¡Haz que el dinero trabaje para ti!
Robert Kiyosaki es cuidadoso con sus palabras. Nunca te dice de forma explícita que vas a ser rico, pero sí manda sugerencias sutiles al público al contar su historia de su «padre rico» y su «padre pobre». Sugiere que basta con cambiar la perspectiva que uno tiene con respecto del dinero para hacer magia: asiste a seminarios, toma riesgos y el dinero trabajará para ti.
Los problemas más grandes de esta obra vienen a la hora de satanizar a los empleados y a la educación. Kiyosaki asume (de forma deliberada) que todos los empleados siempre tienen que estar viviendo preocupados por el dinero y ahorcados con las cuentas, pero esto no siempre ocurre así y no necesariamente tiene que ver tanto con su condición de empleados sino con la educación financiera que tienen. Kiyosaki habla de invertir en negocios, pero paradójicamente para que un negocio funcione necesita tener empleados. Su libro plantea esta visión maniquea de que ser empleado es algo casi malo mientras que ser una persona que «invierte» es una gloria. Dicha visión maniquea se ha convertido en una joya para las empresas multinivel y piramidales al vender la ilusión a sus trabajadores de que son emprendedores.
Es curioso que Robert Kiyosaki pareciera tener un diagnóstico algo similar al de Karl Marx, donde muestra a una suerte de proletariado (los empleados que trabajan por el dinero) que queda sujeto a los designios de la clase dominante (los que hacen que el dinero trabaje para ellos) que les da un empleo para poder vivir a cambio de la plusvalía que generan. Pero Kiyosaki no propone ninguna dictadura del proletariado, su propuesta es más bien individualista, el de la «independencia financiera».
Dice que la educación también es un problema, que las maestrías y las especializaciones suelen ser más bien un estorbo. La única educación que importa para Robert Kiyosaki es la educación financiera, que sepas manejar el dinero, que compres y vendas. Pero Kiyosaki ni siquiera habla de emprendimiento en el sentido estricto de la palabra, nunca habla de crear valor creando productos o servicios, solo importa saber vender, y recomienda enrolarse en empresas multinivel para aprender a hacerlo. Luego uno entiende por qué dentro de las empresas multinivel hay un culto a la personalidad enorme hacia él.
Es terrible lo que dice porque una sociedad necesita médicos, científicos, abogados, artistas. Pero todas estas profesiones son ninguneadas por el «gurú». Todos ellos necesitan especializarse, estudiar maestrías, ir a diplomados. Pero no sólo lo hacen para ganar dinero sino para ser mejores profesionistas, lo cual para Kiyosaki no es importante porque «esa especialización no hace que el dinero trabaje para ellos».
Kiyosaki asume que todo el mundo tiene un enorme culto al dinero y que lo que no tenga que ver con eso es algo secundario. Sugiere de forma muy tácita y cuidadosa que quien no tenga cierta obsesión con el dinero es un perdedor, es el padre pobre. La visión de Kiyosaki es terriblemente individualista porque su propuesta ni siquiera agrega valor a la economía ni a la sociedad. No se trata tanto de producir, de crear productos o servicios que sirvan a la gente, sino de acaparar más y más. Para él está bien engañar a la gente y decirle que su casa vale menos que lo que en realidad vale para así hacer negocio. Sugiere «irse por la vía legal» como si la vía ilegal fuera una opción; sugiere vivir al límite, jugar con los recovecos legales, con los instrumentos. No importa lo demás, lo que importa es que «tú seas rico».
También sugiere no ser arrogante y abrir la mente, dice que la arrogancia es solo una forma de ignorancia (estoy seguro que si leyera este post me tildaría de ello) y para ello sugiere escuchar a las mentes como las de Donald Trump (el chiste se cuenta solo):
Kiyosaki pertenece a la escuela de Donald Trump, donde la mejor forma para hacerse rico es a través de la especulación, el movimiento del dinero y no por medio de la creación de la riqueza o la aportación de talento. Para él se trata de un juego, de saber cuándo y dónde mover el dinero. A él y a otros les funciona, pero esta cultura especulativa difícilmente beneficia a la sociedad en su conjunto.
Sería muy injusto decir, como algunos de sus detractores afirman, que Robert Kiyosaki es un hombre con suerte, que escribió «cualquier libro» y se hizo rico. La verdad es que Kiyosaki es muy listo. Él entendió que las emociones pueden ser muy bien rentabilizadas si se apunta a ellas con el método correcto. No cualquier persona se hace tan rica escribiendo libros.
Kiyosaki supo manejar las emociones de sus lectores para crearles la ilusión de que también pueden ser ricos como él. Por eso es que se ha formado un culto a su personalidad, porque él habla de su ejemplo y sugiere a los demás que lo sigan. Por eso es tan codiciado en las empresas piramidales. Kiyosaki no apela a la razón como los demás libros de educación financiera sino a las emociones. Su libro está cuidadosamente redactado para ese fin, para sentir, para imaginar, para que cuando el lector cierre el libro diga: ¡Yo si puedo! ¡Voy a dejar mi mediocre empleo y voy a convertirme en inversionista o emprendedor (lo que sea que eso pueda significar)! Su mensaje es muy aspiracional en un mundo muy aspiracional donde la gente quiere tener más para aparentar estar más arriba de la pirámide social.
Así, Kiyosaki se convierte en la inspiración de muchas personas. Pero por ahí me he enterado que ha creado pocos ricos y muchos nuevos empleados para las empresas piramidales y multinivel que viven con esa ilusoria sensación de que son empresarios independientes.