Guía de supervivencia para un fraude electoral

Abr 11, 2018

En un país donde las instituciones son débiles, son usadas y ultrajadas por el gobierno, la posibilidad de un fraude no se descarta. Por eso los ciudadanos debemos vigilarlas.

Guía de supervivencia para un fraude electoral

Muchos de ustedes saben que no simpatizo con López Obrador, por lo cual pueden dar por sentado que escribo esta columna «manipulado por el discurso de AMLO, el fraude y las mafias» y todo ello. Pero si me preguntan si existe la posibilidad de que se orqueste un fraude electoral en las elecciones, yo respondería que sí.

Antier me angustié ante la decisión del Tribunal Electoral de darle la candidatura al Bronco, el mismo que validó elecciones tan fraudulentas y tramposas como las elecciones del Estado de México y de Coahuila el año pasado. Algunas personas ilusas dijeron: «se quejan porque el candidato no les gusta, se quejan porque le va a quitar votos a López Obrador». Nada más falso. ni lo primero y tal vez ni lo segundo. Muchos nos indignamos porque El Bronco había hecho trampa y porque las razones del Tribunal fueron bastante absurdas: que no se respetó su derecho de audiencia cundo el Bronco sí tuvo ese derecho por parte del INE, de hecho hubo doce sesiones.

Y los priístas fueron los únicos que aplaudieron la decisión.

Pero el TEPJF no es la única institución que ha sido utilizada con fines políticos y electorales. Lo mismo se puede decir de la PGR utilizada con fines electoreros en contra de Ricardo Anaya. No son dos instituciones cualquiera, de hecho son instituciones que son pilares y fundamentales para el buen funcionamiento institucional.

Entonces, si el PRI-Gobierno es capaz de utilizar estas instituciones a su antojo, no tendría ningún fuerte impedimento para llevar a cabo un fraude electoral. De hecho, ya lo hizo el año pasado en contra del PAN en Coahuila y de MORENA en el Estado de México. Si bien, en éste último caso no se orquestó dentro del PREP ni el recuento de votos, sí se hizo al permitir (gracias, de nuevo, al TEPJF) graves ilegalidades e irregularidades en la campaña que ameritaban la nulidad de la elección.

También es importante recalar que si bien la posibilidad existe, no implica que necesariamente ocurrirá. Esto es muy importante porque si uno de los actores políticos clama fraude, es importante verificar que este sí se haya llevado a cabo, que se presenten pruebas, que los ciudadanos también indaguemos dentro de todo lo que ocurrió en el proceso electoral y en las votaciones. Así como es posible que quien cometa un fraude intente hacerlo de una forma que no sea tan fácil demostrarlo, también es posible que quien no reconozca un resultado legítimo, haga caso omiso cuando se le pida presentar pruebas. 

He escuchado a algunas personas (en las redes sociales) esperar que le hagan fraude a López Obrador para «salvar a México». Esa afirmación no sólo es absurda sino incongruente, porque se está pidiendo lastimar más la ya de por sí maltrecha democracia y deteriorar aún más las débiles instituciones que tenemos para evitar la llegada de un candidato que consideran «nocivo». Es paradójico porque si se piensa que un candidato es «un peligro» la mejor forma de contener su margen de acción en este sentido sería creando instituciones sólidas que no puedan ser usadas al capricho del presidente y contrapesos tanto políticos como ciudadanos. Un claro ejemplo de ello es lo que sucede en Estados Unidos con Donald Trump, donde la existencia de instituciones autónomas le han impedido gobernar a su antojo. 

Ante todo, los ciudadanos deberíamos luchar en favor de la legalidad, de unas instituciones que funcionen para lo que fueron diseñadas. Unas instituciones fuertes son básicas para crear un país que funcione, un país que combata problemas como la corrupción, la inseguridad y que promueva un desarrollo económico del cual todos nos veamos beneficiados.

Por eso como ciudadanos, nuestra tarea es hacer lo que está en nuestras manos para tener unas elecciones limpias donde gane el candidato que los mexicanos eligieron independientemente de si se simpatiza o no con tal o cual candidato. Por ejemplo, quienes fueron nombrados como representantes de casilla no deberían renegar de la tarea que se les encomendó, sino por el contrario, tendrán una gran oportunidad para vigilar el voto en su casilla correspondiente. Los ciudadanos debemos denunciar y exhibir todas las ilegalidades que veamos en campaña.

Pero lo más importante, creo yo, es controlar las emociones y no dejarse llevar por el calor del momento. En dado caso de que exista o se presuma un posible fraude electoral, nuestra tarea es buscar elementos que ayuden a probar que este se ha llevado a cabo. Es importante ser muy críticos a la hora de recopilar pruebas. Por ejemplo, en las elecciones del año pasado se mostraron como «pruebas del fraude» errores en el conteo del PREP que a todas luces eran un error de dedo (los errores humanos son comunes en los conteos rápidos que tienen un fin meramente informativo y se corrigen en el conteo final). Es importante, por ejemplo, informarse del funcionamiento del proceso de recolección y conteo de votos, no atender a rumores falsos (que posiblemente circularán el día o los días posteriores de la elección) porque también es cierto que dentro del proceso de la recolección de votos existen más candados que vuelven un tanto más difícil que antes orquestar un fraude dentro del conteo.          

La participación ciudadana es elemental para procurar elecciones libres y, por tanto, esta tiene que ser responsable. Se debe determinar si hubo algún fraude o ilegalidad con base en la evidencia y no con base en la simpatía con un candidato. Un fraude electoral es un atentado contra la vida institucional y la democracia en nuestro país, pero no reconocer una derrota que fue legítima no es algo muy distinto porque deslegitima a una institución que sí hizo su trabajo.                                                                                                                                                                                                                

En caso de unas elecciones cuestionadas, los ciudadanos debemos estar a la altura y no ser presa de los intereses políticos (cualquiera que estos sean).