Hola. Soy del PRI y me avergüenzo de mi partido

Abr 6, 2018

Parte de la solidez del PRI consistía en el orgullo que sentían sus militantes. Ahora ellos mismos mandan el mensaje de que la identidad de su partido es motivo de vergüenza.

Hola. Soy del PRI y me avergüenzo de mi partido

Algo me llama mucho la atención del sitio web de José Antonio Meade: en el portal principal no aparece el logotipo del PRI. De hecho, no se le menciona ni una sola vez de no ser por el video introductorio donde sí aparece pero en un muy segundo plano. También llama la atención que los colores de la campaña buscan evocar lo más mínimo posible al partido. Se usan muchos colores y los tonos verde y rojo han sido modificados lo suficiente como para que recuerde lo menos posible al PRI. 

Todo esto contrasta con la imagen de los otros candidatos. El logotipo de campaña de Ricardo Anaya contiene los colores de los partidos que conforman el Frente, López Obrador usa el rojo de MORENA en tanto que Margarita, sin siquiera ser parte de ese partido, utiliza los colores del PAN para atraer al voto panista.

No es casualidad que la campaña de Meade rehuya a los colores de su partido, ni es casualidad que eso se haya vuelto una constante dentro de muchas de las campañas políticas de varios candidatos del PRI desde 2015. Incluso, en 2012, los estrategas de Peña Nieto (que varios son los mismos que los de la campaña de Meade, como la estratega digital Alejandra Lagunes) se abstuvieron de usar los colores del PRI en su sitio web y optaron por otras tonalidades. Pero aún así eso era sólo en la página web (por medio del cual tendrían contacto con los millennials que veían con mucho escepticismo al partido) porque los mítines estaban plagados de la imagen del PRI y muchas de las campañas de gobernadores o alcaldes estaban homologados. Muchos recordamos las camisas de campaña que parecían sacadas de Fórmula Uno presumiendo a su partido y a todos sus candidatos. 

Ahora, incluso dentro de la campaña, buscan «ocultar al PRI» lo más posible. Las vestimentas y la utilería «orgullosamente priísta» ya no existe. Meade no porta el logotipo de su partido sino una camisa que solo contiene el logotipo de su campaña (que parece sacado de un promocional de Doritos). 

Los estrategas lo saben, la imagen del PRI es un lastre. 

Por eso es que dentro de las campañas buscan vender a «candidatos ciudadanos», por eso su candidato es el menos priísta de todos, incluso los propios priístas como Aurelio Nuño y Enrique Ochoa Reza resaltan que Meade ha trabajado en distintos gobiernos y nunca que es «uno de los suyos». 

Pero ¿entonces por qué siguen siendo priístas? ¿Por qué, si perteneces a un partido del cual te sientes orgulloso lo ocultas e intentas que la gente te relacione lo menos posible con tu partido?

La respuesta corta sería el poder: porque intuyen que ocultando su piel y sus orígenes pueden acceder o mantener el poder y sus intereses (aunque, por lo visto, puede que no alcance) ya que su partido es despreciado por la mayoría de los mexicanos y porque la gente asocia a la marca PRI con la corrupción.

Entonces ¿por qué son priístas? Si no concuerdan con la imagen que la gente tiene de su partido y creen que es errónea ¿por qué no hacen algo por defenderla y, en vez de eso, se avergüenzan públicamente de ella? 

Pienso yo, que esta es una estrategia suicida a largo plazo ¿por qué?

Porque la identidad de una organización es lo que la mantiene sólida y cohesionada. Básicamente eso es lo que ha hecho fuerte al PRI a través del tiempo. A pesar de lo que dijeran allá afuera de su partido, ellos seguían mostrándose «orgullosamente priístas», como si fueran parte de una organización selecta, como un privilegio formar parte de.

Al ocultar su identidad la están destruyendo poco a poco, porque incluso le están diciendo a la militancia que hay razones de peso para avergonzarse de su propio partido y al mismo tiempo le están dando la razón a todos sus críticos: «ustedes repitieron el mantra de que el PRI era un cáncer y ahora nosotros les damos la razón». El concepto del orgullo priísta comienza a consumirse hasta desaparecer.

Y cuando la identidad desaparece, ya no hay nada que mantenga cohesionada a la institución. Sus miembros entonces actuarán por interés propio y en el momento en que convenga más saltar a otro barco (cosa que está comenzando a suceder) lo harán.  

Los priístas se mantienen aferrados a las (escasas) posibilidades de un candidato al cual se le ha desvinculado lo más posible de su partido, como tratando de perder lo menos posible. Para ello han cedido en el discurso, le han dado la iniciativa a sus críticos y han dejado que ellos definan al partido (cuyo propósito es más bien su extinción). 

Tiene razón Enrique Krauze cuando dice que el PRI pidió otra oportunidad y terminó traicionando al pueblo. Después de esta es muy difícil que el pueblo vuelva a confiar en ellos. El PRI parece tener fecha de caducidad y, al parecer, en el mismo PRI lo saben.