Hace pocos años, la sociedad civil presionó para que el INE permitiera la participación de los candidatos independientes en la contienda. Lo lograron de forma parcial, ya que el INE a cambio pide requisitos casi inalcanzables. Con excepción de Pedro Kumamoto y su movimiento esta nueva figura no ha sido el revulsivo que se esperaba que fuera y se ha convertido en un escaparate para quienes tienen estructuras o están acostumbrados a hacer trampa: los políticos de cajón.
De los cinco contendientes principales tres hicieron trampa y dos no. Estos últimos fueron Pedro Ferriz y Marichuy y quedaron muy lejos del número de firmas que el INE les requería; los otros tres, Margarita Zavala, Armando Ríos Piter y El Bronco sí hicieron trampa. Sólo Margarita Zavala logró el registro porque las firmas válidas le alcanzaron para obtener el registro. Pero aún así, las otras que dijo conseguir, que representan casi la mitad del total, eran inválidas. Varias eran fotocopias, estaban duplicadas o tenían inconsistencias:
Es cierto que en la recolección de firmas pueden aparecer algunas inconsistencias o algunos errores, pero para eso podemos referirnos a los casos de Pedro Kumamoto y Manuel Clouthier quienes, de todas las firmas que obtuvieron, el 90% fueron válidas. Cuando las inconsistencias y los errores son tan amplios es que hubo dolo.
Mucho ya se venía hablando de que los aspirantes a candidatos estaban haciendo trampa por el extraño comportamiento del seguimiento que el INE hacía de la recolección de firmas, el cual era inconsistente, no sólo por el comportamiento a través del tiempo, sino por la extraña relación que había entre las firmas conseguidas y los representantes registrados.
Margarita estará en la boleta, pero llegará con la marca de la trampa. ¿Cómo podrá señalar la corrupción de Anaya si ella fue corrupta a la hora de conseguir las firmas del INE? ¿Cómo podrá increpar a López Obrador con el discurso del fraude si básicamente ella buscó engañar al sistema para estar en la boleta? El caso de Armando Ríos Piter, el experredista que se presentó como candidato antisistema, fue el más grosero de todos, no sólo porque fue el que simuló más (usando documentos apócrifos) sino porque las firmas válidas no representan siquiera el 20% del total. Básicamente se trata de políticos de carrera abusando del sistema desde fuera.
Ciertamente, los requisitos para aparecer en la boleta son demasiado estrictos y no permiten a ciudadanos que no tengan estructuras políticas fuertes acceder a participar en las elecciones; pero eso no es justificación alguna para hacer trampa, máxime cuando se trata de los políticos que son parte del sistema y que decidieron, por conveniencia, contender como candidatos independientes.
Este acto vergonzoso y bochornoso es tan sólo el ejemplo de la degradación de una clase política que ensucia y empantana el ejercicio del poder en todas sus manifestaciones, incluyendo los recursos para que los ciudadanos tengan la posibilidad de acceder a las candidaturas. Y aunque hubo ciudadanos, como Edgar Portillo, que también hicieron trampa, casi todos los que lo hicieron fueron políticos de sistema. Ni Ferriz de Con ni Marichuy ni muchos otros decidieron engañar al sistema y se fueron por lo legal, ellos perdieron.
Con este tipo de actos, la clase política sólo refuerza el paradigma de que en México si la quieres hacer te tienes que ir por el camino chueco y que apegarse a la ley es cosa de ingenuos. Este bochorno es lamentable y vergonzoso.
Actualización: les comparto la respuesta de la campaña de Margarita Zavala a las acusaciones. LEER AQUÍ.