Advertencia: lo que voy a decir es una suposición mía, una sospecha, incluso le puedes llamar «teoría de la conspiración». No aporto datos sólidos como para hacer un veredicto categórico por lo cual el argumento que esgrimiré en este artículo no se debería ver como eso, sino como una sospecha o una posibilidad.
Se nos decía que el primer objetivo del PRI era tumbar a Ricardo Anaya para que, una vez desfondado el panista, el PRI acapararía todo el voto anti AMLO, y así, obtener el triunfo tan anhelado.
Pero las encuestas y los análisis que se han hecho parecen decir otra cosa: primero, que en los careos entre dos candidatos, López Obrador le ganaría de calle a José Antonio Meade; segundo, que, como lo revela Parametría, la campaña de desprestigio en contra de Ricardo Anaya ha detenido su crecimiento, pero José Antonio Meade sigue cayendo, en tanto que López Obrador sigue muy cómodo allá arriba en primer lugar, incluso parece crecer más.
Una amiga me comentó la siguiente hipótesis: habría que hacer como que todo el «sistema corrupto» del PRI y del gobierno se lanzara contra Anaya de tal forma que ello terminara victimizándolo. Bastaría con que la PGR no la consigne. Pero esa apuesta se me hace demasiado arriesgada, tanto, que de momento ya se detuvo el crecimiento positivo que el queretano llevaba acumulando.
Yo tengo otra hipótesis (esa sospecha mía) y es que al PRI le convendría más que gane López Obrador. ¿Cuáles son mis argumentos?
Que Anaya es un tipo, a mi parecer, muy impredecible. Pregúntenle a los calderonistas, a Gustavo Madero, a todo mundo. Si los priístas algo quieren es que no se les persiga cuando dejen el poder y no se sienten seguros con Anaya. El candidato del frente ha lanzado un discurso muy estridente contra la corrupción del PRI al punto en que aseguró que metería a Peña Nieto a la cárcel si se le comprueban actos de corrupción. En cambio, AMLO ha dicho una y otra vez que no perseguirá a nadie e incluso habla de perdón y de amnistías.
Que dado el comportamiento en las encuestas, el golpeteo contra Anaya deja de tener sentido ya que también está afectando a la candidatura de José Antonio Meade al relacionársele con el uso de las instituciones como la PGR, pero aún así la guerra sucia sigue. Parecería como si en el PRI asumieran dicho desgaste, y si así fuera, entonces el objetivo no sería, necesariamente, que su candidato gane, con todo lo que eso implica.
Que López Obrador está más dispuesto a pactar y negociar (como queda evidencia son sus «nuevas adquisiciones») con el fin de que ahora sí llegue a Los Pinos. Sabe el tabasqueño que enfrenta su última oportunidad y está haciendo todo lo posible (incluso ir contra sus principios) para llegar al poder.
Que el manejo que López Obrador ha recibido en medios es muy complaciente y es el que ha recibido más menciones positivas, lo cual contrasta con el trato que ha recibido Ricardo Anaya:
Y, por último, que muchos priístas se están yendo hacia MORENA como si nada pasara. Un claro ejemplo de ello es Claudia Delgadillo, quien fue nombrada como la coordinadora de campaña de José Antonio Meade en Jalisco, y quien el día mismo del nombramiento renunció y se pasó hacia las filas del partido de López Obrador.
En las siguientes semanas, sobre todo cuando la campaña empiece, veremos las verdaderas intenciones de quienes juegan en la arena electoral. Lo cierto es que, con el pasar del tiempo, López Obrador sigue fortaleciéndose.