Cualquier persona (bueno, casi) que sea aficionada al futbol, verá con mucho agrado que su país sea sede de la Copa del Mundo. Digo que casi porque las últimas experiencias nos han demostrado que el derroche que el gobierno hace para construir los inmuebles y la infraestructura tienden a generar descontento, sobre todo en aquellos países que no presumen de una economía sólida.
Muchos se preguntaban cuándo es que nuestro país organizaría un Mundial con el antecedente de ya haberlo hecho dos veces. Esto muy probablemente ocurrirá en 2026, en conjunto con Estados Unidos y Canadá (a menos que ocurra algo extraño). Hasta aquí terminan las buenas noticias para el aficionado del futbol.
Las malas noticias comienzan cuando el aficionado se entera que de los 80 juegos de los cuales constará el Mundial, sólo 10 se llevarán a cabo en México. Esto sumado a la otra mala noticia a partir de los cuartos de final, los partidos se llevarán a cabo en Estados Unidos. Aquí es donde termina el júbilo y comienza la indignación.
Peor aún, lo más probable es que México aloje casi ningún partido de élite o tal vez de ninguna potencia. Se tantea que de los 10 partidos, 3 serán de la selección mexicana más alguno que otro molero. Hay que recordar que para este mundial, la FIFA ha aumentado el número de equipos con lo cual tendremos más equipos mediocres (negocio redondo).
Enojado, el aficionado se cuestiona «¿Por qué diez malditos partidos? ¡Estados Unidos nos pisotea otra vez, nos da migajas! ¿Dónde quedó nuestro espíritu y nuestra grandeza futbolera? ¿Vamos a pisotear nuestra dignidad otra vez?», a la vez que sube memes de los directivos y de lo mal que está México.
Ciertamente 10 partidos son muy pocos, y los directivos de nuestro futbol no deberían conformarse con eso, pero también es injusto que el número de partidos sea repartido equitativamente. ¿Por qué?
Primero están las razones geográficas y económicas. Estados Unidos tiene mayor infraestructura y es más grande. Si a Estados Unidos le piden organizar un mundial en un mes, lo puede hacer sin ningún problema, tiene decenas de estadios (que aunque son de futbol americano y se pueden acondicionar) que cumplen con los requisitos de la FIFA. En cambio, México sólo tiene 3 o 4 estadios que cumplen dichos requisitos. Sólo el de las Chivas y el de Monterrey están «listos», mientras que el Azteca y el de Puebla necesitarían un reacondicionamiento. El de Torreón se podría ampliar para ese efecto. Eso es lo único que hay.
Luego, están las razones meritocráticas. Estados Unidos tiene tiempo peleando esa sede, Hay que recordar que la peleó y la perdió en 2022, y que de forma sospechosa cayó en manos de Qatar. México en realidad ha hecho poco; tan es así que muchos aficionados de nuestro país ni siquiera sabían que se estaba planeando lanzar la candidatura. Entonces, el trabajo es de Estados Unidos, y así, Estados Unidos pone las condiciones.
Dicho esto, Estados Unidos merece tener un mayor número de partidos, no hay «abuso» ahí. Los estadounidenses tienen el derecho a negociar lo que se les pegue la gana.
Si esperaban que México albergara una gran cantidad de partidos, la FMF tuvo que haberse involucrado desde antes en una constante batalla para buscar la sede como lo hizo Estados Unidos. ¿Sería justo, por ejemplo, que México pugne fuertemente por la sede y de buenas a primeras, Centroamérica, entidad de países que hizo poco, le exigiera la mitad de las sedes?
El mundial es un negocio, y como en todo negocio, como su propia raíz etimológica lo dice, está sujeto a «negociaciones». Nuestro país podría albergar, sin grandes inversiones en infraestructura (es decir, poco más que lo que ya se va a hacer) unos 20 partidos, y que dentro de esos 20 pueda obtener algún partido de cuartos de final o incluso semifinales. Esto dentro de un escenario económicamente responsable y prudente.
Nuestro país, como en cualquier negocio, debe buscar el mejor escenario posible. No hacerlo sería un acto de conformismo por parte de quienes rigen el futbol mexicano. México, con su tradición futbolera y con el dinero que se puede generar a través de este deporte, podría obtener.
Porque no sólo hablamos de un deporte, hablamos de que estos eventos, bien planeados y llevados a cabo, generan beneficios a través turismo y del posicionamiento de México como «marca-país», algo que nos seria de mucha utilidad debido a que la imagen de México allá afuera no es la mejor por el problema del narcotráfico y la corrupción. Un mundial que no implique fuertes gastos en infraestructura ni tirar la casa por la ventana como lo hizo Brasil sí termina siendo un «negocio» capaz de generar buenos dividendos, tanto en lo económico como en imagen, a nuestro país.
Al final si Estados Unidos tiene más partidos es porque es un país más fuerte y desarrollado que el nuestro (sí, con todo y Trump), no sólo porque eso se percibe con la infraestructura y la capacidad económica que tiene, sino inclusive por la ambición de salir y pelear por ser sede de la Copa del Mundo. Diez partidos son muy pocos, pero la verdad es que nos cayeron sin que moviéramos un dedo y sin que los directivos hicieran mucho. Si se quieren más sedes, habrá que pelearlas negociando.