El apocalipsis digital, o el día en que nos quedemos sin Internet para siempre

Oct 22, 2016

¿Qué pasaría si algún ciberterrorista nos desconectara a todos de Internet? ¿Volveríamos a convivir como seres humanos, o más bien, el mundo colapsaría?

El apocalipsis digital, o el día en que nos quedemos sin Internet para siempre

Maurusone

No estar en Facebook se ha vuelto algo muy extraño, típico de un outsider que decide «no estar en contacto con la sociedad». La red social se ha convertido, de hecho, en una extensión de los lazos sociales reales, y por lo tanto, en una extensión del individuo. Estar fuera de, podría ser interpretado por algunos como una conducta antisocial. Las otras redes sociales como Twitter o Youtube posiblemente no tenga la injerencia que Facebook tiene en los grupos primarios -con quienes mantenemos lazos de afecto-, pero también han moldeado las estructuras sociales.

Si nos vamos con los grupos secundarios y aquellas formas de organización formales como lo son la escuela, el trabajo y demás organizaciones, podemos observar como el Internet también ha trastocado las estructuras. Plataformas como Google, el popular Slack, o hasta el Whatsapp son completamente indispensables para hacer bien nuestro trabajo, de tal forma que la productividad, y por ende, la economía, ya tienen una gran dependencia con los medios digitales.

Algunas voces, sobre todo aquellas nostálgicas, afirman que si el Internet se apagara, volveríamos a esa vida de antes donde las relaciones importaban, donde los individuos pasaban el día en familia en vez de estar «pegados a sus aparatotes», donde las relaciones sociales tendrían más importancia tanto para nuestra vida como para nuestro trabajo.

La expectativa que se hacen aquellos nostálgicos es completamente falsa. Si Internet se apagara, se crearía una hecatombe. ¿Por qué?

Porque nuestras organizaciones ya se han transformado y ahora Internet tiene una relación directa con ellas. Nuestras estructuras sociales no son las de 1995, de hecho ya muchas cosas han cambiado.

Por ejemplo, redes sociales como Facebook, Whatsapp o hasta Snapchat tienen ya una función en la vida de las personas. Gracias a esta red social los individuos pueden realizar actividades que antes tenían que realizar por otros medios. Los millennials ya no se la pasan horas hablando por teléfono porque ya hay otros medios de comunicación y se han a costumbrado a seguir lo que sus amigos hacen. Ellos encuentran en las redes sociales una forma de expresión que jamás antes habían tenido. Estas redes también permiten a los individuos estar más conectados, lo cual es muy útil cuando la distancia separa a una persona de sus seres queridos. Así también, estas son herramientas valiosas de información -otra cosa es que muchos individuos no usen filtros para hacer una buena selección-.

Las redes sociales, como todas las tecnologías, tienen varios efectos colaterales, y cuando se usan en exceso, sí, pueden causar (o más bien ser síntoma de) problemas psicológicos, y ciertamente todavía no hemos terminado de crear «reglas de etiqueta» para reducir los efectos colaterales de las nuevas tecnologías, como ese vicio de utilizar los celulares en las reuniones. Pero en realidad, redes sociales como Facebook o Twitter han abonado a las relaciones humanas, no al contrario.

De hecho, gracias a Facebook yo he cerrado negocios, he podido hacer más amigos y conservar a varios de los existentes. Gracias a las redes es más fácil enterarte de eventos que se van a llevar a cabo, y seguramente para un introvertido, Facebook puede ser una herramienta muy útil para saber qué está sucediendo allá afuera e involucrarse.

Imaginemos que de un día para otro Internet se apaga. ¿Qué efecto podría tener esto en la vida de las personas? Que muchos de pronto ya no puedan estar en contacto con muchos de sus amigos porque -y me incluyo-, gracias a las redes sociales, no se pierde la comunicación y el contacto con varios de ellos. Imaginemos retornar al teléfono fijo como principal medio de contacto, imaginemos cómo es que nos organizaríamos o pondríamos de acuerdo ahora que no podemos utilizar las redes sociales para comunicarnos.

Los nostálgicos afirmarán que hemos «acabado con una dependencia», pero la verdad es que los seres humanos somos dependientes de todas las tecnologías que creamos. Cuando inventamos la rueda, nos volvimos dependientes de ella para transportarnos, luego nos volvimos dependientes de las cartas por correo, luego del teléfono, y ahora de Internet. Si los nostálgicos quieren entender qué es acabar la dependencia de Internet, deberían preguntarse, ¿qué habría pasado en sus tiempos si de pronto el servicio telefónico hubiera desaparecido?

El efecto (negativo, claro) de un apagón podría ser considerable; desaparecería una herramienta que ya ha penetrado las estructuras sociales. Seguramente ésto tendría un considerable impacto psicológico en muchas personas que de pronto se verían obligadas a modificar sus patrones de conducta de un día para otro, no es cualquier cosa.

Pero ahora hay que hablar de lo que ocurriría en otros ámbitos, por ejemplo, en los negocios, en las telecomunicaciones, y en la forma en que la gente se comunica. Si las relaciones interpersonales se entienden cada vez menos sin Internet, las estructuras económicas y de gobierno son incluso más dependientes. En un mundo donde hasta ya nuestro dinero y parte de nuestros bienes son digitales y virtuales, si Internet se apagara, no sólo las empresas e instituciones tendrían que encontrar la forma de organizarse de un día para otro, lo cual implicaría rediseñar completamente procesos y cambiar hábitos, lo cual se antoja muy difícil, sino que tendríamos también que considerar el fuerte el impacto que tendría en la economía, porque las facilidades que Internet otorga se traducen a una mejor productividad, lo cual se traduce en una mucho mayor generación de riqueza. Posiblemente sin Internet, la crisis del 2008 sería un «juego de niños» comparado con lo que podría ocurrir. El colapso tanto económico como social no tendría precedentes.

El apocalipsis digital, o el día en que nos quedemos sin Internet para siempre

¿Y qué hay de toda la industria digital que tiene su core business en el Internet? ¿Qué pasaría con los millones de empleos que generan? Básicamente desaparecerían.

Y si desaparecen millones de empleos, el consumo se reduce afectando a casi todas las industrias, que a su vez generan otros millones de empleos.

Pero me voy más allá, en lo que tiene que ver con la organización social y política. Internet ya ha permeado las estructuras políticas y de gobierno de las comunidades; la gente tiene más herramientas para informarse y ha hecho de Internet, su fuente primaria de información, y tanto ellos como los políticos y activistas, han encontrado en Internet una forma de tender puentes de comunicación. Los procesos políticos actuales no se pueden entender sin Internet, y con un apagón, estos procesos se podrían modificar sustancialmente. Sin Internet ocurriría una especie de «desglobalización» y un mayor aislamiento. Los medios tradicionales adquirirían más poder y monopolizarían la información de una forma considerable.

En el terreno social y académico, gracias a Internet, mucha gente puede aprender y perfeccionar sus habilidades continuamente, sin olvidar lo que esta herramienta representa para las universidades. Sin Internet, una gran oportunidad de desarrollo profesional se desperdiciaría, lo cual podría incluso condicionar el futuro de muchas personas. Los estudiantes ya no tendrían acceso a mucha información valiosa que se encuentra en otros países.

No hay que olvidar el caos que se generaría en nuestra vida diaria. Las ciudades dependen cada vez más de Internet, los servicios tanto gubernamentales como privados colapsarían porque dependen de éste. Desde la luz hasta parte del transporte público, sin olvidar los servicios como Uber que dependen completamente de Internet, las compras en línea, las millones de transacciones bancarias que se hacen por este medio, etcétera.

Hablaríamos de un colapso total que afectaría fuertemente nuestro modo de vida.

Y no hay que olvidar que todas estas variables están interconectadas. Cambios en las estructuras de los grupos primarios o afectivos generan cambios en los grupos secundarios (formales) los cuales afectan la economía, la sociedad y la política; y a la vez, éstas últimas generarían fuertes cambios en las primeras.

Eso es lo que podría causar un ataque ciberterrorista. Tener la capacidad de colapsar Internet es casi como tener un arma de destrucción masiva en las manos. Por eso es que el tema, aunque irrelevante para muchos, es muy preocupante para muchos gobiernos y la comunidad internacional. Un apagón podría poner en jaque todo el orden mundial. Y créanme que hay interesados en que algo así suceda.