Las cortinas de humo ya no sirven

Jun 21, 2016

La capacidad para distraer a la población de lo que importa ha disminuido dramáticamente. Las cortinas de humo no se pueden entender en un mundo hiperconectado.

Dicen que el futbol es el opio del pueblo, haciendo referencia a la archi-repetida frase que Marx escribiera alguna vez para denostar a las religiones.

Dicen que el futbol sirve para distraer a las masas de lo más importante. Que los gobiernos aprovechan los eventos importantes tales como mundiales, eurocopas, o finales de liga para pasar las leyes más impopulares. Que no es coincidencia que las elecciones federales siempre empaten con un mundial, una eurocopa o unos Juegos Olímpicos.

Las cortinas de humo ya no sirven

No es algo que no haya existido, o algo que nunca se haya hecho. Pero los espectáculos como cortina de humo son menos eficientes de lo que muchas personas creen, y más ahora.

Antes tenía más sentido. Las noticias «que importaban» se transmitían boca a boca. De forma deliberada, los noticieros alineados al gobierno, daban poca relevancia al tema, no existían medios alternativos para informarse, la gente estaba concentrada en su evento deportivo, la final de liga, el mundial. Como la información se dispersaba con lentitud, era más fácil contenerla haciendo que la gente volteara a ver otro lado. Nadie sabía de la crisis económica que venía porque casi nadie hablaba de ello y la población estaba preocupada por que el chupacabras no llegara a su casa.

Algo así es casi imposible en estos días. Tomemos como referencia el asesinato de maestros en Nochixtlán. Posiblemente, sin smartphones ni redes sociales, nadie se hubiera enterado de lo sucedido, o las noticias hubieran abordado el evento a su conveniencia. Los medios monopolizados le hubieran dado menos relevancia y la gente seguiría discutiendo la paliza que la selección mexicana recibió: – Los chilenos pisotearon nuestros colores, nos humillaron, escupieron en ellos.

Llegó Nochixtlán, y la goleada (histórica, la más abultada de la selección en torneos oficiales) salió del foco. A dos días, nadie habla de la goleada en redes sociales. Portales como mediotiempo.com o Record le dan seguimiento al evento, entrevistan a los jugadores que hicieron un papelón, discuten si el entrenador se va a ir (vaya, es su trabajo). Pero gran parte de la población, sobre todo aquella que está conectada, ya no está preocupada por eso, ni se molesta ya en leer o escuchar sobre «las reacciones». Nochixtlán apagó las luces del papelón de la selección nacional.

Hay quienes prestaron muy poca atención o incluso lo ignoraron. Pero lo hubieran hecho de todos modos. Ya sea que porque no les gusta la política, porque simplemente no quieren escuchar malas noticias y quieren llenar sus redes de florecitas.

Internet, cortinas de humo

Y es que la dinámica es sencilla. Ves el partido, te indignas (vaya, aunque no te guste el futbol, ver a un equipo que representa a tu país ser pisoteado así duele), mientas madres. Duermes, y en el transcurso del siguiente día, en tus redes sociales alguien empieza a compartir lo sucedido, investigas un poquito en tus redes y algún portal, y ¡No puede ser!

A pesar de la desinformación, natural cuando hay intereses dentro de los dos bandos (Gobierno y CNTE), mucha gente hizo el esfuerzo por saber que estaba pasando, compartió notas, videos, fotografías, algún artículo colgado en Internet, dio su opinión. Claro, las opiniones eran muy polarizadas, porque entre el Gobierno y la CNTE, no sabes ni de «que lado ponerte». Algunos, los menos, pero tampoco muy pocos, se alegraron de que «hubieran puesto a los rijosos en su lugar». Otros condenaron el accionar del gobierno sin que eso implicara apoyo alguno a la CNTE, y otros, naturalmente presentaron a los miembros de la coordinadora como víctimas.

Llegamos a un punto en que ocultar la información es ya muy difícil. Los senadores pueden aprobar o rechazar leyes en la madrugada para que «nadie se de cuenta», y basta un tweet para que el mexicano común despierte y se entere de lo sucedido. Algunos lo han entendido bien, apuestan por la desinformación, emiten contenidos falsos y tergiversados a diestra y siniestra por medio de las redes sociales para influir en la opinión pública, usan hackers o bots. Pueden manipularla, sí, lo pueden lograr, pero no con la misma eficacia de los medios cerrados y monopolizados. El desinformado puede ser rebatido por sus conocidos dentro de las redes sociales, su argumento puede quedar sujeto a debate. La población puede llegar a un consenso que al menos se acerque un poquito más a la verdad porque está expuesta a información contraria a la que recibe o a la que cree.

En siglo XXI, pensar que se puede tapar el sol con un dedo es algo muy difícil. La impopularidad del Gobierno Federal es muestra patente de ello. Apostaron por ganar popularidad por medios de las reformas, anunciadas con bombo y platillo, mientras escondían su «basura» debajo de la alfombra. Ahora, es el gobierno más impopular desde hace varias décadas.

Aún así, hay quienes siguen creyendo que las cortinas de humo son tan efectivas, que son capaces de imaginarlas cuando ni siquiera existen.