Ser mujer

Mar 8, 2016

Si celebramos un «Día Internacional de la Mujer», es porque todavía no hemos logrado aspirar a esa equidad de género donde ser mujer no implique una desventaja. Porque todavía se necesita insistir y recordar su aspiración a vivir como iguales en este mundo. Este día no es para felicitar ni mandar flores, es para reconocer su noble causa.

Ser mujer

En la mayor parte de nuestra historia, la mujer ha sido puesta a disposición del hombre. La mujer se encargaba de cuidar a los niños mientras el hombre salía por el pan. Esta dinámica en algún momento pudo haber tenido sentido, el hombre es más fuerte físicamente, y tenía que hacer uso de su fuerza para alimentar a la familia. Ahora ese rol de la mujer «que se queda en casa» es un sinsentido desde esa perspectiva cuando lo que importa es el intelecto y no la fuerza física. No critico a aquellas mujeres que decidan quedarse por decisión propia, más bien pongo en tela de juicio esos roles que todavía están preestablecidos como «lo que debe o debería de ser» o «lo que está bien visto».

Basta ir al centro histórico de cualquier ciudad del país, las calles están llenas de nombres masculinos. Hasta hace algunas décadas, muy pocas mujeres tenían relevancia a pesar de ser demográficamente mayoría, y quienes la llegaron a tener, la obtuvieron gracias a su constante lucha para rebelarse con ese «concepto de mujer» a las que estaban llamadas a ser (Sor Juana Ines de la Cruz por ejemplo). Pero todavía en estos años siguen existiendo diversas formas de discriminación, que van desde perder un empleo por un embarazo hasta el feminicidio.  Todavía en estos años parece que para muchos, una violación sexual es producto del atuendo de la mujer y no de los desórdenes mentales del violador: – Ella lo provocó porque tenía pantalones ajustados.

No me explico como en el siglo XXI la mujer no pueda manejar un automóvil, no pueda salir sin permiso de su casa y tenga que portar velo para no «cometer un delito» como si fuera un objeto o un accesorio, tal como ocurre en algunos países árabes. Más aberrante es que ésto se considere un asunto de moral, cuando se trata más bien de un asunto de poder. Todavía en este siglo, incluso en Occidente, se es más exigente moralmente con la mujer y tiene mayor riesgo de perder su honor: Si quien tuvo relaciones sexuales fue el hombre, entonces es un chingón; si fue una mujer, entonces es una puta.

Y ahí cuidado si una mujer agarra un juguete de hombres o dice que de grande quiere ser Presidente o empresaria. – Mejor tú ponte a jugar té con tus muñecas mijita. – Y efectivamente, para muchos todavía está mal visto que una mujer le muestre sus sentimientos a un hombre y ésta tenga que esperar a que él lo haga. Peor aún, que la esposa sobresalga profesionalmente y el marido no lo haga tanto. El marido se sentirá humillado y señalado, porque se supone, él debería de ser el «hombre de la casa», el que manda, el cabrón, el que tiene «güevos».

Cuando hablamos del Día Internacional de la Mujer, no hablamos de un pretexto para felicitarlas, sino de una buena razón para reconocer su continua lucha en un mundo que a través de la historia las ha puesto en desventaja. Hablamos de un día para recordar que ellas merecen igual que los hombres, la oportunidad de desarrollar su plan de vida.

Porque un hombre que es hombre, se debe de pone de pie, y aplaudir a todas las mujeres que han luchado inalcanzablemente, a pesar de los obstáculos, a pesar de ellos mismos, y a pesar de todo.