Las gabi»netas» del gabinete de Peña

Ago 28, 2015

El «cambio de gabinete de Peña Nieto», es algo así como el gabinete de mi computadora de escritorio (es decir, la carcaza). Si un empleado mío quien la usa para trabajar me dice que la computadora está muy lenta, tiene muchas fallas, se traba y se apaga a cada rato; entonces yo pensaría en cambiar todos los elementos que están dentro del gabinete (la memoria RAM, el procesador, el disco duro); pero bajo la lógica peñanietista, lo que yo debería de hacer es cambiar la carcasa por una que tenga lucecitas y cambiar de posición los mismos elementos que ya están en el disco duro. Se la enseñaré a mi empleado y pensará que es una nueva computadora, pero a la hora que la empiece a usar y vea que los problemas ahí siguen, me va a mentar la madre.


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Peña Nieto ha tenido oportunidades y coyunturas que hubiera podido aprovechar para enderezar (o para tratar de enderezar) su gobierno y todas las ha desaprovechado. Una de esas oportunidades era la coyuntura de la mitad de su mandato. Dentro de esta pudo haber hecho un cambio profundo en un gabinete suyo que sirve para muy poco, y no lo hizo, solo los cambió de posición, a Rosario Robles la mandó de la SEDESOL a la SEDATU (tal vez el único movimiento que me parece de alguna forma acertado) para dejar en la primera a José Antonio Meade, el cual podría volverse presidenciable. De la Secretaría de Educación quitó a Chuayffet y colocó a Aurelio Nuño, y al Gobernador de Querétaro José Calzada Rovirosa (que dentro de los priístas es el más decente de los gobernadores de ese partido) lo mandó a la Sagarpa. Estos entre muchos otros cambios.

Luis Videgaray y Osorio Chong, a pesar de los pésimos resultados, siguen ahí. Son los incondicionales del Presidente. Posiblemente son algo así como el poder tras el poder (debido al intelecto de nuestro Presidente) y para Peña quitarlos sería el acabose. Esto porque no sólo desempeñan papeles específicos, en los cuales están reprobados; sino por el control político que ejercen desde sus puestos.

Con esto, el gobierno de Peña Nieto se termina condenando, ya están pensando en las elecciones de 2018 y creo que de alguna forma ya saben que este proyecto está agotado.

Están tan «metidos en su onda» que ni siquiera han hecho declaración alguna por las descalificaciones de Donald Trump a los mexicanos. Mientras toda la comentocracia ha defendido al periodista mexicano Jorge Ramos (incluyendo a Felipe Calderón, quien ha sido severamente criticado por el periodista en muchas ocasiones), el gobierno de México no dice ni pío.

El gobierno de México ha dejado solos a los mexicanos en Estados Unidos frente a Donald Trump. Quedarse callados, con la intención de no subir su perfil, ya no es suficiente. Ese momento ya pasó. El momento de enfrentarlo es ahora, no un día después de la elección. Es un grave error no tomarlo en serio. Sus palabras son muy peligrosas. Otros ya están siguiendo su ejemplo con ataques verbales en contra de inmigrantes de todas las nacionalidades. – Jorge Ramos.

Y por último, me llama la atención que en Guatemala muchos sectores pidan la renuncia de Otto Pérez por haber sido parte de un esquema de sobornos (incluidas trasnacionales, sectores no gubernamentales y hasta las instituciones no eclesiásticas); mientras que aquí casi nadie se atreve a hacerlo. Aquí nos limitamos a pedir la renuncia de políticos de segundo nivel, pero el Presidente es intocable, por más lo critiques, por más lo odies, por más que lo exhibas como ignorante en cadena abierta o por Internet (eso aparte del hecho de que los ciudadanos nos limitamos a compartir memes y a echarnos a dormir).

Y así están las cosas en México.