Peña Nieto, de la CNTE a la muerte de su gobierno

Jun 1, 2015

Peña está muy cerca de convertirse en uno de los peores presidentes de la época moderna de México (del fin de la Revolución Mexicana a la fecha) y si no fuera por Agustín Carstens y sus grandes habilidades en el terreno de la economía (y quien ha evitado que México se sumerja en una profunda crisis económica derivada de las otras crisis), hablaríamos del peor mandatario, por encima incluso de gente como Luis Echeverría o López Portillo.

Peña Nieto, de la CNTE a la muerte de su gobierno

El Gobierno de Peña Nieto está muerto. Como asegura Jesús Silva-Herzog, Peña ya no gobierna, al claudicar y echar abajo su propia Reforma Educativa de forma arbitraria e ilegal, se ha puesto la pistola en la sien.

La CNTE pudo chantajear al Gobierno Federal. La CNTE logró que se cumplieran sus caprichos ante un gobierno débil que pensó en las elecciones ante todo, porque el Gobierno ya ni siquiera tiene capacidad de maniobra para «poner tranquilos» a los maestros. Un gobierno tan acabado, tan vilipendiado, tan criticado por todos los sectores de la sociedad, ya no tiene margen de maniobra, tiene las manos atadas.

El Gobierno de Peña Nieto está muerto, el hecho de haber puesto la marcha en reversa es, como dice Jesús Silva-Herzog, la derrota más profunda en décadas. Y a pesar de todo, a pesar de las negociaciones, a pesar de haber actuado con ilegalidad para satisfacer a éste grupo de pseudomaestros, éstos últimos quemaron paquetería electoral en Oaxaca porque no se dan por satisfechos. De ese nivel es la humillación, la vergüenza. Tal cual el niño con tan poco amor propio que hasta el gordito al que nadie quiere se burla de él. La CNTE no se conforma con la suspensión de la evaluación, exige la eliminación de ésta. La Coordinadora tiene agarrado al gobierno de sus partes nobles, hace lo que quiere con éste. El Gobierno teme, y teme porque el descrédito es tan grande que dentro de ellos saben que no tienen garantizada su permanencia en el poder, saben que podrían pasar a la historia como los primeros post revolucionarios que no acabaron el sexenio.

Mientras el gobierno compra medios, diarios, publica notas a modo y el Presidente escribe «a título personal» artículos con un tufo institucionaoide redactados por otras personas (en La Jornada donde antes el Presidente no era bienvenido), inaugura y presume el Sistema Nacional Anticorrupción al tiempo en que es severamente cuestionado por éste mismo tema; mientras pasa eso su Gobierno cae, las instituciones se desmoronan, el Partido Verde pisotea al INE. La TEPJF también pisoteada por el Verde restituye la candidatura a Lagrimita a pesar de que no cumplió con los requisitos al tiempo que retiran la candidatura a Marcelo Ebrard. Enrique Peña Nieto tiene un problema cada vez más grande, está peor que cuando lo de Ayotzinapa, está mucho peor que cuando llegó al poder.

México está mal, pasa por una de sus crisis más agudas de la era moderna, el Gobierno se ve rebasado, no tanto por los factores externos, sino por ellos mismos. Los que «sí saben como» ya no saben que hacer, han preferido nadar de muertito, se han rendido, han claudicado. No tenemos Presidente, no tenemos Gobierno. La gran mayoría de los sectores que conforman la sociedad se sumergen en un profundo escepticismo: Los empresarios, los jóvenes, los sindicatos, los derechistas, los izquierdistas, los opinólogos (excepto quienes trabajan para el poder), los intelectuales. El Gobierno ya no tiene respaldo, ya no tiene guía, viaja a la deriva esperando que un milagro no los deponga en el transcurso de los poco más de tres años que les falta.

Mientras tratan de convencernos de que no tienen conflictos de interés, como si el pasar del tiempo pudiera hacer que la gente se olvide de las acusaciones, México se cae, retrocede en varios de los avances que se tuvieron en las últimas dos décadas. México ya no puede seguir gobernando de esa forma, la sociedad es diferente, y quienes nos gobiernan quisieron implementar a trancazos su viejas formas a la nueva realidad y se metieron en un problema profundo, tan profundo que voltean hacia arriba y ya no ven la luz, se han quedado en las tinieblas.

No quiero pensar que es lo que puede pasar el 7 de junio.