Se dice que cuando se le pregunta a un priísta por qué votó por el PRI, afirma que «roban pero dejan robar» o «roban pero sí saben gobernar»; naturalmente no todos, ni siquiera creo que la mayoría piense así, pero explica un poco la cultura dentro del propio partido. De que roban, roban (y no solo en el PRI, en todos lados y en todos los partidos, aunque unos más que otros), pero entiendo por qué los priístas añoran ese «gobierno eficaz» de resultados y no buenas intenciones, se empieza a notar con Peña Nieto.
Todos sabemos que el actual Presidente no es el mandatario con el IQ más alto, o con el mejor nivel de cultura. Pero yo lo dije, bastaría con que se rodee de personas capaces para poder limar esas asperezas. Es más, incluso, los que están detrás contrastan en demasía con lo que es Peña Nieto (lo que sin duda le ayudará al mandatario a revertir esas aseveraciones sobre su intelecto, debido a que el da la cara, la figura es él). Llega el PRI, y la verdad que es un partido con demasiado colmillo, capaz de cambiar la percepción de la gente de un día a otro. Un partido que siendo tildado de antidemocrático tiene la capacidad de negociar y de salirse con la suya.
Peña Nieto en una semana parece hacer lo que nunca pudo haber hecho Calderón. Su gobierno sí parece estar dispuesto a «rebasar por la izquierda» para tratar de aminorar el impacto de sus más ferreos opositores (empezando por López Obrador). Quiere mostrarse como un gobierno fuerte, sólido, «democrático», abierto. Por eso ha juntado a sus opositores para firmar el Pacto por México que contiene propuestas de los tres partidos. Lo notorio es que el PRI decidió ceder a cambio de mostrarse como un gobierno más legítimo, claro ejemplo es el abortar la propuesta de privatizar PEMEX para darle gusto al PRD.
Las decisiones tomadas en la primer semana han tenido un fuerte impacto mediático (que es lo que se buscaba). Buscan atender (o quieren hacer parecer eso) las peticiones de la ciudadanía. Vemos a Peña otorgando un premio a Solalinde, creando la Ley General de Víctimas, anunciando una nueva reforma educativa y tomando decisiones que marginan a Elba Esther Gordillo (el que pudiera ser el quinazo), seguro de desempleo, seguro para mujeres mayores, democratización de medios. E incluso algunas cosas que por las circunstancias sabemos que sí se van a cumplir.
Parece que el gobierno de Peña ha encontrado una buena fórmula para dar el primer paso, convencer a los ciudadanos. También para mostrarse como un gobierno fuerte, que sí puede, el cual está por encima de cualquier poder fáctico (incluso ese que les dio la presidencia). No solo eso, cuando algunas de estas cosas se lleven a la práctica (las que veo posibles son la marginación de Elba Esther y la licitación de las nuevas cadenas) mucha gente se va a convencer. Desde una perspectiva pragmática esta postura «negociante» del PRI me parece positiva, pero también creo que es necesario guardar un sano y prudente escepticismo. De acuerdo al comportamiento de la oposición se pueden dar avances, pero también un exceso de confianza podría ser contraproducente. No olvidemos que este PRI es casi el mismo dentro del gobierno de Carlos Salinas, no olvidemos al Grupo Atlacomulco, Atenco, y muchas cosas más. No dan un paso en falso, ellos saben lo que hacen, son muy astutos. Esta historia incluso parecería un poco a la de Salinas donde creímos que llegábamos al primer mundo (aunque en ese entonces no había una oposición tan fuerte).
El Pacto por México es una buena noticia, pero el papel de la oposición es importante para poder lograr cambios tangibles. Yo lo afirmé antes de la llegada de Peña a la Presidencia de la República. El PRI tenía que ceder, necesitaba legitimarse, lo está haciendo y la oposición debe aprovecharlo. Si no lo hace se aplicará la máxima de Lenin donde el PRI daría un paso atrás para después dar dos adelante en búsqueda de erigirse como el partido hegemónico.
Por cierto, ver que el mismo partido que creó esos poderes fácticos pretenda deslindarse de ellos, y ver que en los gobiernos del PAN no los tocaron… Entiendo por qué el PAN de estar en la presidencia pasó a ser la tercera fuerza.