De las filiaciones políticas de Márquez al Teletón

Dic 9, 2012

Caray que es preocupante, preocupan ambas caras de la moneda. O más bien, que dichas caras de la moneda generan la polarización política. Y terminan siendo preocupantes por lo que son y por lo que reflejan de nuestra sociedad. Falta autocrítica, las emociones imperan sobre la razón. Desde el odio y el encono, hasta la conmiseración.

De las filiaciones políticas de Márquez al Teletón

Enrique Krauze hablaba bien en su artículo sobre la excesiva politización que vivimos. Cierto es que debemos de interesarnos en la política, pero ahora la supeditamos sobre todas las cosas, excepto en el deporte y en los espectáculos (y yo creo que aún ahí llega). Me viene a la mente la pelea de ayer de Juan Manuel Márquez. Al final dedicó su pelea al «Presidente Enrique Peña Nieto», y en Twitter todos se olvidaron de su triunfo con un Trending Topic muy ofensivo. Mi pregunta es, ¿Qué tiene de malo que Juan Manuel Márquez muestre sus preferencias políticas? ¿Eso ya lo hizo mal boxeador? ¿Qué posición deberían haber tomado lo detractores de AMLO cuando Demian Bichir, nominado al Oscar, mostró su simpatía por López Obrador públicamente? ¿Acaso tu preferencia política demerita todo lo que haces en tu vida?

Me sorprende el linchamiento público por solo dedicarle una pelea al Presidente. Esos, que se dicen demócratas, caen en una incongruencia grave porque para ellos no caben opiniones distintas. Este tipo de actos y descalificaciones no solo vienen de este sector, también vienen del bando opuesto en muchas ocasiones (basta ver un noticiario de Ciro Gómez Leyva para constatarlo). Me pregunto, ¿qué a estas personas se les olvidó el arte de pensar y se han reducido a una posición maniquea donde quienes no están con ellos están en contra de ellos por más buenas intenciones que tengan estos últimos?

Naturalmente esta polarización tiene su trasfondo social. Algunos dicen que el Peje fue el que la causo, o Calderón, o el PRI. Es demasiado simplista esa afirmación, la polarización es reflejo de algo mucho más profundo que se debe de solucionar.

Por otro lado, tenemos al Teletón organizado en buena medida por esos «poderes fácticos» a los cuales Peña Nieto se comprometió a poner fin. Si uno quiere donar al Teletón evitando que «Televisa y las empresas grandotas» hagan cualquier cosa, en la página puede pedir un deducible de impuestos y se acaba el problema. Lo que quiero poner sobre la mesa es el uso de la lástima y la conmiseración al que estamos tan acostumbrados en México, y las transmisiones del Teletón son un caso ejemplar de ello. Donde realmente lo que más me aleja de dar un donativo es el hecho de ver a los artistas de Televisa llorar, o plantarte en la cara el hecho de que los discapacitados son gente que sufre. Cuando realmente a mí esto se me hace incluso un insulto para la gente discapacitada, porque tácitamente sugieren que hay que subestimarlos porque ellos son los que sufren. Ese llanto de Lucerito y de otros personajes lo que me dice es !ayúdalos, pobrecitos!.

Igualmente este tipo de conducta se ve en la calle. La gente pobre en la vía pública suele apelar a la conmiseración para hacerse de unas monedas. La mujer desvalida que carga con un hijo, el ciego, aquellos que usan un tono para buscar generar en nosotros el nivel suficiente de compasión para que les demos unas monedas. Aquellos que cuentan (y muchas veces inventan) historias trágicas de su vida para ayudarles, ¡a mí me pasó esto, esto otro aquello!. Donde la iniciativa personal simplemente no existe.

También como forma de reflexión en el tema del Teletón, me pregunto como el grueso de la sociedad suele ser apática en temas de donativos y actos caritativos cuando esto implica alguna iniciativa personal, pero esto cambia abruptamente cuando un medio dominante los incita a donar. ¿Por qué se necesita el estímulo de un tercero para que salga a flote ese «mexicano bueno? ¿Por qué para donar a un instituto este tiene que salir en la tele? Son cosas que habrán de ser reflexionadas, porque son parte de nuestra idiosincrasia. Esas partes que no dejan que el país avance.