El Think Different de Apple iba en el sentido de «Think Different». Pero tengan cuidado porque luego podría ir más en el sentido de «Josefina Diferente».
Era predecible que Apple no fuera a ser lo mismo sin Steve Jobs. El ya fallecido puede que no metía mano en la programación de los productos como sí lo hizo Bill Gates, pero era un gran vendedor que tenía una enorme capacidad de innovar y de decirle a la gente que debían de querer. Sin él, esto podría estar en riesgo, y parece ser que es lo que estamos viendo con el nuevo iPhone 5 y demás productos.
El iPhone 5 tiene muchas mejoras, nuevas prestaciones, es más avanzado que sus predecesores y es más, se animaron a alargar la pantalla. Pero no trae ese diferendo, ese toque innovador sobre sus antecesores. Y esto es preocupante cuando la competencia en los smartphones arrecia. Antes fue la cacareada pantalla retina, luego el Siri. Ahora si bien trae cosas nuevas, no trae ese algo novedoso. No digo que la gente no lo prefiera cambiar, porque con la cultura del consumo y más la promovida por Apple, en cuando abran las tiendas, habrán filas más largas y más tiendas de campaña que un concierto de la reunión de Pink Floyd en un país donde nunca han tocado.
No puedo decir que el producto sea malo, es todo lo contrario. Pero al faltar ese algo, eso que le daba Steve Jobs a sus productos, posiblemente podría animarme a buscar alguna otra alternativa, como un Android o el Nokia Lumia 920 por un ejemplo. Apple siempre daba la impresión de ir al frente de todo, y ahora creo que ya no lo es tanto. Ciertamente Apple vende status, pero dentro de ese status incluye el tener un dispositivo que aparentara estar al frente de los demás, más en el producto final en el software que en el hardware (por esto mismo Apple nunca ha tenido el hábito de presumir las prestaciones en hardware).
Más que una innovación, el nuevo iPhone 5 ofrece una mejora en tecnología, el problema es que sus competidores quienes ya han lanzado sus smartphones los logran superar en algunos rubros. Ciertamente el iOS es un sistema demasiado sólido para aprovechar al máximo las prestaciones del hardware, pero a este sistema operativo le hace falta innovación. Su imagen no es muy diferente de su primera versión lanzada en el 2007 cuando apareció el primer iPhone.
El iPod nano es un tema aparte y es que tiene demasiado parecido con el Nokia Lumia 920. Podrán decir una coincidencia, pero es de llamar la atención porque hace poco, la empresa de Cupertino demandó a Samsung por una presunta copia del diseño de sus aparatos. El iPod nano ha recibido críticas por que su tamaño ha crecido (recuerden que una ventaja del anterior era que se podía usar como reloj incluso) y porque a diferencia también del anterior que emulaba en chiquito el ecosistema del iPhone, parece romper con la estandarización del diseño del software. Seguramente Steve Jobs se estaría revolcando en su tumba al ver esta extraña decisión.
Apple tendrá que innovar, si no lo hace, la competencia en un mediano plazo podría empezar a comerle el mandado. A pesar de que Apple no es el que más smartphones vende (porque su nicho de mercado es más específico), si es el que más dinero ingresa. Aunque también entra la duda de que tan bueno serán innovando sin Steve Jobs, igual les sale el tiro por la culata.