La vida en un sube y baja

Jul 6, 2011

Era Sábado por la mañana, había amanecido muy mal, los químicos corporales y el sistema nervioso hicieron su efecto y me tumbaron (quienes me conocen sabrán a lo que me refiero), yo solo quería estar postrado en mi cama sin saber nada de la vida, quería desentenderme del mundo y aislarme mentalmente. Pero recordé que tenía pendiente un café con una amiga en una hora. Ya le había pospuesto varias veces la cita por la misma situación (había sido una semana difícil emocionalmente) y decidí ir. Tomé las llaves de mi coche, lo encendí y me dirigí rumbo al Chop que se encuentra en avenida México.

Mi amiga se había convertido en mi pañó de lágrimas, yo estaba mal y no sabía por qué. Había tomado decisiones difíciles como el alejarme de personas que me causaban algún conflicto emocional, no por que fueran malas, al contrario, son gente que admiro y quiero mucho (bastante diría yo), pero que a fín de cuentas no era saludable para mí estar cerca de ellas. Mi amiga me apoyó como pudo, me dió consejos, pero mi problema iba más allá, estaba relacionado con cuestiones químicas y solo podía recibir apoyo moral. No había persona que me pudiera ayudar en ese sube y baja emocional que a veces padezco.

Mi amiga en un intento por tranquilizarme, me contó de su viaje a Venezuela, se había ganado un viaje al concurso de «Quisiera ser millonario». Me contó que Venezuela se había quedado atrapada en los 80’s, que parecía haber sido un país próspero pero con la llegada de Hugo Chávez (y supongo que también el gobierno que le antecedió que también fué un asco) Venezuela se había quedado detenida en el tiempo. Chávez estaba nacionalizando todo. Por un ejemplo, si querías poner una escuela deportiva ya no podías porque el gobierno te la nacionalizaba, todas esas artimañas de Chávez se notaba hasta en los centros comerciales. La situación venezolana era triste. ¿Y por qué la gente sigue votando por él?. No sé, pero es igual cuando me pregunto por qué aquí al gente sigue votando por el PRI.

Duramos hora y media conversando, estaba algo mejor, pero seguía mal. Regresé a mi casa y me recosté. Para la tarde ya estaba mejor, los «químicos malignos» habían desaparecido, no se como explicarlo, pero es como si algo estuviera invadiendo tu cuerpo y de repente se va y te deja tranquilo. Muchas personas lo han entendido y me han apoyado en mis momentos de flaqueza, hay otros (los menos afortunadamente) en especial una persona un tanto estúpida que me han dejado abajo. He tenido que sacrificar muchas cosas con el fín de vencer mi padecimiento, salidas a fiestas, ligues, por supuesto dinero y esfuerzo mental, pero estoy vivo y coleando y no me voy a dejar.

Me han recomendado no buscar trabajo (afortunadamente estoy trabajando por cuenta propia), no tener relaciones sentimentales, no hacer muchas cosas que pudieran desatar dichos eventos, mientras el problema se soluciona. El objetivo es difícil, pero ahora sí que estoy en manos de los profesionales, yo lo más que puedo poner es actitud y voluntad para que este episodio sea llevadero mientras todo mejora.

No se que sea preocupante, que yo tenga que tolerar mis malignos fluídos químicos o que los venezolanos tengan que tolerar a Hugo Chávez. Espero que ninguna de las dos se convierta en algo vitalicio y sea algo que se extirpe por siempre.