Imagínense a un joven que llamaremos Mario. Acaba de salir de la universidad, pone un pequeño negocio de zapatos, empieza a buscar fabricantes de calzado, viaja de Guadalajara a León para buscarlos y hacer negocios con ellos. Mario implementa exitosas estrategias de mercadotecnia y publicidad en su negocio, va tejiendo sus redes sociales, se preocupa por mejorar la calidad de su producto, y ¡vualá!: Mario se vuelve un empresario rico y exitoso. Gracias a su riqueza, se empieza a codear con los sectores ricos de la sociedad, las mujeres se empiezan a fijar en él (porque Mario como no era una persona agraciada físicamente, no tenía éxito con las mujeres), empieza a agarrar reputación y fama (a la vez también genera envidias, porque estamos en México), y por lo tanto Mario, se acaba de convertir en una de las personas más exitosas de Guadalajara.
Aquí es donde me pregunto: ¿De todo lo que he narrado, donde está haciendo Mario algo malo?. Mario se ha ganado la riqueza y el éxito, como premio a su esfuerzo y a su ingenio. Personas como Mario son las menos culpables de que en el país existan pobres. Pero seguramente habrán sectores que no estén contentos con qué personas como Mario existan. Se le empezará a buscar «canas en el pelaje» para poder aseverar que construyó su riqueza de una forma ilegal, y una buena noticia para sus denostadores, podrán encontrar una, porque tal vez Mario, como cualquier persona en México, pudo haber cometido algún «pecadillo» en su trayectoria empresarial.
En este blog he criticado a Carlos Slim, pero más que criticar el hecho de que sea rico, he criticado algunas de las formas en que ha generado parte de su riqueza (en especial Telmex), porque a la vez, a pesar de lo anterior, también hay que aceptar que es un talentoso hombre de negocios (aunque no me da mucho orgullo eso de que sea el más rico del mundo, porque pues no ha inventado ni diseñado nada nuevo, como si lo ha hecho Bill Gates). Me he lanzado también contra Emilio Azcárraga y Salinas Pliego, pero no critico su riqueza, no hay nada de malo para mí en que sean ricos. Más bien me voy contra la pésima calidad de sus contenidos televisivos, y de como han tratado de formar un poder de facto que a veces tiende a ser más grande que el gobierno. Y de muchos ricos en general, no critico su riqueza, critico que a pesar de tener la fortuna de ser millonarios, evadan impuestos, quieran sustituír al gobierno, quieran aprovecharse de los trabajadores, etc…
Si querido lector, tienes la oportunidad de leer»Amos de México» de Jorge Zepeda Patterson. Te darás cuenta de que los millonarios son también gente común y corriente igual que nosotros, con sus virtudes y sus defectos; nada más que al ser más ricos e influyentes, sus virtudes son mas visibles ante la sociedad y sus defectos también son más visibles y perjudiciales. Porque todo lo que hacen, es lo que hace un mexicano común y corriente. Así como el mexicano común suele pasarse los altos, y pedir facturas de cualquier color para pagar el menor número de impuestos, los ricos también lo hacen. La mayoría de los ricos tienen esa misma idiosincrasia que tenemos los mexicanos clasemedieros.
Creo que si es sano criticar los malos hábitos que tienen algunos millonarios en México y darles un jalón de orejas. Pero hay sectores de la sociedad (sobre todo de la izquierda retrógrada) que ven a un rico, y lo primero que hacen es buscarle todos los defectos y no reconocer que también han llegado hacia donde están por su esfuerzo e ingenio, y reconocer lo que han aportado a la sociedad: Productos de calidad, plusvalía, generación de empleos, etc…
En México tenemos esa mala costumbre de no dejar avanzar al que destaca. Hay que ponerle piedras en el camino para que no llegue arriba. Y no se trata de eso, más bien hay que aprender a admirarlos, y también señalarles sus errores, pero exclusivamente sus errores. Porque el ser rico en sí, no es ningún error, es una virtud (bueno, al menos en la mayoría de los casos, porque tendríamos que excluír de esta lista a los millonarios narcotraficantes o a los lavadores de dinero). Y yo creo que así como hay ricos que no le hacen mucho bien al país, también hay muchos millonarios en México que son un ejemplo a seguir, por su ingenio, su iniciativa, y que han sobresalido no solo en nuestro país, sino a nivel global con sus grandes empresas.
Yo siempre he defendido que el estado corrija las imperfecciones del mercado. Es decir, que el estado permita que los empresarios con su iniciativa saquen adelante al país, pero que evite los efectos secundarios que pueda traer consigo (como una inequitativa distribución de la riqueza). Por eso estoy a favor de que se cobren impuestos y de que exista un estado de bienestar para que todos puedan tener una vida digna, en la que todos pongamos algún porcentaje de nuestro esfuerzo al beneficio de la sociedad.
Lo que se debe evitar no es que haya ricos, sino que existan cotos de poder que perjudiquen a la sociedad. Urge abrir a México a la competencia en todos los sectores (tanto públicos como privados) para que las reglas del juego sean iguales para todos. Urge acabar con el oligopolio televisivo, urge abrir el sector telefónico y de redes al 100%, urge hacer una reforma fiscal donde se logre que todos paguen. Pero no, no se trata de acabar con los ricos.