México es un país muy futbolero, me cae. En México se vive una pasión desmedida por el futbol que ya otros países lo envidiarían. Viendo los partidos del mundial se vé como los mexicanos ponen tal ambiente que logran callar las chillantes vuvuzelas que hacen sonar los locales sudafricanos. De todos los partidos que he visto, me quedo admirado con la pasión que ponen los mexicanos, cantan el cielito lindo, gritan «si se puede», le gritan «puto» al portero del equipo contrario, hacen tal algarabía que creo que no es superada ni siquiera por los cánticos ingleses. Excepto por el partido con Sudáfrica (por obvias razones), México ha jugado como si fuera local, como si hubiera llenado el Jalisco o el Azteca. Son muchas personas las que hicieron muchos sacrificios para poder viajar hasta el país africano. No importa si son gente rica, si son taxistas, si son taqueros, todos se las ingeniaron para ahorrar más de $100,000 pesos en 4 años y poder estar con su selección.
Y aquí es donde yo me pregunto ¿Por qué un país de más de 100 millones de habitantes, donde la gente como vive y come futbol, el cual está supuestamente respaldado por empresas de gran infraestructura, no puede lograr tener una selección que sea aspirante a ser campeóna del mundo?. Me decía un psicólogo, –el problema viene por nuestra idiosincrasia, no sabemos trabajar en equipo, fíjate bien. Los que logran triunfar en México, lo hacen en deportes individuales, en boxeo, en maratón, en caminata, en tae kwon do, en clavados y otros deportes más, pero cuando se habla de deportes de conjunto, nunca logramos destacar. Hay que aceptarlo, es nuestra idiosincrasia.
Le doy la razón, pero si nos ponemos a profundizar un poco más, podemos encontrar otras razones. Y yo más bien creo que se debe a toda la estructura que sostiene al futbol mexicano. Todo empieza con las televisoras (el duopolio Televisa – TV Azteca) que son prácticamente dueñas del futbol y la selección mexicana. Supuestamente la FIFA no permite que en las ligas afiliadas haya dueños con más de un equipo, y sin embargo en México se saltan la regla: Televisa tiene 3 equipos en la primera división y TV Azteca tiene a 2. Los torneos cortos están diseñados para sacar más ventaja económica del fútbol y no están hechos para crear más competitividad, envían a la selección a jugar contra equipos de bajo nivel en Estados Unidos, porque en ese país obtienen una mayor suma económica que si jugaran en México o se fueran de gira a Europa.
En rentabilidad económica, México es ya campeón del mundo. Salió publicado un artículo donde se ha demostrado por medio de la FIFA que México es de los países que tiene mayor audiencia en el mundial de Sudáfrica. También se menciona que México es uno de los 10 países que más dinero gasta en futbol. El derroche económico que genera el balompié en nuestro país es tal, que para las empresas que lo manejan resulta un jugoso negocio. Y no es que sea malo que lucren con el futbol, pero si lo es cuando ellos ya se conforman al obtener el «campeonato del mundo» en ganancias económicas.
No es tan importante para las televisoras, por un ejemplo, que la selección avance más allá de los octavos de final, es cierto, que avance México significaría algún ingreso más para ellos, pero más bien buscan generar expectativas y generar una especie de patriotismo con slogans como «ponte la verde» o «la selección azteca» y así aseguran que la gente se quede pegada al televisor viendo todos los partidos de preparación (que son bastantes, en comparación con los que tiene una selección promedio, y que varios de estos partidos son contra rivales que no oponen ninguna resistencia) con lo cual venden mucho más que lo que obtendrían con un México que avance a los cuartos de final, pero sin tantos partidos de preparación innecesarios.
¡Hay que exprimir a la selección haciéndola jugar lo más posible, ademas de alentar ese nacionalismo y orgullo que tienen dentro los mexicanos!. Pensar en ganar a Estados Unidos no significaría mucho futbolísticamente, pero se le puede sacar mucho jugo si se piensa en vender el partido como la revancha a todos los prejuicios que se tienen con los estadounidenses. Y lo peor de todo es que funciona. Cuando México ganó a Estados Unidos 2-1, no se logró una hazaña histórica ni mucho menos, pero el patriotismo inyectado por los medios en el espectador hicieron que miles de personas fueran a festejar al Angel de la Independencia, a la Minerva, a la Macroplaza, o que de plano fueran a agredir a compatriotas estadounidenses que de seguro, ni siquiera saben que su selección había caído ante México.
A pesar de todo el dinero que rodea el futbol mexicano, parece que son pocos los que están dispuestos a mejorarlo. Son pocos los equipos que se han preocupado por tener fuerzas básicas decentes (entre ellos el Atlas, Chivas y Pumas, y pocos más), y si bien se han hecho algunos esfuerzos que mejoren la captación de nuevos jugadores (como el obligar a alinear a novatos tantos minutos en la temporada), en general no hay ningún esfuerzo en conjunto y en equipo para mejorar el nivel del futbol mexicano.
Es cierto, que se han exportado algunos jugadores a Europa (pero casi todas las selecciones nacionales lo hacen, y hasta algunos inferiores a México tienen a toda su plantilla en el continente europeo), es cierto que gracias a algunos pocos se han logrado algunos triunfos, como el del campeonato mundial Sub 17 ganado por México. Pero también es cierto que estos esfuerzos de algunos pocos, son opacados por la mediocridad de muchos que se conforman con la rentabilidad que deja el futbol mexicano. El avance del futbol mexicano es a paso de tortuga y sin ningún orden. No se respetan ciclos y se improvisa mucho, tan es así que hace un poco más de un año, nadie sabía quienes eran los jugadores que conformaban la selección. Ahí esta Uruguay, la parte contrapuesta que a pesar de la difícil y cuestionada eliminatoria que tuvieron, dejaron a Tavarez como técnico de la selección uruguaya y ahora están desempeñando un muy buen mundial.
En México, el avance del futbol en los últimos años es cuestionable. Desde 1994 no se avanza más allá de los octavos de final en los mundiales (tómese en cuenta que cuando se escribió esta nota todavía no se juega el partido de octavos de final contra Argentina). De hecho me atrevería a decir que el último gran empuje que se le dió al futbol mexicano fué en 1993 de la mano de Menotti y Mejía Barón cuando México llegó a la final de la Copa América. De ahí en adelante se ha mantenido un nivel de competitividad, no ha bajado es cierto, pero tambien es cierto que no ha subido mucho, más si lo comparamos con los avances que han tenido otros países como Estados Unidos (quienes nos quitaron el título de «gigantes de la Concacaf») o países asiáticos como Japón o Corea del Sur, que antes eran un flan en los mundiales, y ahora ya aspiran, con un mejor nivel, a calificar a la siguiente ronda.
México no puede ser campeón del mundo, no por que no tenga los recursos, ni porque haya algo genético. No lo puede ser porque no se ha trabajado lo suficiente para darle un empujón al balompié nacional. Si aquellos muchos, si las televisoras, si los representantes, los promotores y directivos hicieran lo que hacen aquellos pocos, seguramente México sería una potencia mundial que podría mínimo pensar a aspirar como meta a llegar a unas semifinales ¿o por qué no?, a una final. Lo malo es que los que de verdad han hecho algo por la selección son «aquellos pocos» y los que se conforman y disfrutan de las ganancias son «aquellos muchos», donde no están solo los directivos, sino tambien los aficionados que se conforman con un mediocre desempeño.
Dicen por ahí que «el aficionado tiene la selección que se merece». Y si bien es cierto, como dice Valdano, que «el futbol es la cosa más importante de las cosas que no son importantes en la vida». Si el aficionado se conforma con una selección que califique siempre a los mundiales y haga un papel de malo a mediano ¿que se va a esperar de la gente en las cosas que realmente importan?, ¿con que país se conformarán?, ¿con qué trabajo se conformarán?, ¿con qué políticos se conformarán?. Es cierto, pero el futbol en el caso de México, es el fiel reflejo de lo que sucede en el país, es cierto, es el reflejo de no poder trabajar en equipo, de pensar en los intereses de uno mismo y no en el de la comunidad.
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