Con los nuevos libros de texto les han quitado las matemáticas a las niñas y a los niños mexicanos, dejándolos sin el instrumento lógico y conceptual esencial para enfrentar los desafíos en su vida en la era moderna. Los nuevos libros de texto gratuitos son una traición a Freire.
Luz de Teresa, Investigadora del Instituto de Matemáticas de la UNAM y expresidente de la Sociedad Matemática Mexicana
Para el régimen. la función de la educación no es formar capital humano para el mercado.
Claro, esa no debería ser la única función de la educación. Esta, a mi parecer, tendría que tener una visión más holística y debería ayudar a formar a la persona como tal, no solo en el ámbito productivo.
Pero esta formación ciertamente debería de dotar de capacidades al individuo para integrarse al área productiva para que tenga una mayor movilidad social y contribuya a la economía de su país. De algún lado el individuo tiene que producir para comer y poder satisfacer sus necesidades materiales.
Al notar este desprecio por la matemática en estos libros de texto, recordé el trend de #RosaPastel donde muchos jóvenes se sentían frustrados porque su vida laboral les parecía decepcionante con respecto de las expectativas que ellos tenían. Mucho de ello, decía, se explicaba porque la mayoría de los estudiantes no adquieren las habilidades necesarias para optar por carreras que tienen una mejor perspectiva (ingenierías y similares) en lugar de profesiones que adolecen de una profunda sobreoferta.
El problema es que los avances tecnológicos de nuestros tiempos crearán mayor demanda de estos perfiles que nuestro sistema educativo (no solo público) no está siendo capaz de crear. Es decir, si el rezago en matemáticas siempre ha sido un problema en nuestro país, este se va a agravar cuando las matemáticas se vuelvan más importantes.
Y este es el caso de estudiantes donde una gran parte tienen el privilegio de estudiar en escuelas privadas, cuyo nivel tampoco es para presumir, pero que tienen cierta libertad sobre qué materiales y qué cosas les van a enseñar a los alumnos. Ahora imagínense a los niños que tienen que estudiar en escuelas públicas que van a recibir una dosis ínfima de matemáticas y ciencias exactas en el aula.
Es decir, contrario a los deseos del famoso pedagogo Paulo Freire, en el cual supuestamente está inspirada esta currícula y cuyo pensamiento ya data de hace más de 60 años, los nuevos textos no ayudarán a emancipar a las nuevas generaciones. La ausencia de matemáticas les dará menos margen de acción, no sólo para encontrar trabajo, sino para poner un negocio o hasta trabajar en áreas cuantitativas necesarias tanto en la iniciativa privada como en el servicio público. Por el contrario, estos textos buscan hacer de los niños a seres más dependientes ideológicamente del régimen de tal forma que se conviertan en instrumento para transmitir y perpetuar su ideario en el colectivo mexicano.
Es cierto que la educación lleva necesariamente alguna dosis de adoctrinamiento. Es imposible que no exista ya que es imposible educar a los niños desde una postura completamente neutra sin un «deber ser» detrás del diseño de la currícula. En las escuelas confesionales se adoctrina a los niños con fundamentos religiosos, en otras con una visión más liberal y en la pública con la doctrina gubernamental.
Pero dentro de esta imposibilidad, hay educaciones que forman a individuos más libres que otros y sobre de ello habría que hacer esta distinción. Existen, a su vez, doctrinas más nocivas que otras y hay poderes políticos que buscan controlar ideológicamente más a sus gobernados que otros.
Lo que ha hecho este régimen sí se ha volado la barda.
Básicamente, quieren imponer el ideario personalista del presidente en las nuevas generaciones combinado con algunas pinceladas marxistas y otras nostálgicas orientadas hacia el sur. No podría decirse que son «libros comunistas» como algún periodista está sugiriendo, pero sí parte, en cierta medida, de conceptos y paradigmas ya caducos más propios del siglo pasado y que la izquierda populista latinoamericana ha tratado de rescatar.
El obradorismo está ahí: en el libro se nos dice que hubo fraude en el 2006, que el neoliberalismo (en la particular definición de López Obrador) está mal y un diverso cúmulo de ideas que se han repetido hasta el cansancio en los libros y los discursos de López Obrador: incluso se propone a las niñas y niños hacer asambleas con todo el sabor y estilo de MORENA. No se hace mención explícita al presidente, pero sí a su ideario.
Por ejemplo, con un ejercicio de text mining que hice utilizando los libros de secundaria, encontré que estos preceptos aparecen con la siguiente frecuencia (es el total de palabras utilizadas en los 4 libros dividido entre 4):
- Neoliberalismo: 13
- Democracia: 12.75
- Desigualdad: 9.75
- Privatización: 3.75
- Soberanía: 2.5
- Conservadores: 2.5
- Matemáticas: 2.25
- Adversarios: 0.5
Conceptos como «neoliberalismo», «privatización», «soberanía» y «conservadores» forman parte del discurso de López Obrador y aparecen recurrentemente en el libro, incluso más que la palabra «matemáticas» que apenas aparece poco más de dos veces por libro. Aproximadamente, por cada vez que aparece el término matemáticas, el de neoliberalismo aparece cinco veces. Este «adoctrinamiento» ocurre con mayor énfasis en los libros dirigidos a los maestros.
Mi intención no es analizar la pedagogía de estas obras porque no soy un experto en el tema y creo que otras personas pueden hacer un análisis mucho mejor al mío, sin embargo no se necesita hacer un análisis complejo para ver los nocivos efectos que estos nuevos libros van a tener en las nuevas generaciones.
El enfoque ideológico de estos libros presume ser comunitario e igualitario; sin embargo, condenará a las nuevas generaciones a lo contrario. Me explico:
La niñas y niños que acuden a la escuela pública tienden (aunque no siempre) a asistir ahí porque no tienen la alternativa de acudir a una institución privada. Ello quiere decir que su capacidad económica es menor y suelen encontrarse en los deciles más cercanos a la base de la pirámide socioeconómica.
Una izquierda moderna que diga buscar la igualdad debería dotar a estas personas de habilidades para que tengan una mayor movilidad social, pero justo están haciendo lo contrario. Esta degradación de la calidad de la educación (que ya de por sí es mala) va a crear una brecha mayor entre aquellos que asisten a la escuela pública y aquellos que van a la escuela privada. Ello necesariamente va a crear una mayor desigualdad con el tiempo.
El problema es que los nefastos efectos que estos cambios en la currícula van a tener no se van a notar en el corto plazo. Actualmente, el oficialismo hasta presume de cierta reducción de la desigualdad. Pero, con el pasar de los años, cuando los niños que hoy asisten a las primarias y secundarias públicas tengan que buscar trabajo en un mundo cada vez más «tecnologizado» más llenos de expertos en ciencia de datos, robótica o inteligencia artificial y se vean imposibilitados de participar, ello tendrá repercusiones nocivas en la propia economía: un país sin capital humano incapaz de generar riqueza para, a su vez, generar mayor bienestar en la población.
Y un niño que tiene menos educación, que está en desventaja y tiene menos habilidades es, necesariamente, un niño «menos emancipado» y más esclavizado por sus circunstancias.