Los mandamientos de la ley de López Obrador

Feb 21, 2018

López Obrador propone una constitución moral para acabar con los males que aquejan al país. Pero la tarea del político no es definir valores morales, sino crear instituciones fuertes.

Los mandamientos de la ley de López Obrador

Sí, sé que algunas personas me van a cuestionar por haber elegido este tema para escribir el día de hoy y no el «registro nacional de necesidades» propuesto por Meade (que se me hace una aberración) o los millones que desvió Rosario Robles en la SEDESOL y la SEDATU (que es un atentado en contra de los que menos tienen y que habla mucho de la «empatía del PRI» con la gente más pobre). Ya me daré a la tarea de abordar estos temas, pero se me hace muy importante abordar este, dada la coyuntura electoral, y dado que es muy probable que López Obrador se convierta en el próximo presidente.

Ya había escuchado esta idea de la constitución moral en el libro del tabasqueño. Dice López Obrador que pretende reunir a académicos, psicólogos y antropólogos y hasta empresarios para crearla. No es siquiera una propuesta nueva, e incluso tendríamos que remontarnos a las elecciones pasadas

Debemos convencer de la necesidad de impulsar cambios éticos para transformar a México. Solo así podremos hacer frente a la mancha negra del individualismo, la codicia y el odio, que nos ha llevado a la degradación progresiva como sociedad y como nación. – AMLO

El tabasqueño hizo este anuncio en el acto que fue electo como candidato a la presidencia por el PES. Al lado de Hugo Éric Flores, presidente del partido ultraconservador, López Obrador, a quien Flores calificó como el nuevo Caleb que camina hacia la conquista del Monte Hebrón, se dio el lujo de citar pasajes bíblicos. ¿Qué pensaría Benito Juárez de esto?

Se señala que Jesús manifestó con sus palabras y sus obras su preferencia por los pobres y los niños. Y para muchos, Cristo es amor. AMLO

Lo voy a decir así: que un político proponga una cartilla o una constitución moral se me hace un absurdo y una aberración. El político no puede ni tiene derecho de definir qué es lo bueno y qué es lo malo. Ciertamente que a partir de los valores morales de una población dada se crean varias de las leyes que nos rigen: conceptos morales como «no robar» o «no matar» se encuentran impresos dentro de nuestra constitución, pero la moral no la debe definir el Estado como tal. El trabajo del Estado es hacer valer las leyes (lo legal) y establecer las condiciones para que los individuos puedan llevar a cabo sus proyectos de vida, no definir cómo es que estos deberían ser (lo moral):

En su muy particular definición de la felicidad (la cual se atrevió a definir) quedan patentes los alcances que tendrá su gobierno en cuanto a la definición de la moral se refiere. Si la siguiente definición fuera esbozada por un pensador, un filósofo o hasta un charlatán de la autoayuda, ello no representaría ningún problema, ya que se trata de una postura personal y particular; pero la cosa cambia radicalmente cuando se trata de una constitución moral que pretende ser promovida , en el mejor de los casos, dentro de toda la población. Precisamente, los régimenes totalitarios se sostuvieron sobre la imposición de un conjunto de ideas de orden moral sobre la población basadas sobre lo que el mundo debería ser para ellos. Hannah Arendt, en su libro «The Origins of Totalitarianism» lo deja patente. Y no estoy diciendo con esto que AMLO vaya a ser un dictador ni nada por el estilo, ni creo que lo vaya a ser; pero sí es preocupante que piense que sea que el Estado pueda atreverse a dar sus definiciones de moral, en vez de procurar la libertad de los ciudadanos que, quienes insertos dentro de un sistema legal, viven conforme a sus valores y creencias:

La felicidad no se logra acumulando riquezas, títulos o fama, sino mediante la armonía con nuestra conciencia, con nosotros mismos y el prójimo… La felicidad profunda y verdadera no puede basarse únicamente en los placeres momentáneos y fugaces. Estos aportan felicidad sólo en el momento en que existen…

¿Por qué un político me tiene que decir a mí lo que es bueno y lo que es malo? ¿Por qué un político tendría derecho de meterse en mi vida privada o de tratar de influir en mis valores propios? Si para mí la felicidad fueran los títulos o la fama estoy en todo mi derecho, aunque no coincida con la definición de felicidad de López Obrador. ¿Quién es un político para definir, por todos, lo que la felicidad es? ¿Qué eso no es una afrenta contra el Estado Laico?

La moral se mama desde casa.

Quienes quieran encontrar paralelismos de López Obrador con regímenes como el de Venezuela, aquí sí van a encontrar coincidencias. Aunque yo soy muy escéptico sobre la idea de que AMLO convertirá a México en un «país chavista» y creo que es una exageración, es cierto que estos discursos morales donde el político se atreve a definir lo que es bueno y lo que es malo y donde este adopta una postura de pregonero sí son fenómenos que se presentan de forma constante en este tipo de regímenes: donde el político, con un aura mesiánica, se presenta como una especie de padre del pueblo; quien no sólo funge como un servidor público, sino como una suerte de guía espiritual.

Si bien, es cierto que sería un tremendo despropósito pensar que dicha constitución moral será aplicada con todo el peso de la ley, ya que más bien pretende ser una suerte de pacto o convenio tácito entre el gobierno y los ciudadanos, que un político piense que sus funciones abarquen el terreno de lo moral es algo que nos debería de preocupar.

Pero luego también hablemos de la efectividad que puede tener una cartilla moral. López Obrador piensa que de esta forma, promoviendo valores, va a acabar con todos los males que nuestro país tiene. 

La tarea de López Obrador debería de ser la creación de instituciones fuertes y de contrapesos dentro del poder para combatir los problemas que nuestro país padece. Sin instituciones fuertes, una cartilla moral quedaría en un recetario de buenas intenciones, al igual que ocurre con nuestra Constitución. Pero nunca escuchamos a AMLO hablar de la creación de mecanismos anticorrupción, ignora olímpicamente las recomendaciones de las ONG especializadas como «Mexicanos en Contra de la Corrupción» y tampoco ha hablado nada sobre una fiscalía verdaderamente independiente e incluso pretende tener control total sobre los órganos anticorrupción porque cree que si él es honesto, entonces todos serán honestos. 

AMLO no cree en los contrapesos. Por el contrario, cree que debe tener el control de todo el aparato de gobierno para combatir la corrupción.

Y ahora imaginemos que Napoleón Gómez Urrutia, como senador plurinominal, votara a favor de esta constitución moral.

Porque además López Obrador tendría que tener autoridad moral para pregonar sobre cuestiones morales. Después de ver a los senadores plurinominales propuestos, ya sabemos cual es la respuesta.

Benito Juárez está revolcándose en su tumba.