México, a 5 años de #YoSoy132

May 11, 2017

#YoSoy132 ha sido la manifestación ciudadana más importante desde 1968 y que sacó a los jóvenes a las calles. Así es como se ve a 5 años de distancia.

México, a 5 años de #YoSoy132

Hoy se cumplen 5 años del surgimiento del movimiento #YoSoy132, un movimiento que marcó a muchos y que significó un aire de frescura dentro de una juventud poco acostumbrada a participar en asuntos políticos y sociales.

Pero entonces deberíamos preguntarnos: a 5 años, ¿qué fue lo que dejó? ¿Qué nos heredó este movimiento? ¿Qué le falto? Y sobre todo ¿qué nos deja como experiencia?

#YoSoy132 fue una manifestación estudiantil y juvenil lo suficientemente grande como para tener como su más inmediato antecedente al movimiento estudiantil de 1968. Aunque surgió de manera espontánea (como respuesta a las declaraciones del entonces Presidente del CEN del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, quien había afirmado que los manifestantes universitarios en la visita de Peña Nieto eran porros pagados), ésta se debe entender también como resultado de distintas manifestaciones de indignación a través de los últimos años que tuvieron su origen en el 2009 con el movimiento del voto nulo.

La indignación ante la clase política comenzaba a manifestarse desde aquel entonces, esas elecciones intermedias fueron las que exhibieron que el discurso del «cambio» y de la transición democrática que tanto repetían los políticos ya estaba agotado. No era que ya no estuviéramos en una transición ni que ya no fuera deseable, era más bien que ésta ya no podría seguirse gestando desde una clase política que había quedado rebasada, sino desde la ciudadanía. El término «partidocracia», para referirse de forma despectiva a una clase política que sólo se mira a sí misma, ya se comenzaba a utilizar entre los opinadores de los asuntos políticos.  

Las circunstancias externas también alimentaron a esta manifestación. #YoSoy132 surgió poco después de la Primavera Árabe, del #OccupyWallStreet de Estados Unidos y del 15M de España. A principios de la década, y en cierta medida como parte de la crisis mundial del 2008, surgieron varios movimientos que respondían a una falta de representatividad política, movimientos que no terminaron de lograr su objetivo dado que el problema que denunciaron siguió ahí para que en los siguientes años alimentara los discursos de la derecha xenófoba. Ahora ya no era la sociedad urbana la que se manifestaba, sino la rural, la que vio partir sus empleos a otros países y que vio con recelos a los migrantes, y lo hacían votando por candidatos populistas. 

Eso no quiere decir que estos movimientos no hubiesen heredado nada o que ya no quede nada de ellos. La campaña de Bernie Sanders no se podía terminar de explicar sin el #OcuppyWallStreet, en tanto que en España sí lograron ir un poco más allá: del 15M derivó un movimiento de izquierdas un tanto radical llamado Podemos, que a cargo de Pablo Iglesias, lograron hasta hace poco irrumpir como una nueva fuerza política.

De igual forma ocurrió con #YoSoy132 que no logró que sus objetivos iniciales se llevaran a cabo: la deslegitimación de la clase política no sólo sigue sino que es cada vez más fuerte y #YoSoy132 no logró generar, a excepción de la campaña de Pedro Kumamoto, una alternativa política que tuviera peso, aunque eso no quiere decir que no nos haya heredado nada. 

#YoSoy132 nació dentro de una coyuntura política (las elecciones del 2012), aunque su propósito inicial no era ir contra la campaña de Enrique Peña Nieto, sino que buscaba la neutralidad en la información de los medios de comunicación. Dada la coyuntura, era inminente que el movimiento pusiera en su mira a la candidatura del candidato del PRI, porque representaba una regresión (a 5 años de su presidencia, podemos decir que #YoSoy132 no se equivocó en el diagnóstico y sus temores eran fundados) y porque los jóvenes, sobre todo, veían con mucho recelo al PRI. Al movimiento no sólo se sumaron estudiantes, también lo hicieron activistas, algunos intelectuales e incluso artistas:

El movimiento, que siempre procuró mantener su autonomía y horizontalidad con varias ramificaciones en las principales urbes de la República Mexicana, también se enfrentó a una sociedad mexicana muy estratificada, lo cual le impidió tomar más fuerza. Los «chavos de la IBERO» no eran iguales a los «chavos de la UNAM». Los primeros tenían una propuesta más democrática y moderna, en tanto que los segundos tenían una más nacionalista y tenían más «colmillo» que los primeros dado que tenían más experiencia en actividades políticas y estudiantiles. Eso se palpó cuando en las peticiones, los últimos solicitaron que se incluyeran propuestas de corte estatista y se manifestaran explícitamente contra lo que llamaban el «neoliberalismo».

El PRI se apresuró para tratar de deslegitimar este movimiento, intentaba relacionar constantemente al #YoSoy132 con la candidatura de López Obrador, subían videos donde trataban de demostrar que la campaña del tabasqueño y Carlos Slim (quien aparentemente tenía intereses dentro de la candidatura de AMLO) estaban detrás de esta manifestación, y creaban «movimientos alternativos» como GeneraciónMX para deslegitimar un movimiento que ponía en peligro la campaña de su candidato.

Lo que sí fue cierto fue que conforme se acercaron las elecciones, MORENA (en ese entonces como movimiento y no como partido político) intentó penetrar en el movimiento y en algún momento hasta intentó hacerlo suyo; y también que después de las elecciones terminara siendo cooptado por las facciones estudiantiles más radicales. Así, lo que quedaba del #YoSoy132 terminó tejiendo alianzas con organizaciones radicales como el SME. Eso y el fin de la coyuntura electoral fue lo que terminó apagando esa «vela de esperanza». 

Pero esto no significa que #YoSoy132 no nos haya dejado nada. El movimiento tal vez no logró por sí mismo las reformas para garantizar la neutralidad de la información (lo cual básicamente tendría que hacerse garantizando el acceso a las diferentes voces y posturas ideológicas), pero es cierto que a partir de ese entonces los medios que estuvieron al servicio de un partido como lo fue Televisa sufrieron una fuerte desprestigio, que junto con la evolución del mercado que se ha trasladado desde la televisión abierta al Internet, ya no les permiten tener la suficiente capacidad de influencia para determinar el curso de una elección presidencial. De igual forma no podemos dejar de atribuir ciertos avances en la materia (tal vez no suficientes) con la Reforma de Telecomunicaciones cuyo contenido se fue construyendo desde el sexenio pasado.

También pusieron en la mesa temas que estaban guardados en el cajón. No hay que olvidar que lograron organizar un debate (al que no asistió Enrique Peña Nieto), que con toda la ingenuidad e inexperiencia que haya podido haber, resultó más provechoso y evolucionado que los infumables debates que organiza el INE.

Algunos líderes y jóvenes que fueron parte del movimiento tienen ya un papel importante en la política y en los medios de comunicación. El caso más destacable es el del tapatío Pedro Kumamoto, diputado local y quien impulsa agendas políticas a nivel nacional como #SinVotoNoHayDinero en conjunto con Manuel Clouthier. También en los medios de comunicación destacan personas como Genaro Lozano, quien fue invitado por Televisa en una intentona de la televisora para aminorar el daño que dicho movimiento le causaba a su credibilidad. Cinco años después, Genaro Lozano puede expresarse libremente en sus programas de Foro TV y puede arremeter contra el gobierno actual. La propia Televisa se ha visto orillada a abrir algunos espacios a voces más críticas para poder sobrevivir comercialmente. 

También debemos ver a #YoSoy132 como parte del crecimiento que la sociedad civil organizada ha tenido en estos últimos años. Si algo positivo ha ocurrido en este sexenio (producto de la ciudadanía y no del gobierno) es el surgimiento de organizaciones que exigen transparencia y rendición de cuentas a los gobernantes y políticos y que impulsan reformas políticas, así como organizaciones ya existentes que con su expertise buscaron sumarse a la causa (el IMCO es un claro ejemplo). Tener a este movimiento como antecedente también sirvió para que la gente saliera a manifestarse a las calles después de la masacre de Ayotzinapa. Incluso las clases medias acomodadas aprendieron que también podían usar las calles, algo a lo que no estaban acostumbradas.

A pesar de que el panorama en nuestro país pareciera muy oscuro, es innegable que se está gestando una suerte de «evolución ciudadana» donde los ciudadanos son cada vez capaces de organizarse, ya sea por medio de colectivos u organizaciones civiles. Ciertamente falta mucho, pero el avance no se puede subestimar.

 Aunque se repite con insistencia que el pueblo tiene el gobierno que se merece, la historia también muestra que los gobiernos vigentes pueden representar más bien a una sociedad que quedó en el pasado. Tarde o temprano, la innegable evolución ciudadana terminará reflejándose en nuestras instituciones y en la forma de hacer política. Algo así ocurrió en la última etapa franquista en España cuando ya todos los españoles tenían «el chip de la democracia» que se terminó reflejando en el gobierno un tiempo después. 

Y a pesar de los errores que se pudieran haber cometido y a que hay muchas cosas que se deberían hacer de forma diferente en un futuro, debemos estar agradecidos con el surgimiento de #YoSoy132, que dio un golpe de frescura a una sociedad poco participativa, y que formó parte de esta evolución ciudadana que ya está creando un cambio en el país.