¡Vamos a boicotear a las empresas gringas! ¡Trump va a caer!

Ene 28, 2017

¡Sí, vamos a boicotear a Starbucks! ¡Así le ponemos en la m... a la economía de Estados Unidos y vamos a hacer que Trump renuncie! ¡Únete pueblo!

¡Vamos a boicotear a las empresas gringas!

Imagen: Vanguardia

Entiendo la frustración que sentimos los mexicanos ante un vecino hostil -o un presidente hostil- ante el cual no podemos hacer mucho porque básicamente somos un país muy débil si nos comparamos con éste. De hecho, Trump ha decidido bullearnos a nosotros -y no a China- porque no somos un país fuerte que pueda responderle con duras represalias. 

Tan débiles somos, que México -contrario a lo que dijo Carlos Slim- está dividido. No son muchos los que han decidido apoyar moralmente al gobierno para enfrentar al problema -comprendo perfectamente esa dificultad-. El magnate tomó a México -en una de sus peores versiones- como un pretexto para legitimarse ante sus bases, a quienes les inventó el discurso de que nosotros somos culpables de todos sus males.

Entendida la frustración, entiendo entonces que los mexicanos decidan por su cuenta tomar medidas para manifestarse. Incluso debo decir que me parece extraño que no nos hayamos volcado a las calles para repudiar el muro; de hecho, en algunos casos parece que algunos han normalizado el conflicto. Muchas personas no ven las amenazas de Trump como un problema mayor, les parece algo anecdótico.

Hay quienes dicen que cualquier tipo de manifestación es mejor a no hacer nada, que deberíamos sentirnos contentos porque los ciudadanos están participando y tomando cartas en el asunto ,y que por ende tenemos que respetar las formas en que la gente se manifiesta.

Si bien concuerdo en que «participar es mejor a no hacerlo» eso no significa que no debamos poner en tela de juicio ni ser críticos con esas manifestaciones. No porque sea noble el acto significa que debamos conformarnos con manifestaciones que no sólo no tienen pies ni cabeza, sino que incluso pueden llegar a ser contraproducentes. Por el contrario, debemos decir a los manifestantes que su propuesta esta mal articulada, porque no sólo se trata de buenas intenciones sino de efectividad. Si nos manifestamos es porque queremos que nuestro acto tenga un efecto, y que tal efecto sea positivo.

Cuando hablo de manifestaciones sin sentido, me refiero, claro, al llamado a boicotear productos americanos. 

Me llama la atención porque todos hablamos del absurdo proteccionismo de Donald Trump el cual no se sostiene desde la teoría económica y terminamos respondiendo de forma similar. Si Trump va a castigar a México lastimando no sólo a nuestro país sino al suyo propio ¡entonces vamos a hacer lo mismo!

¡Vamos a joder a Trump aunque también nos jodamos a nosotros mismos y a los empleos que esas empresas generan en México! ¡Bravo!

Supongo que la mayoría concordamos en que el problema no es Estados Unidos, mucho menos su gente -mucha de la cual se ha solidarizado con nosotros-, sino el gobierno de Donald Trump. Basta ver a los artistas de Hollywood, los presentadores como Conan O’Brien -quien grabará un programa en México- y muchos ciudadanos que han cerrado filas con nosotros. El Estados Unidos que nos odia, el de la clase trabajadora mexicana que fue engañada por Donald Trump, no es el que ha fundado y levantado a las empresas a las que queremos «castigar», de hecho ese sector tiene menos relevancia en la economía y en lo intelectual que el sector que repudia a Trump. Recordemos que Trump tiene algo así como un 40% de aceptación y un porcentaje similar está a favor de la construcción del muro, menos de la mitad de los estadounidenses. 

Entendido esto, deja tener sentido boicotear a las empresas -sólo lo podría entender si se trata de aquellas empresas que tienen un interés directo con Trump como Chevron-. 

Una de las consignas fue no comprar cafés en Starbucks ¡así nos vamos a chingar a Trump!

Pero los manifestantes no repararon en lo siguiente: Starbucks es una empresa progresista -por ende, contraria a la filosofía de Donald Trump-. Los manifestantes tampoco pensaron siquiera en que Starbucks por más «gringa que sea», es operada en México por Alsea -empresa mexicana- la cual da empleo a muchos mexicanos. Es decir, parte del dinero que llega a Starbucks se queda aquí y Alsea tan sólo le paga un porcentaje a la cadena estadounidense, quien le permite operar la franquicia.

Si a esas vamos ¿por qué los manifestantes no cierran su Facebook para «chingarse a Donald Trump»? Es más, ¿Por qué no dejan de pedir Uber? Su CEO integra el consejo de asesores tecnológicos de Donald Trump -lo cual le trajo muchas críticas en Estados Unidos aunque cabe aclarar que formar parte de ese consejo no necesariamente tiene que estar acompañada por una simpatía al magnate-. 

Respuesta: porque dejar consumir en Starbucks requiere un sacrificio menor a pedir un Uber o cerrar el Facebook. Regresamos al tema de las manifestaciones comodinas que no requieren algún esfuerzo o sacrificio. 

No estoy en contra de que la gente quiera apoyar al mercado nacional, por el contrario, me parece bien que se haga eso para fortalecer el mercado interno. Pero se vuelve un sinsentido cuando el propósito es «joderse a las empresas gringas para joderse a Trump» cuando en muchos casos esas empresas ni siquiera simpatizan con el presidente. 

Es como si neutralizar a una amenaza que tenemos enfrente disparando balazos por doquier a ver si una de esas balas se impacta con el enemigo cuando la posibilidad de que nos disparemos al pie es similar.

Ni Starbucks, ni Apple, ni siquiera Uber ni Facebook tienen responsabilidad alguna en el ascenso de Trump ni en sus políticas proteccionistas ni en su hostilidad hacia nuestro país. Por el contrario, pueden verse afectadas. 

Y no, no porque sea una noble causa significa que no tengamos el derecho de señalar sus contradicciones.