Si Donald Trump fuera mexicano

Mar 17, 2016

Voy a comenzar siendo muy «políticamente incorrecto», porque creo que para tocar el tema que quiero tocar lo debo ser. Entendido esto, vamos a hacer un ejercicio.

Si Donald Trump fuera mexicano

Elige a un empresario mexicano, uno que sea polémico, el que tú quieras, puede ser un empresario nacionalmente conocido, o uno de tu localidad. La única condición es su personalidad polémica y que tenga mucho dinero en sus múltiples cuentas bancarias. Imagina que dicho empresario decide incursionar en la política por la presidencia y en un discurso pronuncia las siguientes palabras:

– Hoy México está en decadencia, nuestro país ya no es lo que era antes. Parte de nuestros problemas como la inseguridad y la delincuencia tiene su origen en todos esos sectores de donde provienen los criminales, secuestradores, motorratones y demás personas que ponen en juego tu seguridad y la de tu familia. Por eso, si gano la presidencia, voy a mandar a construir muros en la Avenida Independencia en Guadalajara y los límites de la Ciudad de México con Ecatepec y Ciudad Nezahualcoyotl, para que esas parias no crucen y sigan afectando nuestra calidad de vida. Y por cierto, el muro lo van a pagar ellos, porque ellos son los que secuestran. Además voy a deportar a cualquier migrante que se atreva a pasar nuestro país, son sucios, huelen mal, son un riesgo y afean nuestras colonias. ¡Vamos a hacer a México chingón otra vez!

¿Cuál es tu impresión de ese discurso? ¿Crees que éste candidato podría llegar a obtener apoyo de ciertos sectores sociales? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué? Puedes contestar estas preguntas en el formulario de comentarios, pero al menos haz este ejercicio dentro de tu mente.

Posiblemente pienses que ese discurso es muy ofensivo, de hecho lo es; porque hace generalizaciones burdas, está lleno de mentiras y medias verdades. Pero si crees que ese discurso es muy ajeno a nuestra realidad, mejor piénsalo dos veces.

Porque en la práctica ya hemos construido ese muro. No es un muro físico, es un muro que no se puede ver con la vista, más bien hemos colocado cada ladrillo con nuestro comportamiento y nuestros prejuicios (aunque cabe decir que todo esto nos ha motivado a construir muros físicos para aislarnos de las masas o hasta de nosotros mismos). Es el muro que se construye cuando los cadeneros en el antro al no dejar pasar a gente morena o poco agraciada físicamente, porque un antro con morenitos es «menos chic»; es el muro que construimos al usar el término «naco» una y otra vez al referirnos a gente de otras clases sociales y con rasgos indígenas más prominentes, también lo construimos al publicar revistas que tienen nombres como «Gente Bien», como si la mera posición social nos diera una superioridad moral sobre los demás.

Al percatarnos de la popularidad de Donald Trump, cuestionamos el nivel de educación que tienen los estadounidenses (y ciertamente, es bastante bajo con relación al tamaño de su economía), pero no somos capaces de observar la nuestra que es muy inferior. Constantemente muchos hacen burla de los indígenas creando memes con términos en «tl», usan términos como «albañil», «chacha» o «camionero» para burlarse de otra persona, o también publican «videos chistosos» en Facebook donde el personaje principal «se ve muy naco», está haciendo «algo muy naco», o «parece naco» por su mal gusto.

No podemos concebir que Donald Trump quiera prohibir la entrada a los musulmanes a Estados Unidos, pero en México se discrimina a los migrantes; sólo son aceptados los extranjeros, quienes se considera, tienen buen linaje (europeos, estadounidenses, o algunos sudamericanos). Cuando se trata de hindúes que vienen a trabajar a nuestra ciudad, y peor aún, de centroamericanos que usan nuestra ciudad de paso (el caso de Guadalajara) la postura es completamente severa por parte de muchos ciudadanos. A pesar de que los migrantes suelen ser pacíficos, son rechazados por muchas personas porque, «afean mi colonia» o creen que por su mera apariencia, son un riesgo. En Guadalajara muchos vecinos se negaron a que se habilitara una casa de paso para ayudar a los migrantes que pasaban por nuestra ciudad. Varios de ellos ahora publican cualquier número de artículos criticando al magnate estadounidense.

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Tampoco podemos entender la misoginia de Mr. Trump ni sus comentarios que rayan en el machismo. Pero al mismo tiempo, después de que la norteamericana Andrea Noel fuera acosada sexualmente en la Condesa por un hombre que le trató de levantar la falda y posteriormente fuera a levantar la denuncia (tragándose la burla de algunos funcionarios), muchas personas en Twitter la agredieron con una lluvia de improperios como «Puta güera de mierda, por tu culpa me suspendieron. Cuando te vea no sólo te voy a levantar la falda, te voy a matar. Puta», e incluso algún columnista la llamó feminazi por denunciar lo ocurrido. De la misma forma, no podemos olvidar cuando el periodista Leonardo Schwebel criticó a una edecán el foro del Día Internacional de la Mujer, por no tener más atributos que «estar buenota», al tiempo que también presumía de golpear a su hermana cuando era chico.

Donald Trump ha logrado amalgamar todos esos prejuicios y sentimientos de odio incrustados en diversos sectores de la población, de tal forma que le sirvan como base para sostener su campaña. Pero sería hipócrita criticar a los estadounidenses con un halo de superioridad moral, cuando nosotros, en nuestra muy particular forma, emulamos esos prejuicios que tristemente son una constante en nuestro país.

La pregunta queda en el aire, ¿Qué pasaría si un personaje como Donald Trump irrumpiera en México? ¿Sería rechazado inmediatamente o podría despertar muchas simpatías? Posiblemente la respuesta a esas preguntas no sería la más agradable al oído.