La matanza de periodistas en México y la tolerancia a la frustración

Feb 10, 2016

La tolerancia es una de las características de las sociedades avanzadas. Ser tolerante no significa estar de acuerdo con aquel que piensa diferente, sino respetar su decisión y su diferencia. La tolerancia tiene que ver con la educación y con la tolerancia a la frustración (valga la redundancia).

Por un ejemplo, si llevamos a nuestro hijo pequeño a la calle o a un centro comercial, y éste ve a una persona diferente a él (por decir, un negro), que no es un común denominador dentro de los círculos de personas que lo rodean; lo normal es que lo mire con extrañeza e incluso haga juicios sobre él. Este tipo de discriminación se puede explicar por medio de nuestra naturaleza humana, es algo instintivo. Pero los seres humanos somos seres superiores a las demás especies de animales, porque por medio de la razón, aprendemos a moderar nuestros impulsos.

La educación que reciba el niño (tanto por parte de sus padres, de amigos e inclusive medios de comunicación) hará que el niño aprenda a no discriminar al negro. Pero no sólo se trata de la educación en sí, sino del desarrollo a la tolerancia a la frustración y a la capacidad de postergar  impulsos y gratificaciones.

Yo puedo ir caminando por la calle, y de forma intempestiva, una persona se me cruza en el camino. Yo en mi mente puedo pensar: – Maldito imbécil, me dan ganas de ponerle unos buenos golpes. – Lo puedo pensar incluso si soy una persona que aprende a controlar sus emociones, pero la diferencia estriba en que antes de actuar instintivamente, tendré la capacidad de racionalizar dichas emociones. Al hacerlo podré llegar a la conclusión de que posiblemente el hombre tenía mucha prisa, o que si decido agarrarme con esa persona a golpes, el beneficio que puedo obtener es muy poco comparado con el perjuicio que pueda recibir (que me rompan la madre, o que la policía me detenga).

Cuando hablamos de sociedades intolerantes, hablamos de sociedades que suelen no estar muy bien educadas y/o que tienen baja tolerancia a la frustración. Basta que se cumpla una de estas dos condiciones para que esto suceda. Por ejemplo, una persona ecuánime puede discriminar o atentar contra otra persona con base en sus rígidas creencias (fácilmente objetables), o bien, una persona muy estudiada pero con muy poca tolerancia a la frustración, puede asesinar con base a la tergiversación de la historia universal que ha aprendido.

Tolerancia

Lograr formar una sociedad tolerante no sólo tiene que ver con la cultura o idiosincrasia de una sociedad, también es un trabajo individual. En los países desarrollados se pueden ver manifestaciones de intolerancia, pero al final del día dichos países tienen instituciones que funcionan, gracias en parte, a una sociedad que ha aprendido a ser más tolerante con los demás, que tiene la suficiente tolerancia a la frustración para respetar el triunfo del candidato con el que no simpatiza, y que paga impuestos sabiendo que esa «pérdida» tendrá algún tipo de recompensa, posiblemente no para él, pero sí para la sociedad.

El hecho de que en México se asesinen periodistas, tiene una estrecha relación con las características y carencias de nuestra sociedad.  Independientemente de las coyunturas que puedan agravar el problema (por ejemplo, la irrupción del narcotráfico), la falta de tolerancia y la ignorancia han provocado que nos demos el lujo de tener políticos que terminen con vidas para que su poder no sea amenazado.

Rubén Espinosa

Hasta en el país más desarrollado y democrático, a un político no le va a agradar una dura crítica de algún periodista; posiblemente cuando esté con su esposa en la cama le diga que tiene muchas ganas de darle unos plomazos para que se calle. Pero dicho político se va a contener, porque sabe que eso, de inicio, implicaría una contradicción a sus principios que pregona en público, porque sabe que a la larga habrá un perjuicio mayor a él mismo y a la sociedad que el beneficio que podría obtener, entre otras razones. Dicho político ha entendido que la diferencia es parte fundamental de la sociedad en la que vive y que gobierna, y que incluso gracias a dicha diferencia ha llegado al poder (al poder ser elegido por el pueblo de entre una terna de candidatos).

Pero en una sociedad atrasada como la nuestra (y tomando en cuenta que no es uniforme, el Distrito Federal o Jalisco tienden a ser bastante más tolerantes que Veracruz o Guerrero, por poner un ejemplo), periodistas como Anabel Flores o Rubén Espinosa pueden ser ultimados porque son incómodos al Gobierno, incluso al punto de que fotografías donde el Gobernador no muestra su mejor perfil sean razón suficiente (cosa que se presume, en el caso de Rubén Espinosa).

La matanza de periodistas en México y la tolerancia a la frustración

Cuando tenemos mayor dificultad en postergar gratificaciones, tendemos más a saltarnos las leyes, lo cual se vuelve un círculo vicioso. Porque entonces el individuo se da cuenta que las instituciones no funcionan y por ende, tiene más razones para brincárselas. La única forma de romper esa cadena es postergando gratificaciones, por ejemplo, pensar primero en el país y en las demás personas antes que en el beneficio inmediato. Lo más fácil e inmediato sería darle una mordida al tránsito. Quien ha cometido la infracción vial sabe que tendrá que pagar una cantidad bastante menor al agente de tránsito si lo corrompe que la multa que debería de pagar al Estado. Pero si entendemos que vivimos en una sociedad que queremos que funcione (porque a todos, hasta los más corruptos, nos molesta la corrupción), tenemos que aprender a postergar gratificaciones.

Javier Duarte podría pensar en su legado, en el amor a su Estado. Pero prefiere lo inmediato, prefiere pensar en como hacerse rico sin importar el juicio que hará la historia de él, posiblemente termine sus días rodeado de dinero, pero su apellido habrá quedado manchado y tal vez esto con perjuicio a sus descendientes que cargarán su apellido. Y a la vez se entiende porque el Gobernador de Veracruz ha crecido en un ambiente (una de las peores facciones de su partido en México) donde se premia la corrupción, la ambición y el autoritarismo. Duarte no tiene empacho en perjudicar a la sociedad (desapareciendo reporteros incómodos) con tal de beneficiarse a él mismo.

Si queremos entender por qué en nuestro país mueren periodistas, tendemos que entender entonces las condiciones que propician actores políticos o líderes del narcotráfico quienes acaban con la vida de los demás con el fin de obtener un beneficio. No es sólo un problema del Gobierno, también es un problema de todos nosotros. Es un problema de educación, de los valores que le damos a nuestros niños, y sobre todo, que les enseñemos a postergar gratificaciones y a tolerar a aquellos que sean diferentes a ellos aunque disientan (ya sean opositores, religiosos, de raza diferente, de preferencia sexual diferente, de posición económica diferente o postura política diferente).