Por qué la tele importa menos y el Internet cada vez más

Mar 12, 2015

-¿Por qué estás pegado siempre a la computadora y al celular? Súbeme un refresco y ven a rascarme los pies porque estoy viendo a Joaquín.

Por qué la tele importa menos y el Internet cada vez más

En México existen varias formas de informarse, tenemos medios visuales, medios auditivos, medios impresos y medios digitales; pero lo que me sorprende (para bien) es como la forma de informar e informarse ha cambiado en los últimos años. Internet existe desde hace más de hace 15 años, pero fue desde hace relativamente poco en que las cosas han empezado a cambiar.

La información que disponíamos era limitada (ya veces no nos dábamos cuenta, o no queríamos darnos cuenta). Unos pocos medios visuales (en su mayoría afines al gobierno) se encargaban de darnos las noticias peladitas en la boca. No, no había de otra que chutarnos al somnífero llamado Jacobo Zabludowsky todas las noches. En mi ciudad (Guadalajara) Imevisión (posteriormente comprada y transformada en TV Azteca) no se veía muy bien y había que estar jugando con la antena para correr con suerte. Después llegó Javier Alatorre y en algún principio se respiraba aire fresco cuando TV Azteca era todavía más independiente y era el serio rival de Televisa. Luego nos enseñaron que rivalizar era malo, Salinas Pliego y Azcárraga Jean comenzaron a aparecer juntos y ahora tenemos un duopolio con transmisión lamentable.

Conforme los medios tradicionales se terminaron de ir al caño, empezaron a surgir las alternativas en Internet. En los primeros años existían como una extensión del medio tradicional. A los diarios les importaba más el periódico impreso y los portales eran una extensión de éste, y así duraron un buen tiempo hasta que irrumpieron las redes sociales y la información digital comenzó a importar más.

Ahora ya nadie se pregunta si vio el noticiero con Joaquín (al menos quienes tienen acceso a Internet), ahora la gente comparte links, los comentan, les otorgan un like de aprobación. Los canales de información que tenemos son muchos y pueden segmentarse de acuerdo a la afinidad ideológica del usuario (aunque en la práctica es común, por poner un ejemplo, ver al señor panista anti-socialista compartir un meme de Peña Nieto sin darse cuenta que la fuente es el diario Regeneración de López Obrador). La capacidad de informarse o desinformarse ya no depende tanto de la disponibilidad de información, sino del criterio de la gente.

Me topé con una iniciativa creada por un amigo llamada Brieffy que es algo así como un recopilatorio en tiempo real de las noticias publicadas por los distintos medios en México, de tal forma que en lugar de tener que acceder a todos los diarios para buscar noticias accedo a su web o a su App en los distintos smartphones. Eso me hizo pensar como es que la forma en que consumismos contenidos va cambiando y evolucionando rápidamente. Ya nada es como antes, ni será como antes. La noticia de los ganadores de las licitaciones de las cadenas de televisión abierta pasó casi inadvertida, a todo mundo le valió. Esto simplemente porque ya casi no nos informamos por medio de la televisión. Ya casi no vemos El Canal de las Estrellas, preferimos ver Netflix, nos divertimos con los videos de Youtube o las listas de Buzfeed; consultamos medios alternativos como Sin Embargo o Animal Político en vez de esperar que nueva nos trae Javier Alatorre.

Los gobiernos autoritarios están asustados, tienen mucho miedo: Porque Internet es considerado un derecho, y los intentos de censura son reprobados no sólo por la sociedad que se entera en minutos, sino por los organismos internacionales. Éstos le han tenido que apostar al hackeo de sitios web, a la creación de bots en Twitter para tratar de quitar relevancia a notas que puedan ser incómodas (y aunque lo hacen anónimamente, sabemos quienes son). También apuestan a la desinformación o a la saturación de información. En tiempos de elecciones o de conflictos, tanto las líneas oficiales como las de oposición buscan, a como dé lugar, modificar la percepción de los usuarios a su favor. A veces lo logran, pero no siempre, y a veces llegan a fracasar estrepitosamente en su empresa.

La televisión ya no importa. O al menos, ya importa menos que antes.