Quienes son demócratas de «a de veras» y quienes cuando les conviene

Abr 9, 2014

Es fácil hablar, es muy fácil usar cierta retórica para dar una imagen ante la sociedad de democracia, tolerancia y demás palabrería que son parte del supuesto progreso. Es todavía más fácil cuando las circunstancias externas te permiten utilizar dichos términos, sobre todo cuando los principios democráticos están del lado de la postura o de tus intereses propios.

Quienes son demócratas de "a de veras" y a quienes cuando les conviene

Desde antes del 2000 y hasta hace poco (quién sabe por qué) se empleó mucho el término «transición democrática» para hablar de los avances democráticos que se estaban llevando a cabo en en nuestro país. Aún en la actualidad hay agentes políticos y ciudadanos que van en el sentido de seguir con esta transición y acercar al país a una democracia cada vez más sólida, pero las tentaciones autoritarias son muy notables, y de los muchos que hablaban de «transición democrática» ahora sólo algunos hablan de este riesgo.

Me refiero a las leyes secundarias propuestas por el Presidente relativas a la Reforma de Telecomunicaciones donde busca censurar el Internet con el pretexto de la seguridad. No son muchos los que hablan de este problema, en algunos medios alternativos como animalpolitico.com o sinembargo.mx sí han abordado el caso. También la periodista Carmen Aristegui lo ha hecho. Curiosamente (y lo digo porque muchos tratan de asociar todas las críticas hacia el gobierno con la izquierda) quien sacó este tema a la luz, fue el panista Javier Corral, al cual le llovieron críticas por aquellos que están contentos con la regresión o con los intereses de Televisa, diciendo que trabaja para Carlos Slim (aunque el historial del panista refleja lo contrario). Algunos otros a quien he visto alertar sobre esta situación es a Jesús Silva Herzog, Sergio Aguayo, Denisse Dresser, Jenaro Villamil entre algunos otros.  Algunas voces como la de Enrique Krauze han tocado el tema tal vez de una forma más discreta usando sus redes sociales.

Otras personas, que pregonan la democracia, simplemente han callado. El principal caso es el de Sergio Sarmiento, libertario (es decir, apoya el libre mercado y las libertades sociales). El día de hoy toca el tema del autoritarismo y la censura debido a que Graco Ramírez, el gobernador de Morelos, canceló el concierto de Komander por razones «de seguridad». Pero Sergio Sarmiento jamás ha hablado del tema de las leyes secundarias ni hecho crítica alguna.

Esta doble cara no exenta a ninguna posición política. Mientras el panista Javier Corral legisla para que esto no suceda, otro panista, Javier Lozano, Senador y Presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones defiende esta ley y descalifica de una manera burlona a los críticos o escépticos. Algunos personajes que han estado muy «preocupados» por el gobierno dictatorial de Nicolás Maduro en Venezuela y la represión a los manifestantes, callan ante esta reforma y piden que se regulen las manifestaciones en México. Pero esto depende de la postura política y el ambiente. En San Luis Potosí un panista puede pedir su regulación y en Quintana Roo, al mismo tiempo, un panista defiende el derecho a manifestarse, porque la propuesta de regulación por parte del PRI, argumenta, es represiva.

Y hablando de las mismas incongruencias vamos con los manifestantes y el tema de Venezuela, para ahora enfocarme a la izquierda mexicana. Muchos de los personajes que hablan de la «represión de Peña Nieto» y presumen como tatuaje la bandera de la izquierda, o apoyan a López Obrador, callan ante lo que sucede en Venezuela y no expresan solidaridad alguna, sobre todo los más radicales, quienes incluso se muestran del lado de Maduro contra «el imperialismo», justificando la represión hacia quienes se oponen (muertes incluidas).

Igualmente, si gobernara López Obrador y al igual que lo vemos con Peña Nieto, buscara pasar leyes con fines de regresión, habría que ver, quienes de los que ahora gritan, terminarían callando y defenderían.

Es más fácil defender los «principios democráticos» cuando estos satisfacen a uno y a sus intereses. Pero entonces el planteamiento se vuelve una falacia porque en realidad no se defendería principio democrático alguno, sino sólo los conductos para que «mis intereses y mi forma de pensar» puedan ser satisfechos.

Para ser tolerante y aceptar el derecho de la libre expresión, sobre todo cuando se trata de posturas diferentes a la nuestra, falta madurez, tanto individual y colectiva. No basta con pronunciar la palabra «democracia» y defender el término, porque entonces nos habremos dado cuenta que de mil demócratas, ya sólo nos quedaron cien.