Marchando por el Chapo – Esa sociedad dañada y pervertida

Feb 27, 2014

Vivo en un país donde los patos le tiran a las escopetas. Donde el Gobierno es delincuente y los narcotraficantes son héroes. Donde bueno es el malo, y el malo es el bueno. Donde ante un atraco ya no se critica el accionar de los criminales, sino que se critica a la persona que fue víctima del atraco -¿Es que como se te ocurre sacar tu iPhone en la calle para hablar?-. Así es donde vivo, así es mi país «elMéxicodondenopasanada».

Marchando por el Chapo - Esa sociedad dañada y pervertida

Y por esto es de sorprender que en Sinaloa se hayan realizado manifestaciones a favor del «Chapo» Guzmán. Parecería una suerte de masoquismo colectivo combinado con un síndrome de Estocolmo agudo. Los manifestantes, que fueron mil, fueron menor cantidad que los tres mil que el pobre Chapo inocente dijo haber matado en sus primeras declaraciones. Los manifestantes salieron de blanco, como si se tratara de una manifestación por la paz. En las fotografías se puede apreciar a gente de toda clase social manifestándose, donde proliferan los trombones e instrumentos de grupos musicales norteños acostumbrados a componer narcocorridos.

Mario López Valdés, gobernador de Sinaloa, mejor conocido como «Malova», afirmó que les dieron dinero y cervezas a los manifestantes, agua y tamales, y que esta manifestación fue organizada por familiares y amigos de los narcotraficantes. ¡Déjà vu! ¡Déjà vu!

La sociedad en México está tan deteriorada que los niños de hoy aspiran a ser narcotraficantes. Influenciados por los narcocorridos, por la imagen del narcotraficante fuerte y el gobierno débil, y bajo el cobijo de una deteriorada familia, asumen que la «noble profesión» de narcotraficante es el camino más fácil que tienen para salir de su condición. Para esos niños, el narco es el Gobierno, y el Gobierno es un estorbo, algo espurio, sin valor. El narco tiene mayores posibilidades de proveer un aparente bienestar que el gobierno, y hasta cierto punto así es, hasta que el individuo termina ultimado por algún cártel rival, o el mismo al que pertenece, o por un combate entre policías y narcotraficantes, o en el más condescendiente de los casos, termina en la cárcel.

Una defensora del Chapo Guzmán afirma que no los entendemos, porque no sabemos que es sufrir carencias y falta de oportunidades. Que no entendemos que le entran a «lo ilegal» porque así ellos no tienen que pagar impuestos caros que nunca se utilizan para cosas buenas, porque los narcotraficantes les proveen un mejor estilo de vida y mayores oportunidades que el Gobierno. Su testimonio nos deja en claro que la debilidad e incapacidad del gobierno, ha hecho que proliferen este tipo de grupos que se alimentan, en parte, de las necesidades de los individuos.

Para «salvar a México» falta mucho. No basta con la detención del Chapo, se necesitan combatir las causas que hacen que estos grupos criminales subsistan. Aunque se acabara con todos los cárteles de tajo, si el caldo de cultivo sigue ahí, entonces no necesitaremos mucho tiempo para ver el surgimiento de nuevos cárteles, que incluso podrían llegar a ser más peligrosos y violentos.

Mientras, yo vivo en este país con una gran contradicción. Donde los buenos son malos, y los malos son buenos.