Lindo Michoacán

Ene 15, 2014

Michoacán es un estado bello. Sólo basta con viajar a Morelia y su hermoso Centro Histórico, El lago de Pátzcuaro, Quiroga, Uruapan, Zamora. Un estado que a pesar de su retraso económico comparado con otros, es un must visit para cualquier mexicano que se diga conocedor de su país. Pero así como Michoacán nos puede mostrar lo más bello de nuestro país, también tiene la capacidad de restregarnos en la cara la realidad que vivimos como nación, que está muy lejos de ese futuro promisorio que nos prometieron hace poco más de una década, y está más cerca de la descomposición.

Lindo Michoacán

13 años después de la supuesta transición democrática, Michoacán es el ejemplo de que las cosas no salieron tan bien. Michoacán es un estado literalmente fallido, rebasado por el narcotráfico, que exhibió el fracaso de una mal planteada guerra contra el narco por parte de Felipe Calderón, y la consecuente de Peña Nieto que ha resultado todavía peor, donde la displicencia y la desconfianza reinan. Ese Michoacán donde su Gobernador Fausto Vallejo ha estado eternamente ausente por una batalla contra el cáncer, pero que de alguna manera representa la debilidad de un estado que poco a poco es reemplazado por los Caballeros Templarios, cuya oposición son los ciudadanos que han creado autodefensas, tal vez a priori con nobles intenciones, pero que por sus características, puede terminar corrompiéndose y convirtiéndose en algo parecido a lo que ahora combaten.

El Gobierno Federal ha puesto la mira más bien en combatir las autodefensas. Posiblemente arguyan que están haciendo lo que el estado debería de tener, el monopolio de la seguridad. Pero la pregunta que ha surgido es ¿Por qué desarmar a las autodefensas y no a los Caballeros Templarios? Muchas teorías abundan en torno a esta decisión. Dicha estrategia tal vez no podría ser entendida por el ciudadano común y tiene una razón de ser, o posiblemente su sentido común es suficiente como para divisar a lo lejos intereses oscuros de quienes se supone, los deberían de proteger. Lo que sabemos es que en Michoacán hay guerra, y no se vale utilizar eufemismos para tratar de engañarnos y no ver la magnitud de los hechos.

Un país prometedor, como ese del que hablan algunas revistas o supuestas instituciones que ponen al país del primer mundo y que enaltecen «la inteligencia» de nuestro mandatario, no se puede explicar cuando una parte de éste se pudre y donde el gobierno está cerca de perder el control. Donde los ciudadanos ya no pueden separar entre buenos y malos, donde algunos creen que los supuestamente buenos (gobernantes) no están tan enemistados con los malos, donde muchos ciudadanos incluso le dan más legitimidad a los cárteles de la droga que en algunos casos usan una retórica bastante parecida a los de nuestros gobernantes.

Si algo se le puede reconocer a Calderón dentro de su fallida estrategia contra el narco, fue que hubo un reconocimiento público del problema. El Gobierno actual, de la mano de sus recursos mediáticos y de comunicación, ha tratado de aminorar el problema, de crear una falsa percepción de seguridad que contrasta tanto con la realidad que es muy poco creíble. Bastan las redes sociales y medios alternativos para darnos cuenta de lo que se está viviendo en Michoacán, las cuales incluso usan los combatientes (tanto autodefensas como narcotraficantes) para defender su posición.

El mexicano desconfía cada vez más de su gobierno, esa desconfianza empieza a minar la cohesión social que se necesita para que este país sea un buen lugar para vivir. Algunos sienten afecto por esos cárteles que les proveen lo que el gobierno no puede, otros simplemente se sienten desprotegidos y tratan de sobrellevar su vida. Al final del día nos hemos dado cuenta de que el país no va bien, como nos prometen mucho los spots presidenciales. Después de ver esta guerra ¿Entonces sí se puede?