Una lenta y continua decepción de la política mexicana.

Abr 18, 2012

Una lenta y continua decepción de la política mexicanaCuando era un niño, el Gobernador del Estado de Jalisco era Cosio Vidaurri, del PRI. Y aquel en su tiempo pidió licencia por las explosiones en el alcantarillado en Guadalajara que dejó cientos de muertos, por lo cual el Presidente Innombrable del República de ese entonces, Carlos Salinas lo envió como embajador a Guatemala como una forma de protegerlo porque muchas de las acusaciones apuntaban hacia él. En ese tiempo yo iba al club deportivo Atlas Colomos (del mismo equipo de futbol que se acaba de salvar del descenso) y ahí siempre me cortaban el pelo. Habían dos peluqueros y a veces uno no corría con la suerte de encontrar a uno desocupado, y fue así, el «cliente» que estaba siendo atendido por mi peluquero favorito era Cosio Vidaurri, cuando era gobernador. Yo nada más lo ví y le grité «eres un pinche ratero» (el tipo no tuvo más que sacar una carcajada). Esa curiosa anécdota me la recordaron mis padres, mis tíos y todos mis parientes y hasta la fecha lo hacen.

En ese tiempo me enseñaron a odiar al PRI, y tal vez habían argumentos de peso, mis familiares sufrieron las crisis provocadas por Echeverría y López Portillo. La que si recuerdo fue la de 1994, que ciertamente a nosotros como familia no nos afectó tanto porque mi papá conservó su trabajo (luego a raíz de esta la empresa donde trabajaba quebraría pero se había anticipado y había cambiado de empleo), pero muchos familiares se vieron en serios aprietos. Las cosas no volvieron a ser igual, en las navidades ya no me regalaban juguetes «todos mis tíos» tan solo lo hacían mis padrinos. Tenía 12 años, pero era lo suficiente para ver la angustia en la gente, aprendí lo que era una devaluación, y también lo «ratero» que había sido Carlos Salinas. Después de terminar su gestión era clásico inventar chistes de Carlos Salinas, en los consultorios se pegaban hojas impresas haciendo chistes del expresidente, algo así como un antecedente con lo que ahora se hace con los candidatos en las redes sociales.

En ese entonces yo era panista, porque era «el partido del cambio». Creía inocentemente que eran los buenos, los incorruptibles, los honestos. Claro,  a los 14 años todavía no sabía si era alguien de derecha o de izquierda, había escuchado alguna vez la definición en alguna clase en la secundaria pero nada más. En 1994 se dio la «alternancia» en Jalisco, llegó Alberto Cárdenas del PAN, lo cual trajo la primera emoción y marcó un antecedente de lo que jamás sucedería a nivel nacional; a pesar de su conservadurismo (al grado de prohibir las minifaldas en recintos públicos) había hecho un buen papel (y tal vez el único de los gobernadores panistas que hemos tenido), con esos antecedentes y con todos los comentarios positivos que hacían mis parientes de León, donde el gobernador era Vicente Fox, pensamos que el guanajuatense iba a encarnar el verdadero cambio. Ya tenía edad para votar, y todos mis votos iban a ser PAN. Cuando se dieron a conocer los resultados preliminares de las encuestadoras (que marcaban una diferencia suficiente para no tener que esperar a que el PREP lo ratificara) me llené de emoción, festejé como tal como un aficionado al futbol festeja cuando su equipo hace un logro importante. Al siguiente día, en la preparatoria, no dejé de echar carrilla a una amiga con afiliación priísta, le hacía la «V» de la victoria para molestarla, y me burlaba de su Zedillo (de quien años después, tuve que aceptarlo como el mejor Presidente desde López Mateos).

Cuando empezó a ejercer la presidencia, comenzaron poco a poco a llegar las decepciones, después de más de un año de gestión, mis amigos y yo comentábamos que el gobierno de Fox en realidad no parecía tan bueno, no tanto como nos lo había pintado. Ciertamente los indicadores económicos en su gobierno fueron positivos (por el contrario de lo que ha sucedido con Calderón), pero no se palpaba ese cambio, nuestros ingresos no crecían, y lo peor es que la estructura heredada del PRI ahí seguía y Fox no hacía nada para al menos provocarle algún raspón. Fox se convirtió en el payaso presidencial. Y al tiempo que Fox Gobernaba, en Jalisco el Gobernador Rámirez Acuña comenzó a ejercer la mano dura contra la población, deteniendo a varias personas en una «rave» en Tlajomulco, y también encarcelando a varios altermundistas en la Cumbre celebrada en Guadalajara en 2004, donde muchos afirman por lo que vieron que los «revoltosos que destruyeron los locales en el centro» fueron enviados por el gobierno para desacreditar la manifestación. Lo cual provocó la indignación (entre otros temas) de parte de la sociedad tapatía que vieron en las organizaciones civiles una forma de hacer contrapeso.

El PAN se estaba desgastando y cada vez parecía menos al PAN que nos habían vendido, ese partido humanista, subsidiario y solidario. El PAN dejó de ser «mi partido» en el 2006, y terminé inclinado por una especie de «agnosticismo político». Fue la última vez que les di mi voto, dentro de una difícil decisión, era Calderón o López Obrador, y después de pensarlo mucho me incliné por el primero. Esa sería la última vez que le daría mi voto al PAN. Pero el partido había caído de mi gracia, por la forma en que llevó la campaña (la guerra sucia) y porque terminó siendo utilizado y prostituído por los poderes de facto; y también por el PRI que legitimó la elección del 2006 porque ellos en ese entonces ya tenían su «proyecto» para el 2012 (dado que tenían perdidas las elecciones del 2006). El PAN no solo no acabó con los regímenes priístas, sino que Carlos Salinas vive tranquilo en México a pesar de todo el daño que le infringió al país, y Calderón para ganar las elecciones pactó con Elba Esther Gordillo, poniendo en un lugar crítico a la educación con tal de que el michoacano llegara a la presidencia.

El PRD es una cuestión diferente. No puedo hablar de decepciones porque no han llegado a la Presidencia, pero si puedo decir que si bien han hecho una buena gestión en la Ciudad de México (sobre todo con Marcelo Ebrard), les cuesta trabajo desligarse de su pasado priísta, además de que López Obrador manejó muy mal la etapa postelectoral bloqueando Reforma (lo que perjudicó a muchos comercios) y después jugando con las instituciones a las que mandó al diablo, con la situación bochornosa de Juanito y Clara Brugada. Parece ser que una izquierda moderna socialdemócrata empieza a surgir en México, gente como el mismo Ebrard, el Jalisciense Enrique Alfaro o el mismo Mancera muestran una izquierda renovada, muy diferente a esa izquierda chapada a la antigua representada por Obrador. Lamentablemente tendremos que esperar al menos algún sexenio más para que puedan estar dentro de las ligas mayores.

El PRD aprendió la lección en el 2009, y a pesar de que la elección de candidato no fue la mejor (decidieron parecer más demócratas que usar el sentido común con eso de la encuesta), se percibe como un partido que si bien tiene sus fuertes diferencias se ha mostrado unidos, y dentro de la izquierda suenan nombres importantes, no así el PAN, quien lamentablemente sufrirá una humillante derrota en el 2012 (perderán la Presidencia y uno de sus grandes bastiones: Jalisco).

El escenario político se ve decepcionante. Pareciera que ninguno de los candidatos tiene la «talla» y es por eso que muchos hemos terminado decepcionándonos de la política mexicana. Es cierto que hay políticos valiosos y capaces, pero son la excepción y no la regla. A veces los encuentras más bien a nivel municipal o a nivel estatal. Incluso por ejemplo, en Jalisco existe gente del mismo PRI que parece valer la pena, no así cuando subes los escalones. El PAN en cambio, en mi estado está atrapado por las corrientes más conservadoras, y están inclinados más hacia la derecha que el PAN federal; una de las razones por las cuales han perdido peso, porque Guadalajara ya no es una ciudad tan conservadora, y los votantes del centro empiezan a ser cada vez más importantes.

Muchos temen la llegada de Peña Nieto, pero es el simple reflejo de una realidad que vivimos y de la sociedad mexicana, mientras esta no cambie, posiblemente el panorama político seguirá siendo igual, e incluso podríamos correr el riesgo de una regresion ante 12 años donde el trabajo del PAN dejó que desear, donde se limitó a mantener una macroeconomía sana e implementar algunos programas sociales como Oportunidades o el Seguro Popular, pero tampoco logró mostrar un país próspero, y lamentablemente todo esto pesará en las elecciones.

En mi vida diaria comienzo a entender por qué la política mexicana es como es, y se refleja un problema cultural, un problema que se debe resolver más de fondo y que para lo que no son suficientes las «reformas estructurales».