Kim Jong-il, el culto a la personalidad y la enajenación de masas

Dic 20, 2011

Corea del Norte siempre me ha parecido un país peculiar, tal vez uno de los más excéntricos del planeta. Y es que es un país completamente aislado del mundo, una especie de «país-secta», una aproximada representación del 1984 de «George Orwell», donde es posible adoctrinar a 24 millones de personas mediante una muy bien diseñada propaganda, donde se enajena de su capacidad crítica a los habitantes desde que nacen. Los norcoreanos creen que están en un país próspero, porque como no conocen ningún otro, no tienen punto alguno de referencia para entender su verdadera situación.

Si les dijéramos en cualquier país democrático a sus habitantes, que su presidente nació en una montaña, y que al momento de su nacimiento apareció una nueva estrella en el cielo junto con un arcoiris doble, seguramente morirían de risa. Pero ese el nacimiento de Kim Jong-il según la historia oficial de Corea del Norte, es la que se le enseña a los niños y la creen. Aunque las versiones de occidente sobre el nacimiento del recien fallecido mandatario discrepan por mucho de esa versión oficial, dicen que en realidad nació en un campamento militar de Siberia y que realmente su nombre de nacimiento fue Yuri Irsenovich Kim.

Los norcoreanos viven adorando a sus mandatarios como si fueran una especie de semidioses o algo más. En todas las casas norcoreanas se pueden encontrar pegadas a la pared las imágenes de Kim Jong-il junto con el de su padre Kim ll-sung, quien muriera hace más de una década y fuera nombrado «Presidente Eterno». En cambio Kim Jong-il es llamado el «querido lider», y en realidad no fue Presidente de Corea del Norte, al menos oficialmente, porque ese puesto siempre lo ocupará su fallecido padre. Pero al tener los puestos de Comisión Nacional de Defensa, Comandante Supremo del Ejército Popular de Corea, y Secretario General del Partido de los Trabajadores de Corea, lo convertían automáticamente en el líder de esa nación. Además de que en los últimos años de su padre, este, con el aparato de propaganda, fue creando en las mentes del pueblo el culto de personalidad hacia su hijo, para garantizar su estabilidad al llegar al poder.

La sucesión es prácticamente una monarquía, aunque se realizan elecciones donde naturalmente el líder siempre gana y los norcoreanos festejan con bailes y rituales el «triunfo de su lider» ante una oposición fantasma o inexistente. A los coreanos se les lleva a la gran tumba del «líder eterno» y una coreana se para enfrente con el objetivo de conmover a estos al hablar sobre su muerte, y sacarles al menos una lágrima. Si lo consiguen, habrán logrado su misión. Las imágenes del «querido líder» y del «líder eterno» se encuentran desde las casas de los norcoreanos, hasta en majestusosas estatuas que se multiplican en Pyongyang, y en las atractivas pinturas de los muros del metro de la capital.

Con la muerte de Kim Jong-il no se termina la dictadura totalitaria comunista juché, por el contrario, su hijo Kim Jong-un, de tan solo 28 años ya estaba listo para asumir el puesto y probablemente así lo haga. Lejos de que esta «secta masiva» termine, parece que durará mucho tiempo. Corea del Sur no está dispesto a hacer nada, porque sabe que si tumban el sistema, muchos norcoreanos emigrarán su país, lo cual les podría tener muchos problemas, de hecho, Corea del Sur envía ayudas económicas a su vecino del norte para que se mantenga la estabilidad en ese pais y de esta forma eviten la imigración. Por su parte, Estados Unidos no hace nada por el arsenal atómico que tienen los norcoreanos. Al parecer no les importa que un país profese una dictadura comunista mientras esta no represente un peligro bélico.

Y como en toda dictadura comunista unos «son mas iguales que otros». Jim Jong-il tenía la bodega de vinos más grande del país, disfrutaba del caviar y del sushi que importaba, tenía joyas, llegó a solicitar decenas de autos Mercedes Benz. Todo esto mientras gran parte de la población vive con lo mínimo y esperando a que el gobierno les de su ración de comida.

La Cuba de Fidel Castro es un juego de niños a comparación de lo que sucede en Corea del Norte. El país más totalitario que existe en el siglo XXI